| 20 abril, 2024
En poquísimo tiempo no va a quedar apenas muestra de lo que fue gloriosísima vida religiosa en nuestra patria.
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¿Y de este descomunal estropicio no hay nadie que tenga alguna responsabilidad? Los hay. Aunque pretendan disimularlo.
Si quieren vocaciones que se dejen de tanto requisito e informes de algún sacerdote que te conozca y demás tonterías; si alguien llama a tu puerta es por algo, en vez de facilitar las cosas las empeoran y así les va, cada vez más comunidades cerradas mientras los que están dentro de ellas miran para otro lado y solo se limitan a eso, a que pase el tiempo y preocuparse por pedir informes y limitar la edad de los posibles aspirantes, a menudo se puede leer: experiencia vocacional, si tienes entre 18 y 30 años; ¿acaso Dios solo llama en ese límite de edad?…a no que queremos gente joven; están dejando de lado lo que ahora puede ser el relevo vocacional con vocaciones adultas que no le gusta a la mayoría de las órdenes y congregaciones, pero seamos sinceros, un joven de 20 años ni se acerca; sigan limitando la edad de los posibles aspirantes y en 10 años no queda ni el tato y sino pregúntense cuál es la media de edad de cualquier comunidad religiosa de España, tanto masculina como femenina.
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Quienes tienen falta de discernimiento, no viven el espíritu original como luego retomará en la PC del tan renombrado CV II , son ellos…
En cambio el santuario de la Virgen de la Cabeza, donde sería celebrada su marcha, y que es una comunidad de 2, no lo dejan… Se nota donde está la gallina de los huevos de oro…
Una muy buena noticia habida cuenta de la desastrosa pastoral que hacían los trinitarios en sus parroquias y en prisiones. No hay mal que por bien no venga. Que pongan ahora curas diocesanos en las prisiones de Sevilla y se acabe la nefasta y progre pastoral trinitaria.
Los curas diocesanos de Sevilla se niegan a ir a ciertos destinos; uno de ellos es la cárcel.
Aquí el que más y el que menos aspira a estar lo más cerca posible de la capital, a llegar a una parroquia del centro (lo que equivale a no dar un paso al agua) y a no perderse una de las múltiples tradiciones y eventos religiosos de esta anacrónica ciudad, in primis de esa realidad ambigua, movediza y engañosa que es el mundo de las hermandades y cofradías.
Y si encima llegaran a ser canónigos, algunos ya ni aspirarían al cielo. Habrían alcanzado el sentido de su sacerdocio.
Echo de menos las cifras de los religiosos, de las congregaciones en España, del año pasado.