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El sacerdote Pablo D’Ors publicó un artículo en Vida Nueva que en su momento trajimos al Blog considerándole demoledor de la fe. Que haya un cura que se dedique a dinamitar las creencias de la Iglesia de una modo abierto y escandaloso no es para extrañar y menos en estos días. Siempre ha habido herejes y hoy parece que más que nunca. Lo que ya es incomprensible, y más escandaloso si cabe, es que un cardenal, y además presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, el impresentable Ravasi que juega al corro de la patata en honor de la Pacha Mama, lo que no sabemos si es más herético que imbécil o más imbécil que herético, llame a un sacerdote así, declaradamente no católico, como consultor del Pontificio Consejo que el preside. Luego habrá que ante tal cúmulo de herejías como hoy se están viviendo, ciertamente toleradas y hasta parece que amparadas por cargos importantísimos de la Iglesia, puedan pensar no pocos que la misma está dejada de la mano de Dios o en unas manos incompententes cuando no traidoras. Don José Rico Pavés, uno de los obispos más jóvenes y teológicamente más preparados de Españ, antiguo director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, acaba de pulverizar el artículo de Pablo D’Ors con un breve escrito publicado también en Vida Nueva. http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=24515 E indirectamente pone en su lugar al tonto de la Pacha Mama y el corro de la patata. No recuerdo haber visto nunca a un cardenal hacer el ridículo como este individuo del solideo «colorao». ¿Y si sólo fuera el ridículo…? Excelente y demoledor artículo de Rico Pavés al que hay que darle las gracias por cumplir sus deberes de obispo. Leo que monseñor Munilla, otro pastor excelente, hizo también lo mismo desde Radio María pero yo no le he oído. Si el obispo auxiliar de Getafe lo tiene tan claro, y con tanta razón, ¿qué hace D’Ors de cura católico? ¿Y el cardenal Ravasi de protector? A mí ambos me parecen una vergüenza en la Iglesia.
Al leer el artículo me he acordado del refrán: Dios los cría y ellos se juntan.
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Es normal que un cardenal que hace una danza a la Pacha Mama se rodee de gente con, al menos, las ideas confusas, cuando no herejes directamente.
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Puedo llegar a entender que alguien se meta en el blog a intentar convencernos de algo, que nos «predique», pero al menos que tenga mínimos conocimientos de lo que habla, porque meterse a teólogo sin tener ni idea o con diarrea mental es tener mucho vlaor. Luego el bloger lo borra y encima protestará. En fin que hay gente «pa too».
Orduño, no te voy a enviar al infierno, pero no estoy de acuerdo contigo, aunque no viene mal que de vez en cuando algún comentarista ponga contra las cuerdas al resto. Mi pregunta: ¿Se puede creer en algo?¿En serio te crees que la ciencia en los últimos 50 años ha evolucionado más que en los últimos 2000 años?¿Te crees que hemos alcanzado el sumum, y ya sabemos TODO y podemos clamar: «¡Dios ha muerto!»?
No le den más cacahuetes ni chucherías al mono tonto del Diablo. Él sabe a quién me dirijo. Los cristianos debemos huir como de la mortal peste de estos siniestros espíritus. Es un mandato divino.
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«Su memoria está por doquier.
En las paredes de las iglesias y de las escuelas,
en las cimas de los campanarios y de los montes,
en las ermitas de los caminos,
a la cabecera de las camas y sobre las tumbas,
millones de cruces recuerdan la muerte del Crucificado.
César ha dado, en sus tiempos, más ruido que Jesús,
y Platón enseñaba más ciencias que Cristo.
Todavía se habla del primero y del segundo;
pero ¿quién se acalora por César o contra César?
Y ¿dónde están hoy los platonistas o los antiplatonistas?
Cristo, por el contrario, está siempre vivo entre nosotros.
Hay todavía quien le ama y quien le odia.
Hay una pasión por la Pasión de Cristo y otra por su destrucción.
Y el encarnizamiento de tantos contra Él dice que no está todavía muerto.
Los mismos que se esfuerzan en negar su existencia y su doctrina
se pasan la vida recordando su nombre.»
Giovanni Papini
Claro, Orduño Isasi. Y por la misma regla de tres: la muerte de Cristo en la cruz, un vil asesinato, y nada más. Y su resurrección una historia edificante, una nostalgia del recuerdo, y nada más… Y la creación del mundo un átomo que explotó por casualidad, y aquí estamos y nada más.
Es que cuando ya no se tiene ninguna fe, todo se explica tan claro. Pero ahí está el problema: toda esa «claridad» no es la VERDAD. Y, por más vueltas que se le dé, lo de D’Ors es una dolorosa blasfemia contra Dios, Cristo y la Eucaristía, la Iglesia, los sacramentos, y la fe y la razón de cualquier católico. Y usted funge de altavoz. Todo salpicado de una amargura que sólo puede nacer de los abismos. Muy triste.
Y perfectamente denunciable.
Maese Hermenegildo como echemos de la Iglesia a todos los consagrados que riegan sus homilías con el veneno de la herejía nos quedamos -casi- solos. Para muchos, solo por poner un ejemplo, el dogma del pecado o el Infierno les suena a requetechufla, que es más que una simple chufla. ¿Quién dijo esto?: » Todos, todos iremos al cielo…- ¿y los ateos también, padre?- , TODOS».
Pues eso.
Después de este artículo herético y de la demoledora desautorización de un obispo, ¿por qué sigue este hereje de asesor vaticano?
Escribe Rico Pavés:
«Propone el autor presentar los sacramentos «como símbolos y ritos de valor universal, aptos para todos, cristianos o no», mostrando el cristianismo «como religión y humanismo inclusivo, no excluyente ni exclusivo». Pero, se pregunta al fin, ¿habrá alguien en la Iglesia que se atreva a aplicar esa solución?»
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Se supone que la misión de la Iglesia Católica es precisamente evangelizar y catequizar,
es decir explicar y transmitir los contenidos de nuestra fe, tal como los confesamos en el Credo, en el símbolo de la fe. Y para eso precisamente está el Catecismo de la Iglesia Católica.
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Además de ésto, Pablo D’Ors apunta claramente al papa Bergoglio
cuando menciona a alguien que quizás se atreva a aplicar esta solución de homologar los sacramentos católicos con los ritos paganos y presentar el catolicismo «como religión y humanismo inclusivo, no excluyente ni exclusivo»
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El papa jesuita no tiene autoridad para cometer semejante disparate,
pero de alguna manera está homologando a la Iglesia con «La Casa Común»
en la que todo cabe y todos cabemos.
Y por ahí se empieza, diluyendo lo propio cristiano en el cosmos universal.
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Quizás Monseñor Pavés no ha caído en la cuenta de esto.
O sí, pero se lo calla, como hacen muchos otros obispos.
María: A usted le puede parecer lo que le dé la gana, cosa que a mí me trae sin cuidado. Como le ocurrirá a usted conmigo. Pero como esta es mi casa y usted no me gusta, la echo. Supongo que comprenderá que en mi casa reciba a quien me dé la gana. Como sin duda lo hace usted en la suya.
¿Pablo D’Ors no es diocesano de Madrid? ¿El Arzobispo de la capital no va a tomar ninguna medida?
Es lamentable que la difusión de herejías por parte de un sacerdote salga gratis en la Iglesia.