El Yermo camaldulense llega a la diócesis de Córdoba

|

Es una buena noticia esta apertura ante tantos cierres.

Y estos de progres no tienen absolutamente nada.

<

https://www.diocesisdecordoba.es/noticias/el-yermo-es-una-fuente-de-gracia-inimaginable-para-la-diocesis

 

Comentarios
6 comentarios en “El Yermo camaldulense llega a la diócesis de Córdoba
  1. Una orden maravillosa, admirable, de las que dan placer solo con verlas. Estos y los cartujos son lo mejor que tiene la Iglesia, más valiosos que las niñas de sus ojos, de fidelidad a prueba de bomba y regla austerísima. Una inmensa alegría verlos.

  2. Me alegro de conocer esa noticia.
    Gregorio XVI (1831-1846), era camaldulense. Desde su muerte hasta la elección de Francisco todos los papas pertenecieron al clero secular. También fue el último papa elegido sin ser obispo, aunque sí era cardenal, y hubo que conferirle la consagración episcopal antes de proceder a su coronación.

  3. Qué bien está resumido…fuente de gracia para la diócesis.

    Ojalá fuera siempre así la mirada a los contemplativo que oran por nosotros.

  4. También deseo recordar con emoción al difundo P. Isaac Tortorica, abad que sucedió al P. Gordillo en La Oliva, de quien también guardo el inolvidable recuerdo de su generosidad.

  5. Conozco al P. Pablo Gordillo desde hace 20 años -por quien siento un profundo aprecio y sincero agradecimiento por el excelente trato que me dispensó en aquel entonces- cuando era abad del monasterio cisterciense de La Oliva, en Carcastillo (Navarra) de quine, desde que salió de La Oliva he seguido su trayectoria.

    Casualmente, ayer visité dicho monasterio y hablando con el hospedero pregunté por el P. Gordillo, informándome de la grata noticia de que había fundado el Yelmo camaludense en Córdoba, lugar que pienso visitar cuando pueda.

    Solo puedo dar testimonio que el P. Gordillo es un verdadero siervo de Dios, a quien sirve con austeridad y dedicación. Aún a pesar de que le traté solamente varios años, guardo de él un magnífico recuerdo.

    De ahí que me sienta gratamente impresionado al leer en este medio la noticia que conocí ayer de manera casi accidental, pues hacía años que no visitaba La Oliva, donde me acogió el P. Francisco, -otro hombre de Dios, cual Job, ejemplo de fe y amor a Dios y al prójimo a pesar de las vicisitudes que le ha deparado la vida- las veces que necesité acudir a la hospedería.

    Mal que les pese a sus enemigos internos, esta es una pequeña muestra de que la Iglesia de Cristo sigue viva y que su llama no se apagará jamás a pesar de los esfuerzos de quienes quieren, desde dentro, apagarla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *