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Testimonio muy relevante del cardenal Tarancón sobre la Carta Colectiva del Episcopado español de 1937

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http://www.religionenlibertad.com/cardenal-tarancon-dijo-que-habria-firmado-carta-los-58428.htm

La carta colectiva que los obispos españoles firmaron en 1937, al año de producirse el Alzamiento, fue un texto decisivo para dar a conocer la verdadera situación de aquella España en guerra cruelísima. A sus hermanos del episcopado universal y a muchos laicos que gracias a ella supieron la trágica coyuntura de la Iglesia hispana. Tras ella todo cambió. Los testimonios de muchísimos obispos del mundo, expresados individual o colectivamente, constituyen un abrumador testimonio de solidaridad.

La ocurrencia fue del cardenal Gomá, primado de España, y sus hermanos le respondieron masivamente. Naturalmente con muchas ausencias. Porque once obispos ya habían sido asesinados y su firma era imposible. El duodécimo, Polanco, hecho prisionero meses después y asesinado en la desbandada roja de 1939, ya había firmado.

Hoy hay quien quiere poner en duda aquel lamento general de nuestro episcopado por la situación que se estaba viviendo en la zona roja. Donde se había asesinado a casi 7.000 sacerdotes y religiosos y casi 300 religiosas. Más innumerables laicos católicos. Muchos de ellos ya en los altares y más que vendrán. Con el fútil argumento de que en la carta faltaban dos firmas. Estoy lejos de mi archivo y de mi biblioteca por lo que hablo de memoria y ésta a veces traiciona. Creo que fueron cuatro, ya digo que es posible que esté equivocado, las firmas ausentes. Pero siempre se habla de dos. La del obispo de Vitoria y la del cardenal de Tarragona. Me parece que tampoco firmó, y repito que puedo estar equivocado, un obispo levantino que estaba perdido en el extranjero sin que nadie supiera donde y un ancianísimo obispos balear, cautivo de los rojos, con el que naturalmente no había comunicación y al que respetaron su vida.

Son el vasco y el catalán los que hoy intentan algunos exhibir como gravísima quiebra en la Carta Colectiva pese a que su ausencia no significaría apenas nada. Pero es que además no eran dudosas las simpatías de ambos con el bando nacional. De lo que hay testimonios abundantes.

Múgica, expulsado de su diócesis en mi opinión injustamente por el Gobierno sublevado manifestó que la suscribiría íntegramente una vez regresado a su diócesis. Vidal y Barraquer, especialmente afectado por la masacre de su clero, hasta le asesinaron a su obispo auxiliar, que había dado inequívocas muestras sobre donde estaban sus simpatías, negó su firma por considerar que si apareciera como firmante las represalias sobre lo que quedaba de su clero, escondidos los supervivientes, se incrementaría.

Por eso se negaron. No por la menor simpatía hacia el régimen de los asesinos.

Tarancón, por aquellos años, era un joven sacerdote que muy probablemente salvó su vida por estar en aquellos trágicos días en zona nacional. Y ha manifestado que si entonces hubiera sido obispo estaría entre los firmantes de la Carta Colectiva. Nada sorprendente por otra parte.

Pues eso es lo que hay. Inventarse otras historias no es más que falsear la Historia.

 

Comentarios
15 comentarios en “Testimonio muy relevante del cardenal Tarancón sobre la Carta Colectiva del Episcopado español de 1937
  1. la Iglesia sufriò una terrible persecución pero demostró muy poca compasión con las victimas del bando republicano. Con medias verdades el documento era propaganda a favor del general Franco que lo inspiró. La iglesia hubiese actuado mejor condenando la violencia de los dos bandos. La vida de un obispo no vale más que la vida de un pobre campesino.

  2. Cayetano Núñez Rivero, en su monografía «La Iglesia y la política española 1931-1978: la segunda república y el franquismo», trata profusamente (p. 60 y ss.) la «carta colectiva del episcopado español a los obispos del mundo entero» de julio de 1937. Detalla tanto los nombres de todos los obispos firmantes, como los de quienes no firmaron y los motivos para no hacerlo, como por ejemplo el del obispo de Menorca, Juan Torres Ribas, «anciano de 92 años, ciego y enfermo, confinado en su diócesis».

    Sobre la actitud de Vidal i Barraquer, el autor destaca la trayectoria personal del mismo, «claramente catalanista». Pese a no firmar la carta colectiva ―según el citado autor porque tuvo que huir a Italia con motivo del Alzamiento Nacional y «el consiguiente desarrollo revolucionario en la zona republicana» sin poder regresar a España una vez finalizada la guerra civil— en carta al cardenal Gomá, fechada el 9 de febrero de 1937, manifiesta su deseo de reintegrarse a su archidiócesis, interesando por parte del representante de la Santa Sede en España ante el gobierno del general Franco una gestión ante el jefe del Estado: «[…] agradecerle de antemano que se digne expresar verbal y reservadamente sólo a la persona cerca de la cual ejerce su misión altísima, mis salutaciones y homenajes de simpatía y afecto y mis sinceros votos de que se logre cuanto antes alcanzar y establecer en nuestra España una paz sincera y perdurable… Desde este acogedor retiro ruega a Dios por el triunfo de la causa de la Iglesia en nuestra patria…».

    Acerca del obispo de Vitoria, en su negativa a firmar la referida carta colectiva que le fue remitida por el cardenal Gomá, manifiesta que «podría ya firmar este documento cuanto estuviese física y personalmente en mi puesto, en mi sede episcopal con las garantías que reclaman los sagrados cánones para el libre ejercicio del ministerio episcopal».

    (Johnny-Gin)

  3. Tarancón no pudo firmar la carata colectiva,, `pues no era Obispo. Ciertamente fue, en sus años de Obispo de Solsona, un admirador de la obra del Generalísimo y defensor de los valores de la Cruzada, como Jubany -éste en bajo perfil- amigos los dos de Doña Carmen Polo a la que regalaban cajas de bombones, hasta que Villot les dijo que si querían «ascender» debían cambiar de rumbo.

  4. La descristianización de España de los años 70 se debe en gran parte a la tarea de demolición de este cardenal infiel, de triste memoria.

  5. MARCO TOSATTI
    No nos perdamos en anécdotas. Van a por la Humanae Vitae y hay que pararlo ya.

    Ci sono alcune cose che fanno piacere. L’11 maggio scrivevamo che “In Vaticano indiscrezioni di buona fonte fanno filtrare che il Pontefice sarebbe sul punto di nominare – o avrebbe addirittura già formato – una commissione segreta per esaminare ed eventualmente studiare modifiche alla posizione della Chiesa in tema di contraccezione, così come è stata fissata nel 1968 da Paolo VI nell’enciclica Humanae Vitae. Fu quello l’ultimo documento del genere firmato da papa Montini, e era la formalizzazione di quanto il Concilio Vaticano II aveva elaborato su questo tema. Non abbiamo avuto finora conferme ufficiali dell’esistenza e della composizione di questo organismo; ma un richiesta di conferma, o di smentita, avanzata presso le sedi competenti finora non ha avuto risposta. Il che potrebbe costituire in sé un segnale. Nel senso che se la notizia fosse totalmente infondata non ci vorrebbe molto per dirlo”.

    Qualche giorno più tardi il sito cattolico statunitense OnePeterFive riprendeva la notizia, confermandone la solidità. E il 14 giugno il prof. Roberto de Mattei, su Corrispondenza Romana forniva alcuni dettagli. De Mattei scriveva: “Sarà mons. Gilfredo Marengo, docente al Pontificio Istituto Giovanni Paolo II, il coordinatore della commissione nominata da papa Francesco per “reinterpretare”, alla luce della Amoris laetitia, l’enciclica Humanae Vitae di Paolo VI, in occasione del cinquantenario della sua promulgazione, che cadrà il prossimo anno. Le prime indiscrezioni sull’esistenza di questa commissione, ancora “segreta”, riportate dal vaticanista Marco Tosatti, erano di buona fonte. Possiamo confermare che esiste una commissione, composta da mons. Pierangelo Sequeri, preside del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II, dal prof. Philippe Chenaux, docente di Storia della Chiesa presso la Pontificia Università Lateranense e da mons. Angelo Maffeis preside dell’Istituto Paolo VI di Brescia. Il coordinatore è mons. Gilfredo Marengo, docente di Antropologia teologica del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II e membro del Comitato Direttivo della rivista CVII-Centro Vaticano II Studi e ricerche”.

    Il 4 luglio scorso sul quotidiano dei vescovi italiani, Avvenire, monsignor Vincenzo Paglia, presidente della Pontificia Accademia per la vita, rilasciava un’intervista a Luciano Moia. Scrive oggi su La Nuova Bussola Quotidiana Lorenzo Bertocchi: “Il giornalista impegnatissimo sul fronte del rinnovamento della teologia morale instaurato da Amoris laetitia, chiedeva al prelato se certe «manipolazioni mediatiche» a proposito di ‘una commissione segreta per la “revisione” di Humanae vitae’, l’enciclica di papa Paolo VI sulla contraccezione e l’amore umano, corrispondessero a realtà. Non solo, Moia citava anche un ‘presunto elenco di esperti e di teologi – da Pierangelo Sequeri a Gilfredo Marengo – che sarebbero coinvolti in questo progetto’. E poi la domanda fatidica: ‘C’è qualcosa di vero in tutto questo?’. ‘Proprio nulla’, rispondeva Paglia, anzi ‘è un tempo opportuno perché la Chiesa aiuti tutti a reinventare la forza della generatività mentre il mondo rischia sterilità’.

    Due giorni fa Radio Vaticana ospitava un’intervista con mons. Gilfredo Marengo. Nella stessa dichiara che si dichiara che c’è “un gruppo di ricerca sull’Enciclica, in vista del 50° anniversario”. Faceva anche i nomi dei membri del gruppo impegnati nel lavoro: monsignor Pierangelo Sequeri, preside del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II, il prof. Philippe Chenaux, docente di Storia della Chiesa presso la Pontificia Università Lateranense e mons. Angelo Maffeis preside dell’Istituto Paolo VI di Brescia. Gli stessi indicati dal prof. de Mattei.

    In buona sostanza: confermata la notizia, e anche, se vogliamo, di una certa – chiamiamola così – discrezione dell’esistenza di questo insieme di lavoro. Tanto che né le fonti istituzionali a cui avevamo fatto richiesta a maggio, senza avere risposta, né l’arcivescovo Paglia, che avrebbe modulato in maniera diversa la sua smentita, né il collega Moia, specialista di questi temi per il giornale dei vescovi evidentemente ne erano al corrente. Come dicevamo: sono cose che fanno piacere. E ci confermano nella nostra grande fiducia e rispetto – con sane profonde riserve – verso le smentite ufficiali…

    LA BONINO IN CHIESA A BIE

  6. Vidal y Barraquer huyó de España, escoltado por la Policía de la Generalidad, que puso Companys a su disposición. Aceptó un trato de privilegio en vez de ponerse al frente con su auxiliar Borrás, para confortar a su clero y a sus diocesanos ante la inminencia del martirio.
    Su huida tuvo lugar poco antes de la matanza de eclesiásticos en el claustro de la catedral. Y si no firmó fue por razones ideológicas, las mismas que esgrimió en una carta al Nuncio Tedeschini antes de la Revolución, levantando una calumnia contra el futuro Cardenal Gomá, para evitar que fuese arzobispo de Toledo y Cardenal.
    Su Santidad Pío XII le dio el castigo adecuado, recluyéndolo en la Cartuja de la Valsainte en Suiza.

  7. el nefasto tarancon puede que haya fallecido hace 23 años, pero osoro, el licenciado en ciencias falsas y omella, el inútil sonriente, están intentando terminar la tarea que tarancon mismo había comenzado, la demolición de la iglesia española.

  8. Para implantar la «nueva iglesia» hay que falsear antes -y al menos también durante todo el proceso; después ya no hace falta- la «vieja y real historia». Todo muy visto, y muy manido, en el mundillo de la progrez política y pseudoreligiosa. Podría poner algunos nombres y apellidos pero, ¿para qué?

  9. Para implantar la «nueva iglesia» hay que falsear antes -y al menos también durante todo el proceso; después ya no hace falta- la «vieja y real historia». Todo muy visto, y muy manido, el mundillo de la progrez política y pseudoreligiosa. Podría poner algunos nombres y apellidos pero, ¿para qué?

  10. Así es. Yo ya sabía eso desde hacía tiempo. Pero nunca está de más que se recuerde de qué lado estuvo el burrianés hasta los años 60.

  11. Esto no es ninguna novedad; Tarancón lo dijo en el transcurso de un diálogo con José Luis Martín Descalzo en un ensayo que este autor publicó en 1982 con el título»Tarancón, el cardenal del cambio» (pág. 70).

  12. A los casos que cita (el nonagenario Torres, el exilado Irastorza, Múgica y Vidal) puede añadir, un quinto: el cardenal Segura, entonces exilado en Roma (faltaban varios meses para que fuera promovido a Sevilla), parece ser que, por ser entonces emérito de Toledo, no se le pidió la firma. Hubo además un obispo. Guitart de Urgel, que se resistió mucho a hacerlo aunque finalmente firmó muy a regañadientes.

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