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Un cardenal cuestionado: Ezzati

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Tengo el peor de los conceptos de algunos cardenales salesianos: Obando, Maradiaga, Bertone, Ezzati. No es general. Me pareció excelente el fallecido Stickler y los actuales Amato y Zen Ze-kiung. Pero la mediocridad de los primeros, aunque haga parecer lumbreras a los segundos, no les quita el pésimo concepto que se merecen.

Posiblemente Ezzati sea el más discreto de las mediocridades tal vez por considerarse tal, lo que ya es un cierto mérito, y rehuir protagonismos. Pero absolutamente bizcochable como es no da la mínima talla que requeriría en estos días recios el arzobispo de Santiago de Chile. Archidiócesis muy maltratada en sus pastores. Desde Silva Henríquez, también salesiano y seguramente el peor de todos pero él sin duda de notable personalidad, de la que carecen los otros, hasta hoy. Silva, Fresno, Errázuriz y Ezzati son como para acabar con cualquier diócesis y la de Santiago era en Chile el referente. Sobre el pobre Ezzati, cuya mayor virtud es que ya tiene 75 años, os dejo un artículo que acaba de publicarse en la capital chilena y que le pone en su sitio. En su pobre sitio.

http://impresa.elmercurio.com/mermobileiphone/HomeSlide.aspx?NewsID=498990&BodyID=10&PaginaId=1&SupplementId=0&dt=02-07-2017%200:00:00&src=search#pagina-13

Pronto, en uno o dos años, habrá que sustituir al salesiano. Pienso que todavía será cosa del Papa Francisco. Y al respecto que cada uno piense lo que quiera. Pero Santiago de Chile precisa como el comer un gran arzobispo católico. ¿Llegará? Yo en estos días no soy precisamente optimista.

Comentarios
12 comentarios en “Un cardenal cuestionado: Ezzati
  1. Da pena la carta de Ezzati, intentando blindar el silencio habitual de Bergoglio sobre moral y defensa de la vida humana ante el inicuo crimen del aborto, lo cual ya anticipa la actitud elusiva que tendrá el Papa en su futura visita a Chile.

    Si fuera verdad -como afirma un comentarista- que el Papa deja la cuestión del aborto en manos de la conferencias de obispos, sería algo inadmisible en el maestro y guía de los cristianos. Un lavarse las manos del más grave problema moral de nuestro tiempo.

  2. ¿Seá caridad cristiana lanzar unas críticas duras contra una persona en un medio público sin siquiera fundamentar la crítica, sin dar si quiera un motivo por el que cree que el Cardenal Ezzati es tan pesíma persona y Arzobispo? ¿Qué ha hecho Ezzati para merecer lo que se le hace aquí?
    La discusión parece ser que si el Papa Francisco se referirá al tema del aborto en Chile. Sabiendo como es y cómo ha procedido en otras ocasiones, que ha dicho que esos temas les tocan a los obispos locales y a las Conferencias Episcopales no va a decir nada. Conozco personalmente al Cardenal Ezzati y no me parece que se merece este tipo de críticas.
    Habría que cuestionar la necesidad de este tipo de viaje papal . Creo que el Papa debería de quedarse en Roma y dedicarse a gobernar tanto su diócesis como la Iglesia universal. Si hace un viaje que sea para una reunión de obispos y no para que lo apluaden y luego poco más.

  3. ¿Seá caridad cristiana lanzar unas críticas duras contra una persona en un medio público sin siquiera fundamentar la crítica, sin dar si quiera un motivo por el que cree que el Cardenal Ezzati es tan pesíma persona y Arzobispo? ¿Qué ha hecho Ezzati para merecer lo que se le hace aquí?
    La discusión parece ser que si el Papa Francisco se referirá al tema del aborto en Chile. Sabiendo como es y cómo ha procedido en otras ocasiones, que ha dicho que esos temas les tocan a los obispos locales y a las Conferencias Episcopales no va a decir nada. Conozco personalmente al Cardenal Ezzati y no me parece que se merece este tipo de críticas.
    Habría que cuestinar la necesidad de este tipo de viaje papal . Creo que el Papa debería de quedarse en Roma y dedicarse a gobernar tanto su diócesis como la Iglesia universal. Si hace un viaje que sea para una reunión de obispos y no para que lo apluaden y luego poco más.

  4. Desde hace más de 50 años, la arquidiócesis de Santiago de Chile se encuentra bajo la pesada sombra del Cardenal Silva Henríquez, un filo demócratacristiano -en nuestro país, un partido de izquierda- al que el clero, mayoritariamente de dicha tendencia, venera como a un padre fundador. Sin disimular sus simpatías por la izquierda, absolutizó lo político y lo social, y en cierto sentido relativizó lo religioso, persiguiendo luego del Concilio Vaticano II las expresiones públicas de la piedad tradicional, como, por ejemplo, suprimiendo la procesión de la Virgen del Carmen, Reina de Chile, la más importante de la ciudad, que restableció después gracias a los piadosos oficios de una cercana pariente. Silva no tuvo el menor empacho de entrar a la arena política, llegando a ser el candidato no proclamado de la izquierda a la presidencia de la República (!), aunque esto él jamás lo habría aceptado. La prédica de los sacerdotes en la Misa no pareció tener otro tópico que la trilogía pobres, democracia y derechos humanos, lo que más tarde valdría una visita del Cardenal Ratzinger y luego una severa llamada de atención de San Juan Pablo II durante su visita a Chile en 1987.

    Consecuencia de lo expresado fue la grave división y el escándalo que Silva Henríquez, líder además de una importante facción de nuestros obispos, produjo entre los católicos de un Chile que hacía poco había logrado librarse de caer bajo el yugo soviético y que con los costos del caso aún luchaba por consolidarlo, no pocos de los cuajes se alejaron de la Iglesia y murieron sin los sacramentos.

    Cuando por edad presentó su renuncia en 1983, contrariamente a lo que esperaba, San Juan Pablo II la aceptó de inmediato. El nombramiento del sucesor, así como los de los siguientes, fue cosa muy espinuda, porque la mayoritaria izquierda clerical siempre se ha movilizado organizadamente en contra de los candidatos de la Sede Apostólica, uno de los cuales renunció poco antes que su nombramiento se hiciera público. Esto explica que todos sus sucesores, si bien más moderados, hayan seguido en diverso grado su línea, con la excepción del Card. Carlos Oviedo, un mercedario de inobjetable y tradicional línea doctrinal y pastoral, cuya memoria ha sido erradicada. Su sucesor, el Card. Francisco Javier Errázuriz, un schönstattiano de virtud ejemplar y de buena línea doctrinal y pastoral, también terminó crucificado.

    La mayoría de los sucesores de Silva Henríquez, si bien de indudable virtud, ha sido en diverso grado pastores mediocres.

    El nombramiento de Ezzati, tampoco el preferido de Roma, obedeció una vez más a la movilización de la facción izquierdista del clero y además, descaradamente, del gobierno izquierdista de turno (Bachelet), el que desplegó un intenso lobby ante la Santa Sede.

    Durante su gobierno ha ocurrido -aunque también por otras causas- una baja sin precedentes en los católicos de Santiago, y, cosa elocuente, el número de seminaristas se encuentra muy mermado. Lamentablemente, su parco estilo pastoral -famoso también por el trato a sus sacerdotes- así como su falta de enjundia teológica ha sido tal vez la causa principal de su poca llegada a la gente. Además, Ezzati, en la circunstancia de ser salesiano en Santiago de Chile, nunca tuvo la imprescindible vinculación ni llegada con la élite tradicional de la ciudad, mayoritariamente un bastión de catolicidad y de apoyo a la Iglesia; circunstancia que no ha cambiado mucho. A menos que Dios provea lo contrario, como fervientemente se lo pedimos, la sombra de Silva Henríquez seguirá pesando en el nombramiento del sucesor de Ezzati, que podría darse en 2018, luego de la visita del Papa.

    Os ruego encomendar esta importante intención a Nuestra Señora.

  5. Desde hace más de 50 años, la arquidiócesis de Santiago de Chile se encuentra bajo la pesada sombra del Cardenal Silva Henríquez, un filo demócratacristiano -en nuestro país, un partido de izquierda- al que el clero, mayoritariamente de dicha tendencia, venera como a un padre fundador. Sin disimular sus simpatías por la izquierda, absolutizó lo político y lo social, y en cierto sentido relativizó lo religioso, persiguiendo luego del Concilio Vaticano II las expresiones públicas de la piedad tradicional, como, por ejemplo, suprimiendo la procesión de la Virgen del Carmen, Reina de Chile, la más importante de la ciudad, que restableció después gracias a los piadosos oficios de una cercana pariente. Silva no tuvo el menor empacho de entrar a la arena política, llegando a ser el candidato no proclamado de la izquierda a la presidencia de la República (!), aunque esto él jamás lo habría aceptado. La prédica de los sacerdotes en la Misa no pareció tener otro tópico que la trilogía pobres, democracia y derechos humanos, lo que más tarde valdría una visita del Cardenal Ratzinger y luego una severa llamada de atención de San Juan Pablo II durante su visita a Chile en 1987.

    Consecuencia de lo expresado fue la grave división y el escándalo que Silva Henríquez, líder además de una importante facción de nuestros obispos, produjo entre los católicos de un Chile que hacía poco había logrado librarse de caer bajo el yugo soviético y que con los costos del caso aún luchaba por consolidarlo, no pocos de los cuajes se alejaron de la Iglesia y murieron sin los sacramentos.

    Cuando por edad presentó su renuncia en 1983, contrariamente a lo que esperaba, San Juan Pablo II la aceptó de inmediato. El nombramiento del sucesor, así como los de los siguientes, fue cosa muy espinuda, porque la mayoritaria izquierda clerical siempre se ha movilizado organizadamente en contra de los candidatos de la Sede Apostólica, uno de los cuales renunció poco antes que su nombramiento se hiciera público. Esto explica que todos sus sucesores, si bien más moderados, hayan seguido en diverso grado su línea, con la excepción del Card. Carlos Oviedo, un mercedario de inobjetable y tradicional línea doctrinal y pastoral, cuya memoria ha sido erradicada. Su sucesor, el Card. Francisco Javier Errázuriz, un schönstattiano de virtud ejemplar y de buena línea doctrinal y pastoral, también terminó crucificado.

    La mayoría de los sucesores de Silva Henríquez, si bien de indudable virtud, ha sido en diverso grado pastores mediocres.

    El nombramiento de Ezzati, tampoco el preferido de Roma, obedeció una vez más a la movilización de la facción izquierdista del clero y además, descaradamente, del gobierno izquierdista de turno (Bachelet), el que desplegó un intenso lobby ante la Santa Sede.

    Durante su gobierno ha ocurrido -aunque también por otras causas- una baja sin precedentes en los católicos de Santiago, y, cosa elocuente, el número de seminaristas se encuentra muy mermado. Lamentablemente, su parco estilo pastoral -famoso también por el trato a sus sacerdotes- así como su falta de enjundia teológica ha sido tal vez la causa principal de su poca llegada a la gente. Además, Ezzati, en la circunstancia de ser salesiano en Santiago de Chile, nunca tuvo la imprescindible vinculación ni llegada con la élite tradicional de la ciudad, mayoritariamente un bastión de catolicidad y de apoyo a la Iglesia; circunstancia que no ha cambiado mucho. A menos que Dios provea lo contrario, como fervientemente se lo pedimos, la sombra de Silva Henríquez seguirá pesando en el nombramiento del sucesor de Ezzati, que podría darse en 2018, luego de la visita del Papa.

    Os ruego encomendar esta importante intención a Nuestra Señora.

  6. Joaquín: Yo no dije que todo obispo americano, ni hispano americano, sea malo. Conozco a unos cuantos óptimos. Por supuesto que Cipriani entre ellos.
    Aunque pienso que su comentario no iba por mí sino por otro comentarista.

  7. Ezzati roza la idiocia, pero, a Dios gracias, semejante necio no será ni siquiera recogevotos en el cónclave del 2020, dadas sus escasas luces (menos que la puerta de una nevera).Por cierto, ha muerto Meisner, el cardenal emérito de Colonia, octavo purpurado fallecido en este 2017, que amenaza con superar la plusmarca de óbitos en el Sacro Colegio.Con tanto nonagenario, de aquí a fin de año esto va a parecer un tanatorio.¿Quién será el próximo?¿Fulminará Dios a uno de los purpurados demoledores de la Iglesia?

  8. Transcribo la carta que el cardenal Ezzati envió hoy al diario de Santiago de Chile, El Mercurio, rebatiendo las afirmaciones de su contradictor:

    Señor Director:

    Quisiera llamar su atención sobre dos aspectos de la columna publicada en su edición del domingo 2 de julio, firmada por el señor Carlos Peña, bajo el título «El Papa, la UDI y el aborto».

    El primero de ellos es que para referirse a una obligada opinión del Papa Francisco relativa a la discusión legislativa sobre la despenalización del aborto en tres causales, cita una entrevista mía -con entrecomillado incluido- referente… ¡a las opiniones del Papa sobre las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia! Siendo como es, un columnista y polemista exigente, esta cita resulta evidentemente una extrapolación y no puede considerarse sino como un gazapo, una distracción, una evidente falta de rigor científico o una manifestación de sobrecarga de su trabajo semanal.

    Con todo, y es el segundo aspecto, su tesis de fondo es también curiosa. Defensor consistente de la no confesionalidad del Estado y habiendo mantenido en esa calidad otras polémicas en ocasiones anteriores, Carlos Peña ahora defiende el punto de vista de un partido respecto de cuáles serían los deberes del Papa en su visita a Chile. En efecto, la declaración textual de dos diputados de ese partido es que «el Papa tiene el deber de decirle al Gobierno que no comparte la legalización del aborto» (26 de junio de 2017). La definición de la Conferencia Episcopal chilena es clara sobre el aborto y no deja lugar a dudas. Por ello, la declaración de los dos diputados de la UDI constituye un exabrupto y causa perplejidad que sea precisamente Carlos Peña -celoso custodio de las libertades civiles y políticas de la República- quien ofrezca su respaldo a esta pretensión.

    En la entrevista citada afirmé con mucha claridad que «el pensamiento de los obispos, hemos expresado, es el pensamiento de la doctrina de la Iglesia, del valor de la vida. En eso estamos muy en comunión con el Papa y él está en comunión con nosotros». En una sociedad donde rige libertad de pensamiento, el disenso es normal y será muy apreciado por nosotros, toda vez que concurre a fortalecer un diálogo respetuoso, camino de entendimiento y de amistad cívica en vista del bien de todos los ciudadanos.

    +Ricardo Ezzati Andrello
    Cardenal Arzobispo de Santiago

  9. Un Papa que no defiende con ardor la Verdad ni la vida y que, en compensación, efectúa continuas intromisiones políticas en tantas cuestiones opinables según el magisterio ha invertido los papeles y ha perdido para mí la legitimidad de ejercicio. Yo lo veo así.
    Nota de F. de la C.: Usted Echenique es muy dueño de ver lo que quiera y si usted ve que el Papa Francisco ha perdido la legitimidad de ejercicio pues es cosa suya. Pero comprenderá que la opinión de Echenique, muy importante para él, non tiene el menor peso en la Iglesia. Como tampoco la mía si pensara lo mismo que usted. El Papa es el Papa y ejerce de Papa. ¿Bien, mal o regular? Esa es otra cuestión y en ello caben argumentaciones. Pero la legitimidad de ejercicio no la ha perdido por mucho que lo piense usted. Cosa que debe entenderse, según colijo, que el Papa no es Papa por haber perdido esa legitimidad. Creo que es la segunda o la tercera vez que se lo advierto. Y mi paciencia no es la de Job. En mi Blog el Papa es el Papa y no deja de serlo porque a usted se le ocurra. Creo que no soy ningún entusiasta del Papa Francisco pero sedevacantismos en mi Blog no. Si insiste en ello o se va o le echo. Creo que más claro no puedo ser.

  10. «El Papa viene como pastor y no como político»…
    Es muy curiosa la forma de razonar de esta gentuza clerical. Según ellos el Papa no puede denunciar el aborto, porque es un tema «político» y él viaja a los países como «pastor»; pero en cambio puede fustigar y fustiga las políticas migratorias, las subidas de tipos, las industrias contaminantes, el gasto armamentístico…
    Que alguien me lo explique please.

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