Y con toda verdad. A comienzos del siglo XX fueron asesinados millón y medio de armenios. Esa nación, que presume y seguramente con razón de ser la primera nación cristiana, dicen que desde el año 301, tiene hoy tres millones de habitantes, aunque haya bastantes armenios diseminados por el mundo, el apellido terminado en an identifica a no pocos de ellos, sufrió uno de los genocidios más espantosos que conoció la inhumanidad. A manos turcas. Que siempre se han negado a reconocerlo.
Millón y medio de muertos es una cifra estremecedora y más en una población reducida. Por ser cristianos aunque fueran cismáticos.
Uno es bastante refractario a estupideces ecuménicas aunque no al verdadero ecumenismo que responde al reclamo de Cristo de que todos seamos uno. En la verdad y en la Iglesia. Pero cuando hermanos separados, son asesinados por confesarse de Cristo, se me olvida la separación y queda sólo la hermandad. Y no tengo la menor duda de que Él les habrá recibido en el Cielo con infinito amor. Porque llegaban lavados con la sangre del Cordero y la suya propia que se unía a la derramada en la Cruz.
No necesito decir que me siento unidísimo a mis hermanos católicos asesinados hoy por el islam. Su martirio me desgarra el corazón. Pero también me lo desgarra el de esos hermanos separados, de los que tanto discrepo en su origen y en sus creencias actuales, si bien el hecho de que derramen su sangre por confesar a Cristo me los acerca muchísimo. Me refiero a los que proceden de la Reforma. Ya los que vienen de los primeros siglos, del monotelismo, el monofisimo, el adopcionismo, el arrianismo…, cuando se estaban dilucidando esas cuestiones sin apenas comunicación y sin medios de la misma, pues soy ya muchísimo más comprensivo. Que hayan mantenido esa fe, que no es la católica, en un medio radicalmente hostil, con persecuciones sin cuento, me parecen admirables. Y tienen toda mi simpatía en la esperanza de que esas cuestiones, que no son ciertamente bagatelas, se disuelvan en la fraternidad del mismo amor a Cristo y a su Madre Santísima. Refrendado por ellos tantos siglos con su sangre.
El Papa Francisco no ha sido en Armenia políticamente correcto. Pero estuvo con la verdad que es con lo que tiene que estar el Papa. A mí no pocas de las «incorrecciones» de Francisco me preocupan. Y así lo he manifestado. Ésta me parece a la vez obligada y admirable. Le va a traer más complicaciones que aplausos. ¿Porque, qué católicos se preocupan hoy por nuestros hermanos armenios? No existen. Su atroz genocidio no lo quiere recordar nadie. Turquía es pieza clave y confusa en el conflicto de Oriente Medio. Y Armenia no existe.
Pues para el Papa si existe. Y el genocidio armenio. Creo que los católicos no pueden dudar en estar con él. Aunque ello le lleve a muchas más complicaciones que aplausos. El mío lo tiene. Entre Francisco y Erdogan o Kemal Ataturk mi elección no es dudosa.
Indignado: Está usted de broma. ¿verdad? Kemal Atatürk fue el responsable directo de crear la «refundada y moderna» República de Turquía a costa del genocidio de un millón y medio de armenios. ¿Qué dice de que no lo aplaudió? ¡Claro que no: lo provocó! Además de devastar con su ejército toda la Armenia histórica, que se lo pregunten a los armenios y griegos que vivían en Esmirna, cuyo barrio arrasó -y es sólo un ejemplo-, y a cuyos habitantes dio orden de asesinar. Naturalemente, eso no es aplaudir su muerte: es ser su directo responsable, provocándola.
No se equivoquen ustedes: Atatürk ni participó en el genocidio armenio, ni lo aplaudió. No es culpable de esa sangre. Tampoco incomodó a los cristianos griegos o armenios que restaban en Turquía al tiempo de proclamarse la República. Si de algo sí fue culpable, fue de no querer reconocer la participación del pueblo turco en esos crímenes, pero se entiende en el contexto de querer buscar una nueva identidad turca que no arrastrara consigo las negras sombras del imperio otomano.
Como dice el P. Canali, Mustafa Kemal Atatürk, como buen masón que fue, persiguió -no metafóricamente, sino cruentamente- a los cristianos. Eran un estorbo para su Turquía «laica». No es casual que los tres únicos países del mundo constitucionalmente «laicos» lo hayan sido, no por voluntad popular, sino por obra y gracia (por imposición) de políticos pertenecientes a la Masonería: Francia, Turquía y Estados Unidos. En el primero, la Revolución no estuvo exenta de persecución religiosa, que culminó con otro genocidio: el de la Vendée.
El genocidio armenio tiene dos fases: la primera durante los últimos años del imperio otomano, patrocinada por el partido de los Jóvenes Turcos -en definitiva envidiosos de que la prosperidad armenia fuese una recriminación a su vagancia- y la segunda fase fue en comandita entre el camarada Stalin, -cuyo régimen de terror muchos españoles quieren reeditar- y el llamado Padre de la Patria turca, Mustafá Kemal o Ataturk.
Pues el DRAE es bien clarito: Genocidio es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. El armenio, desde luego, lo es. Pero el que se está produciendo actualmente en Oriente Medio contra los cristianos, también. Si al Papa Francisco no le gusta llamar a las cosas por su nombre, allá él. La realidad no va a cambiar por eso.
Sin que sirva de precedente encuentro las palabras del Papa bastante razonables, pero yo no soy experto en interpretar frases.
Lo que sí es claro es que los armenios y los turcos no se reconciliarán en tanto los turcos no asuman el genocidio. La cuestión es que armenia es un país muy pequeño y Turquía muy grande y tal vez no les interese la reconciliación.
bergoglio condena el genocidio armenio y a la vez se niega a definir como genocidio la masacre de cristianos en el medio oriente, otra bergogliada mas! por cierto, andrea tornielli, es solo un lamezapatos bergogliano que siempre trata de buscar explicaciones y justificaciones a todo lo que haga y diga su amo bergoglio, que patético!
Andrea Tornielli, vaticanista entusiasta de Francisco, intenta explicar por qué para el Papa la palabra «genocidio» vale en ciertas ocasiones y en otras no: «No la considera, pues, aplicable a la situación de los cristianos en Medio Oriente. Pero la considera más que adecuada para definir las masacres sistemáticas y de enormes proporciones como las que sucedieron en Armenia en 1915, «el primer genocidio del siglo XX», al que habrían seguido la Shoah, el exterminio sistemático de seis millones de judíos por parte de los nazis, y el de los millones de muertos que provocó el stalinismo».
http://www.lastampa.it/2016/06/24/vaticaninsider/es/vaticano/genocidio-cundo-quiere-usar-la-palabra-y-cundo-no-LrS8XM1CwJtOo3dG1TyocP/pagina.html
¿Alguien le encuentra alguna coherencia a la explicación que aporta Tornielli? ¿Acaso el exterminio de los cristianos en Medio Oriente no es sistemático y de grandes proporciones?
Daniel Argentina: lo que yo he omitido y usted ha puesto no aporta absolutamente nada a la negación del Papa del genocidio en Oriente Medio, ni a su «extraño» concepto de «martirio cotidiano». ¿Que son mártires? Estupendo. Cuando son miles y miles de mártires, ya es un genocidio, aunque al Papa no le guste que se denomine por su nombre.
Completo lo que omite en los puntos suspensivos porque es importante.
«No me gusta, quiero que quede claro” había dicho en esa ocasión el obispo de Roma, “cuando algunos se refieren a lo que sucede con los cristianos en Oriente Medio como genocidio”, añadiendo que se hace un “reduccionismo sociologico” cuando se utiliza la categoría de genocidio para indicar “lo que es un misterio de la fe, un martirio”, y se hacen campañas para definir “genocidio” la experiencia de la persecución, “que lleva a los cristianos a la plenitud de su fe”.
A mi al menos me hizo reflexionar el tema de que sea posible que estemos olvidando que se trata de un martirio.
Mas en los tiempos que corren en todo el mundo y el tratamiento que se les va dando a los cristianos.
Pues comparen con estas otras declaraciones del Papa Francisco que recogió el «Vatican Insider» el pasado domingo 19 de junio:
“No me gusta –quiero que quede claro-, cuando algunos se refieren a lo que sucede con los cristianos en Oriente Medio como genocidio. Esto es reduccionismo” […] el martirio cruel” no es la única manera de dar testimonio de la fe cristiana. Hay más mártires hoy que en siglos anteriores, hoy hay un martirio cotidiano, el martirio de la paciencia, de la educación de los niños y la fidelidad en el amor”.