Y no me refiero a la rabadilla de las aves aunque en ocasiones, varias, puedan coincidir. Con obispillos, obispillos. Hasta ser regla casi general.
Lo malo es que en Madrid los obispos culo de pollo parecen haber sido buscados, y encontrados, con candil. Un obispo coadjutor, en España solo tenemos uno, como cualquier obispo de otro tipo, puede salir bueno o malo, aquí nos salió pepino. O calabacín. Auxiliares los hay excelentes, aceptables y penosos, como es lo normal dado su mayor número. Y hasta «arrecogíos», debilidad de Cañizares. Que ya va por cuatro. Otro débil, tal vez peor, sea Osoro pues él no acepta lo desechado sino que lo busca y lo promueve.
Es el único arzobispo con cuatro obispos auxiliares y solo uno heredado. Que, ¡oh maravilla!, es el único que vale. La abominable herencia de Rouco una vez más es lo único positivo que tiene. E incapaz de darse cuenta de ello. No me he expresado bien. Capaz claro que es y absolutamente consciente, lo que se resiste es a reconocerlo.
Pues, tres eran tres los hijos de Osoro, tres eran tres y a cual más deterioro. Dos, por rabadilla, el tercero al menos podría presumir de la maldad ontológica del mal frente a la necedad de las vírgenes sin aceite. De ir al infierno, Dios me libre, creo que preferiría ir por malo a por tonto de capirote. Querer disimular seminarios que otros hunden o rematar absueltos que otros odian es verdaderamente de obispillo de pollo. Y de Madrid.
No voy a poner fotografía. Me vale cualquiera de los dos.