Ha fallecido otro jesuita español, el P. Ignacio Boné. Según mis datos hace el número 61 de los muertos este año. Los mismos que en mi contabilidad fueron los de 2017. Cifra que de aquí a fin de año hasta se puede superar. Un amable lector, posiblemente más documentado que yo, eleva esa cifra casi a los setenta y nos añade que de los tres ingresos del año pasado dos ya se han despedido. A las bajas mencionadas hay que añadir los abandonos posteriores al noviciado que siempre existen. En años formativos o ya sacerdotales.
Con las muertes y abandono de este año seguramente los jesuitas españoles son ya menos de novecientos y un año más viejos que el año anterior. Un ingreso frente a más de sesenta defunciones marcan una agonía ciertísima. El porcentaje de jóvenes es cada vez menor y mayor la edad de los más jóvenes.
El que ahora se ha ido formaba parte de ese cada vez más mermado personal joven de la Compañía de Jesús. Y ha hundido la media, o la ha aumentado, pues ese sólo contaba 51 años. Era de los jovencísimos para lo que hay. Diciembre no está siendo bueno para las estadísticas pues han muerto dos jovenzuelos: Bosch, de 70 años y Boné de… ¡¡¡51!!!
No es arriesgado aventurar que el 2019 concluirá con menos de 800 jesuitas o casi a punto de perder ese listón y la mayoría de los mismos con más de setenta años. Si van a seguir vendiéndonos milongas no se las va a creer nadie.