HA muerto el padre Martínez Cano

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Misionero de Cristo Rey.

Seguramente de lo más parecido a un santo que yo conocí.

Os dejo el recuerdo que le dedica quien le conoció y le quiso desde su nacimiento.

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Yo casi os diría que en vez de encomendarle a Dios os encomendarais a él.

Padre Antonio María

Jul 3

Me cuesta mucho comenzar estas líneas sin decir que cuando estudiaba Teología, me daba la impresión que casi todo lo que me enseñaban lo había aprendido con mi profesor de Religión de los tres años de BUP. Además, le oí infinidad de charlas en los Campamentos, numerosas máximas religiosas por las noches, las reuniones con el resumen del día siguiente, en los Campamentos.

Siempre tenía frío, siempre estaba contento, y rezaba el Rosario como lo más importante de su vida. Podríamos decir que lo que más marcó mi vida fueron los largos días de Peregrinación en el Camino de Santiago. Tanto en 1993, como en 1999 y, ya de sacerdote, en 2004. Por todo el sacrificio de aquellos años, y de toda su vida, quisiera darle las gracias.

Y voy a seguir hablando con usted, si no le importa. Sé que le gustaba que hablara por Radio, que salieran en los medios de comunicación los vídeos de YouTube, que le contara historias de los pueblos… pero eso ha sido hace muy poco tiempo. Me encantaba hacerle reír, ayudarle a Misa, tanto de niño, como joven, como siendo sacerdote, también. Cuando hacía tercero de EGB salía a jugar con nosotros al recreo, y en el campo de fútbol sala, chutaba la pelota al aire, y se dejaba de ver, antes de que volviera a caer. No le digo nada del día que avisó que tocaría un poste de la portería desde el centro del campo, y lo hizo a la primera. Nunca lo había visto, y no lo he vuelto a ver. Recuerdos de niño, de cosas que no pude aprender. También me acuerdo cómo explicaba que ganaron con el equipo de la «mili» al Formentera, en la Copa de las Islas Baleares, cómo le quería fichar el Español de Barcelona, pero usted decidió seguir a Cristo…

Le contaba algo hace poco. Cuando subíamos por la mañana, a desayunar, después de nuestro aseo, oración y Santa Misa, se estaba preparando, muy a menudo, una buena tortilla de espárragos. Esos que cogía mientras rezaba el Rosario, paseando por el jardín. Olía que alimentaba. La verdad es que nuestro desayuno no tenía nada que envidiar al suyo, pero me daba un gozo verlo disfrutar. Tantas veces le fregué la sartén, porque estaba encargado de la cocina.

También le gustaba que le explicara cómo me habían ido los exámenes, ahora le recuerdo en las Secciones de la Adoración Nocturna en el Colegio, noches y noches durante años y años. Siempre arrodillado. Siempre cerca de Jesús Eucaristía. De ese Amor al Señor Sacramentado vivimos todavía muchos, porque lo aprendimos de usted, cuando éramos muy pequeños. ¿Se acuerda? Pasábamos lista, y decíamos un nombre, y respondíamos «¡Viva Jesús!». Y Jesús Sellas, ahora con hijos, decía: «¡Viva Jezúz!». Y no había manera. Usted le decía: ¿Cómo te llamas?, y contestaba: Jesús… ¿Pues cómo se dice?… ¡Viva Jezúz! Y hasta el mes siguiente, con una graciosa carcajada.

Mi promoción de COU siempre le ha recordado con mucho cariño. Nos encantaban las clases. y los enfados también, y siempre repetían con una sonrisa, años después, las frases más características de nuestra adolescencia, que solían ser advertencias, o la alegría de haber podido enviar cinco mil pesetas a la Leprosería de Fontilles, o al Padre Werenfried de la «Ayuda a la Iglesia Necesitada».

Y como se lo estoy explicando todo mezclado, porque no me ha dado tiempo Padre, de aposentar los sentimientos que brotan del corazón, le daré también las gracias por el cariño que siempre tuvo a mis padres. Nos hemos sentido todos tan queridos por usted. Le hemos cogido cariño a Lorca, y a todos los murcianos, «¡Viva las murcianicas guapas!», está diciendo ahora mi hermana, cada hora que va pasando. Recuerdo lo feliz que estaba en torno a mi Ordenación. La primera Misa en el Tibidabo, los viajes a Sentmenat. El Derecho Canónico y sus difíciles preguntas…

También quería darle las gracias por tantas confesiones, las mías y las de tantas y tantas personas que venían a verle al Colegio sólo para confesar. Siempre estaba dispuesto. Tantos Ejercicios Espirituales, consejos, ilusiones compartidas, apostolados conjuntos. De usted he aprendido muchas cosas, pero sobre todo, por decir algo que pueda ser el final de este escrito, me quedo con el Amor a España Católica, nuestra Patria; y la entrega fiel al SACERDOCIO de toda su vida. Tiene que dar muchos recuerdos a tanta gente querida que le espera junto a Cristo, al que veremos cara a cara, en el Cielo, durante toda la eternidad. ¡Ruegue por nosotros, Padre!

Comentarios
6 comentarios en “HA muerto el padre Martínez Cano
  1. Un santo. Sin duda. Siervo bueno y fiel. Sacerdote ejemplar.
    Oremos por su alma, pero yo creo que podemos encomendarnos a él.
    Dios lo tenga en su gloria.

  2. Cualquier parecido entre el padre Martínez Cano y muchos curas de nuestro tiempo es pura coincidencia. No se parecen en nada. Seguro que enviará muchos favores desde el Cielo.

      1. Conocí al padre Alba y al padre Martínez Cano. También conozco a otros sacerdotes, hermanos y maestras que trabajan en el seminario-colegio de Sentmenat. Nos vemos cada 20/21 de enero. Hay una bella localidad en la costa gerundense donde en el siglo XV se formalizó un voto con ocasión de la peste negra. Lo cumplimos cada año. Nos acompañan desde 1970. Desde entonces y hasta 2001, el P. Alba no falló nunca. Unos vienen siempre, otros se van relevando. En 2011, uno de estos sacerdotes se despidió de mí hasta el año siguiente «si no se iba a Perú». Creo que allí está, ya que no le he vuelto a ver. También han venido alguna vez con alumnos/as del colegio.

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