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De la inauguración de la plenaria de ayer

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Porque ya son las 0.50 del martes.

El discurso del presidente soporífero.

Y algún asistente cayó en brazos de Morfeo.

Muy en la línea Blázquez.

Que nunca fue de laureada.

Amorisista, constitucionalista, no diría que no rajoyista, con alguna alusión de mal gusto, en mi opinión, a algún hermano… Pero todo con poquita voz, sin romper platos, como intentado pasar desapercibido. Don Ricardo no tiene nada que ver con un caballo en una cacharrería. Lo más entretenido de esos actos son los encuentros. Con amigos y conocidos del orden episcopal, sacerdotal y laical. Y ya sé que este último no es un orden sino un estado. Siempre hay apostilladores si uno no precisa. Nunca hablo de mis amigos, que los hay, ni me acerco a los que no me quieren, y comprendo perfectamente la falta de cariño pues motivos no les faltan, para no crearles un momento desagradable. Tampoco hoy romperé esa línea. Me pareció notar bastantes ausencias pero el que yo no les haya visto no quiere decir que no estuvieran. En la presidencia, de derecha a izquierda, el secretario, y después los cardenales Amigo, Cañizares, Blázquez, Rouco y Sistach. Y en lugar del nuncio, ausente, alguien de la nunciatura que pronunció al final unas brevísimas y deslavazadas palabras. ¿Era ese consejero que no me puede ver? Posiblemente. Como no le había visto en mi vida no puedo asegurarlo. Don Carlos Amigo ha recuperado su magnífico aspecto de siempre y, como siempre, un señor. Quiero mencionar a un obispo, del que en ocasiones no puedo hablar bien, pero que es de una simpatía tan arrolladora que cada vez que me lo encuentro, siempre en estas ocasiones, y ya van dos, me desarma. Gracias, monseñor por su bonhomía, por su saber estar, por devolver sonrisas a las críticas. Me llevé también la alegría de tropezarme con otro obispo con quien no había encajado y del que he hablado en ocasiones bien y otras no tanto. Le agradezco en esta ocasión su amabilidad. Fueron unas breves palabras amables por su parte. Y seguramente inmerecidas por la mía. En adelante ya no podré decir lo que varias veces he dicho. Me alegro mucho. De los obispos a los que quiero sólo dejar constancia del encuentro gozoso. A uno de ellos, queridísimo, hacía algún tiempo que no me lo encontraba. Él  sabe que tanto yo, como parte de mi familia, le queremos muchísimo. Tengo su fotografía enfrente de mi ordenador. Y le miro muchas veces dando gracias a Dios por la bendición de su persona. He conocido a otro del que tenía muy buenas referencias. Me recordó que teníamos un queridísimo amigo común. Se dice eso, en ocasiones falso, de que los amigos de mis amigos son mis amigos. Creo que a partir de ayer no es necesario recurrir a la frase hecha. Gracias por su simpatía. Me tropecé un par de veces con un obispo al que he puesto siempre a escurrir. Naturalmente no me di a conocer ni intercambié palabra alguna con él. Pero sentí algo que me alegró. Pensé que algún día igual nos dábamos un abrazo. Y me gustó la idea. Sin que ello supusiera cambiar mi idea sobre todo lo que pienso que hizo mal. Que fue no poco. Vi también a  otro obispo, que me pareció que llegaba al final del acto y que también está entre los que no me pueden ver, al que encontré desmejoradísimo de aspecto. Sin que ello, por supuesto, me alegrara nada. Y también me alegró no alegrarme. Ahora voy a mencionar a uno, nominatim: el obispo de Orense. Jamás intercambié una palabra con él. Pero una vez más le vi con el cuello romano en vez de la blanca doble. Y pienso que la elegancia no le sienta mal a los obispos. Siempre que en ellos haya algo más que elegancia. Quise saludar a un administrador diocesano y pensaba pedirle a un amigo suyo, y mío, que me lo presentara. Pero nuestro común amigo no estaba en la Asamblea, o no le vi. Pregunté a un sacerdote si le conocía y, amabilísimo, retrocedió para encontrarle pero no le halló. Para otra ocasión. Y a la persona que me dio la bienvenida mi agradecimiento. Que esas cosas uno las guarda. Termino con un seglar. Hace muy poco que nos conocemos y de un modo grato. Deberíamos comer un día. Yo en esos actos me lo paso muy bien. Por eso voy. La fotografía, la tomo del artículo de Jesús Bastante, que me parece, aunque desde su óptica, aceptable.

Comentarios
12 comentarios en “De la inauguración de la plenaria de ayer
  1. Oh, Joaquín! ¿Erasmista? ¿Heterodoxo? Pues nada hombre si Erasmo es el modelo religioso, tu modelo, pues adelante, pero no es el modelo de católico ni de pensador católico. Con peligrosísima herejía o sin ella como te venga bien.
    Para mi el ejemplar intelectual católico y gobernante ecuánime además de decente integral es santo Tomás Moro del que fue amigo Erasmo, al que copió sus maneras que no su decencia intelectual y en cuya casa de Londres en los buenos tiempos disfrutó Erasmo como huésped a mesa y mantel
    Pero cuando santo Tomás Moro por no aceptar el divorcio regio, sobrevenido al estilo francisquita, fue condenado por el rey degüella-mujeres Enrique VIII, no tuvo a bien interceder ante el libidinoso monarca porque tu modelo-patrón cobraba una pensión gratis et amore del rey inglés y a la vez de Carlos V sobrino de su verdadera mujer la reina Catalina Aragón y Castilla.
    No se horrorizarían de mi los santos Moro ni Aquino. Ignoro si de tí tampoco y de tus similares doctrinarios homenajeadores de Erasmo de Rotterdam
    Tampoco soy un sedevacantista disfrazado o a cara descubierta por el hecho de que discrepe del Vaticano II en las hermenéuticas que no se atienen a la Dogmática Católica. Y porque el Vaticano II con todos sus intervinientes, salvo media docena, ha transgredido la Encíclica de Pio XI Mortalium Animos, a sabiendas los promotores y tontamente los acomplejados conciliares.
    Como ahora los sinodalistas recientes y la correspondiente Exhortación francisquita.
    Ya ves que no me oculto.

  2. ¿Pero lo hacía bien de profesor en Salamanca? Supongo que sería antes del homenaje a Erasmo en la Pontificia decadent,e interconfesional-interreligiosa. La teología católica está de capa caída entre los presuntos intelectualones.
    Quedemos a la espera del pronunciamiento agradecidísimo y muy misericordioso sobre la Exhortación postsinodal en la Asamblea presidida por D. Obviedades.Cada uno es como es.

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