“ACERCA DEL DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN”

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“ACERCA DEL DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN”

Este es el título de un artículo publicado el 4 del corriente, en un gar destacado, en “La Prensa” por el doctor José Luis Rinaldi, actual vicepresidente del Instituto de Filosofía Práctica.

El autor estudió en tiempos más saludables en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires.

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Y como escribe Saint-Exupéry: no admiro al hombre, sino a la tierra que lo ha forjado.

Desde el punto de vista académico, esa tierra fue la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UCA fundada por monseñor Octavio Nicolás Derisi.

Hoy, recordemos a esos profesores: Abelardo Rossi, Santiago de Estrada, Eduardo Helguera, Francisco Bosch, Julio Barberis, Liniers de Estrada, Horacio Payá, Jaime Anaya, monseñor Juan Dan. Jorge Mazzinghi, Germán Bidart Campos, Ernesto Pueyrredón, Alfredo Villegas Oromí.

Tuve el honor de tener al articulista por adjunto y encarar desde la cátedra de Filosofía del Derecho, heredada de Tomás Casares, los temas más diversos, como la guerra de Irak, teniendo incluso que soportar que un módico decano nos recomendara tratar temas de actualidad, cuando siempre lo hicimos siguiendo el legado de Guido Soaje Ramos.

Pero un día todo se acabó, al llegar a la UCA mons. Alfredo Zecca Feldman, con el objetivo, como escribió Juan Luis Gallardo, de destruir lo que quedaba en ella de la herencia de los Cursos de Cultura Católica. Ese individuo que comentaba en el bar del asturiano Avelino: “No se porque Montejano habla mal de mí, yo no le hice nada”. Si hubiera sido un caballero, me habría citado a su despacho para interrogarme y yo le habría contestado: no se trata de mi persona sino de la planificación destructiva de la UCA. Pero el ácaro, chinche, garrapata, nunca fue un caballero.

Llegó el día de mi jubilación forzada por haber cometido un pecado nuevo: tener 65 años y estar vivo en este mundo. La cátedra le correspondía a Rinaldi, pero renunció el mismo día, en solidaridad. Ya antes había sido discriminado en el doctorado por compartir mi cátedra, exigiéndole requisitos que no habían sido tenidos en cuenta en otro en las mismas condiciones. Pero contra nosotros, todo valía.

El mismo día, en contra de mis pedidos Rinaldi renunció, con una nota dirigida al decano Limodio que entre otras cosas dice: que quiere manifestar su desaprobación con la medida y otras cosas que no citaré porque se refieren a mi persona y no al fondo del asunto.

La actitud de Rinaldi ejemplo de lealtad y de veracidad, contrasta con la miserable actitud de los trepadores, Limodio, Herrera, Ventura y otros para quienes el honor es ajeno.

Todo esto para que los lectores conozcan las cualidades del articulista.

Pero los valores de Rinaldi van mucho más allá de lo académico y brillan en la vida familiar donde todos los días y desde hace mucho tiempo afronta con resignación digna y discreta, los avatares de la enfermedad de su mujer, siempre progresiva, se ocupa de sus tres hijos y del gobierno de su casa. Todo este bagaje, está presente también en su vida profesional y en su preocupación cotidiana por la destrucción de la Iglesia y de la patria.

Vamos ahora al sueño de la noche del mensaje presidencial, en el cual se muestra la cultura y la ubicación moral y política del durmiente.

Como hombre bien formado en la filosofía clásica y en la filosofía cristiana Rinaldi conoce y practica las virtudes de veracidad y de gratitud, ambas anexas a la justicia.

Como hombre veraz jamás fue cómplice de la mentira, la simulación o la hipocresía, como hombre agradecido conoce los lazos sutiles que mueven a la persona decente al agradecimiento.

Todo esto lo aplica al discurso de Milei que comienza la urgencia para encarar los problemas económicos, ante el desorden, desquicio y gravedad de la herencia recibida.

Hoy la pobreza supera el 50% de la población y la desocupación también tiene un índice muy alto.

Las medidas tomadas han producido un malestar general, pero había que tomarlas buscando equilibrar las cuentas fiscales.

Por ello en el sueño del articulista, Milei busca comunicarse con el ciudadano común, que carece de prebendas y privilegios, con aquél que aporta su grano de arena al todo social, con aquellos que el pensar en el mañana los angustia.

A ellos quiere decirles que el esfuerzo no es en vano y que la inflación será derrotada. Agradecerles la paciencia y la comprensión, la austeridad y el sacrificio, por enfrentar el flagelo de la inseguridad.

Quiere convocarlos a transitar un camino largo y lleno de dificultades, pero también decirles que cuando el sol rompa las nubes, estaremos orgullosos de esta epopeya.

Tenemos buenos modelos, grandes argentinos que dejaron todo en su lucha por la libertad, la soberanía y la grandeza argentina. Y entonces, despertó. Pero en el último sueño, Rinaldi convocó al poeta que le confió su secreto: “El nombre de tu patria viene de argentum. ¡Mira que al recibir un nombre se recibe un destino! En su metal simbólico la plata es el noble reflejo del oro principal. Hazte de plata y espejea el oro que se da en las alturas, y verdaderamente serás un argentino. (Leopoldo Marechal, La patria, Cuadernos del Amigo, Buenos Aires, 1960, 2, Didáctica de la patria, 7).

Bernardino Montejano

Comentarios
1 comentarios en ““ACERCA DEL DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN”
  1. No pasa de ser un buen deseo, o como dijo el poeta:
    «¿Qué es la vida? Una ilusión,
    una sombra, una ficción,
    y el mayor bien es pequeño;
    que toda la vida es sueño,
    y los sueños, sueños son.» Pero además la política se basa en do ut des, luego muchos que medraban en los anteriores gobiernos, podrán seguir mejorando con este, pues para lograr algunos cambios, tendrá que dejar privilegios intactos.

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