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Franco, Pío XII y Vidal y Barraquer

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Un historiador, Luis Togores, nos habla de tres documentos y reproduce dos sobre Franco, Pío XII y Vidal y Barraquer:

https://www.larazon.es/cultura/el-no-de-franco-a-pio-xii-OC19932950

Los desconocía, me parecen de notable interés, y espero ver publicados los tres, con fecha de los mismos, porque son muy importantes para clarificar las primeras relaciones entre el Estado Nacional, ya victorioso, reconocido por el Vaticano y con un nuevo Papa.

Franco se muestra hijo fidelísimo de la Iglesia pero, como buen gallego, la vaquiña por lo que vale. Y Vidal y Barraquer, no cabía en la nueva España. Me gustaría saber quien fue el redactor de la carta porque es un modelo de negativa edulcorada al máximo. Si fue Franco, por otra parte es muy gallega, chapeau. De lo que estoy seguro es de que si no la escribió él la firmó encantado.

Y felicito a Togores no sólo por publicar esto, que creo que es sumamente revelador de la actitud de la Iglesia y del que  era ya indiscutido Caudillo, las victorias sobre quien murió hace más de cuarenta años y ganó hace ochenta, en el campo de batalla y no sobre una tumba, sino por acreditar una verdad ciertísima, para eso es verdad, pero universalmente ignorada.

La Pastoral Colectiva del Episcopado Español de 1937, que acreditó la «Cruzada» ante todo el mundo católico y que hizo por el Alzamiento Nacional más que nadie y que nada, tras ella Franco era el que defendía la Iglesia y los otros los criminales asesinos y ateos, no tuvo dos ausencias de firmas episcopales sino tres y hasta cuatro.

Aunque por motivos distintísimos. Los cuatro.

No firmó Vidal y Barraquer, cardenal arzobispo de Tarragona, y adversario declarado de Gomá, ya primado de España frente a la débil pretensión tarraconense, aunque seguro que allí llegó el cristianismo, con obispo, antes que a Toledo. La oposición de Vidal a Gomá, ambos evidentemente catalanes, fue torpe y hasta torticera. Ambos tenían notable personalidad pero el triunfador fue Gomá. Personalmente creo que valía todavía más que el tarraconense pero éste no era ningún mediocre. Y se había hecho con el nuncio Tedeschini. Que trigo limpio no era. O eso decían. Sin entrar a que fuera cierto o no, quiero suponer que no, un duelo en la Casa de Campo con un marido burlado.

Vidal alegó para no firmar, después de varias manifestaciones de indudable adhesión a los sublevados y a Franco, de lo que hay total testimonio, que su firma empeoraría la situación de sus sacerdotes, asesinados tantos, incluso su obispo auxiliar, y en principio es atendible su negativa. Aunque no faltará quien piense que su animadversión a Gomá, tantos años menos que él y ahora la figura de la Iglesia hispana, condicionaron, más que el peligro, evidente pero ya en 1937 mucho menos exterminador, su negativa.

Múgica era un buen obispo, de sentimientos monárquicos alfonsinos, que  fueron los que le llevaron al episcopado, pero tampoco exagerados.  Simplemente se encontró, en dos ocasiones, en un lugar comprometido sin que él tuviera nada que ver en ello. Y aconteció que le expulsó de su diócesis la República y la España nacional. ¿Qué le pareció un exceso el fusilamiento de poco más de una docena de sacerdotes suyos por pro euskadianos, que lo eran? También a Gomá que protestó ante Franco e inmediatamente logró el cese de esas atrocidades. Y a mí. Hoy está clarísima de quienes fue la responsabilidad de aquello.

Declaró que firmaría encantado la pastoral como obispo de Vitoria pero en su diócesis. No en un absurdo exilio. Como me parecía absurdo comparto totalmente su posición. Él, como obispo de Vitoria tenía fieles españolistas y separatistas, todos eran sus hijos. Y ya que le fusilaran a sus curas por ideas políticas, aunque no fueran las suyas, pues que tampoco.

Tampoco firmó la carta colectiva el obispo de Menorca Juan Torres que era nonagenario y murió bajo la dominación roja, creo, que sin embargo le respetó la vida. Imposibilidad absoluta de firmar y hasta es posible de que se diera cuenta delo que tenía ante sus ojos.

Y luego viene la gran incógnita de la firma ausente que Togores reconoce como tal y que nadie nombra. El obispo de Orihuela Irastorza. Que no firmó por vasco, tampoco fue ese el caso de Múgica, sino porque nadie sabía donde se encontraba. Al parecer en Inglaterra. Había desaparecido de la diócesis, encomendada a un administrador que fue asesinado en 1936, el  doctor Ponce, y a saber de la historia de este vasco que una vez concluida la guerra se presentó en el obispado y lo gobernó hasta su muerte en 1943. Sin el menor problema de las autoridades franquistas. Al menos a lo que yo sepa.

Pero no estamos hablando de firmantes de la colectiva sino de relaciones iniciales entre Franco y Pío XII

 

Comentarios
7 comentarios en “Franco, Pío XII y Vidal y Barraquer
  1. Por favor, si vivís en la ciudad de México, necesito alguien que vaya a donar sangre para mi hija al Instituto Nacional de Cardiología. Se llama Carmen Lucía de la Fuente Navarro. Su número de expediente es 362937. Mi correo es [email protected]. Si el señor blogger me borra, agradecería que nos pusiéramos de acuerdo sobre cómo pedir esto de otra forma en su blog, que lo lee mucha gente, muchos en la Ciudad de México, porque don Francisco mismo lo ha dicho en alguna ocasión.

  2. – «Como Papa tuyo que soy me restituyes al proseparratas en España y en su palacio».

    – «Pues va a ser que no, santo Padre, que aún está caliente la sangre de los mártires que murieron por la aquiesciencia del individuo».

    1. Pero es que entonces el nacionalismo vasco era católico, es más, se las daban de más católicos que nadie y de que el País Vasco (y también Navarra) era una isla católica en medio de una España impía y pagana (no lo decían con esas palabras, claro, pero la idea era esa). De hecho, el nombre en vasco del PNV (Eusko Alderdi Jeltzalea) contiene en sí el acrónimo JEL (Jaungoikua Eta Lagizarra) que viene a significar: «DIOS y Ley Vieja». O sea, en esencia lo mismo que defendían los carlistas y que viene a recordarnos que el PNV es continuación histórica del carlismo vasco. Véase también cómo los socialistas bloquearon hasta 1936 el estatuto de autonomía vasco porque no querían «un Gibraltar vaticanista» (palabras textuales de Indalecio Prieto). Por ese motivo, en esos años el nacionalismo vasco estaba muy bien visto en el Vaticano. Y de hecho, siempre lo estuvo hasta la llegada de Juan Pablo II al trono de San Pedro.

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