De lo que podemos los laicos

No somos una mierdecilla en la Iglesia aunque seamos, antes se decía mucho, Iglesia discente ante la docente. Ahora se nos dora más la píldora: sacerdocio real… Durante mucho tiempo parecía valer aquella frase, que ahora literalmente no recuerdo, que mas o menos decía que nuestra obligación en la Iglesia era callar, obedecer y pagar.

No era cierto pero en general podía valer. Digo que no era cierto porque ahí está esa pléyade de Reyes Santos. Que naturalmente eran seglares. Y muchos santos más. Como nuestros Isidro y  María de la Cabeza. De la época que uno conoce algo, que es la contemporánea, considerada desde la Revolución Francesa,  ha habido muchísimos laicos en vía a los altares alguno, que tuvieron notabilísima presencia eclesial y social. Donoso y Luis Veuillot, Chesterton, Trelles, Menéndez Pelayo, el niño mártir San Joselito, Gaudí y el marqués de Cubas, arquitectos genial uno y notable el otro, el marqués de Comillas, Eugenio Vegas, Pereda, Ramón Nocedal, Enrique Gil y Robles y su hijo José María, Herrera Oria en su larga vida como seglar, esos santos de pantalón corto que encantan a Javier Paredes y a todos los que hemos conocido su vida, entre ellos los dos pastorcitos de Fátima de los que apenas faltan diez días para que la Iglesia les proclame santos, los padres de Santa Teresita del Niño Jesús, Domingo Savio…

Y miles y miles de mártires, desconocidos en su gran mayoría, que ofrecieron a Dios sus vidas porque le amaban. Bastantes ya en la lista oficial de la Iglesia. No es una página, la de los seglares, inadvertida en la Iglesia. Tiene muchísimos santos aunque los reconocidos sean muchos menos.

Hoy sigue habiendo muchos seglares empeñados en la causa de Dios y de su Iglesia. Gracias a internet no pocos de ellos son activos y conocidos. La mayoría están lejísimos de la santidad, qué os voy a decir yo de mi mismo, pero no del amor a Cristo y a su Iglesia. Y algunas cosillas vamos logrando. Lo digo desde mi pobre experiencia. El panorama sería mucho más sombrío sin tantas páginas defendiendo, con mayor o menor fortuna, y con más o menos acierto, la causa de Dios.

Animo, por tanto, a todos los lectores seglares que comparten nuestros afanes que no se limiten a la simple lectura. Que actúen en lo que puedan que seguro que es más que acudir a la misa dominical o incluso a la diaria. Por importante que sea eso. Que el amor a Dios y a su Iglesia se manifieste en algo más que acudir a misa. Porque esa misa y tantas comuniones les obliga a más. Ciertamente que según sus posibilidades. Pero todos tienen, tenemos, más posibilidades. Aunque algunos no se lo crean. Por supuesto que no me refiero a los que además de su misa hacen otras muchas otras cosas. En la parroquia, en la familia, en su ámbito de relaciones… Aunque sólo sea barrer la iglesia que seguro Dios lo ve, y se lo guarda, desde su Corazón infinitamente agradecido. Pero hagamos algo mas todos. Que Él nos lo pagará y es muy buen pagador.

Termino mencionando a un laico a quien no conozco personalmente pero que está llevando desde su profesión una muy meritoria labor en favor de la Iglesia y de la justicia. Es un abogado aragonés, Jorge Español, empeñado en que se devuelvan a Aragón unos bienes eclesiales que se le han sustraído. No sé nada de su vida, que será la que sea. Pero en momentos que parecían perdidos pues el obispo de Lérida se empeñaba en retener lo que no era suyo y los aragoneses parecían olvidados en reclamar lo que les pertenecía, emprendió una campaña perdida que hoy ya no lo parece tanto. Desde su saber jurídico y sobre todo desde el empeño.

Un laico, un simple laico, que ha movilizado a Aragón y a la Justicia. Entiendo que no todos podemos ser Jorge Español pero a todos la Iglesia nos reclama algo más que sólo ir a misa. Los que van.