«Elogio de la vida sencilla» de José María Pemán

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Biografía - José María Pemán

 

Recordado en Decíamos ayer…

 

«Elogio de la vida sencilla» – José María Pemán (1898-1981)

Por Decíamos ayer… – 30.11.22

Vida inquieta, frenesí

de la ambición desmedida…

¡Qué mal comprende la vida

el que la comprende así!

 

la vida es soplo de hielo

que va marchitando flores;

no la riegues con sudores

ni la labres con desvelo;

la vida no lo merece:

que esa ambición desmedida

es planta que no florece

en los huertos de la vida.

 

Necio es quien lucha y se afana

de su porvenir en pos:

gana hoy pan y deja a Dios

el cuidado de mañana.

 

Vida serena y sencilla,

yo quiero abrazarme a ti,

que eres la sola semilla

que nos da flores aquí.

 

Conciencia tranquila y sana

es el tesoro que quiero;

nada pido y nada espero

para el día de mañana.

 

Y así, si me da ese día

algo, aunque poco quizás,

siempre me parece más

de lo que yo le pedía.

 

Ni voy de la gloria en pos,

ni torpe ambición me afana,

y al nacer cada mañana

tan sólo le pido a Dios

 

casa limpia en que albergar,

pan tierno para comer,

un libro para leer

y un Cristo para rezar;

 

que el que se esfuerza y se agita

nada encuentra que le llene,

y el que menos necesita

tiene más que el que más tiene.

 

Quiero gozar cuanto pueda,

y, con acierto y medida,

gastar moneda a moneda

el tesoro de mi vida;

 

mas no quiero ser jamás

como el que amontona el oro

y no goza del tesoro

por acrecentarlo más.

 

Quiero gozar sin pasión,

esperar sin ansiedad,

sufrir con resignación,

morir con tranquilidad;

 

que, al llegar mi postrer día,

quiero pensar y decir:

«Viví como viviría

si ahora volviera a vivir.

 

Viví como un peregrino,

que, olvidando los dolores,

pasó cogiendo las flores

de los lados del camino;

 

cantando he dejado atrás

la vida que recorrí;

pedí poco y tuve más

de lo poco que pedí;

 

que si nadie me envidió

en el mundo necio y loco,

en ese mundo tampoco

he envidiado a nadie yo».

 

Tras los honores no voy;

la vida es una tirana,

que llena de honores hoy

al que deshonra mañana.

 

No quiero honores de nombres;

vivo sin ambicionar,

que ese es honor que los hombres

no me lo pueden quitar.

 

He resuelto despreciar

toda ambición desmedida

y no pedirle a la vida

lo que no me puede dar.

 

He resuelto no correr

tras un bien que no me calma;

llevo un tesoro en el alma

que no lo quiero perder,

 

y lo guardo porque espero

que he de morir confiado

en que se lo llevo entero

al Señor, que me lo ha dado.

* En «De la Vida Sencilla», V. H. Sanz Calleja Editores e Impresores – Madrid, 1923.

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