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A ver en que termina lo de Omella

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No me las voy  a dar de profeta porque no tengo ni idea de en lo que puede acabar esto. Pero bien no pinta para nadie. Y tampoco para la Iglesia que es lo verdaderamente importante.

No es normal que haya tal número de cardenales, con razón o sin ella, en tribunales: Pell, McCarrick, Barbarin, Omella, Errázuriz, Ezzati…

Y ya lo colombófilo pues como a complicar más lo ya complicado. Uno va de paloma mensajera, otro de palomo cojo…

Como poco parece que hubo intrusión, bueno, dejemos el término canónico por el de injerencia, de Omella en Zaragoza. ¿Pro domo sua? Quiero decir si por interés personal.

Sea lo que sea, pintar no pinta bien. Hay ya mucho daño causado y a ver si se salva alguien.

Porque los medios no paran.

https://www.periodistadigital.com/cultura/religion/20190713/cardenal-omella-yo-mera-paloma-mensajera-noticia-689403993930/

http://www.alertadigital.com/2019/07/13/la-doble-vara-de-medir-del-cardenal-omella/

¿Pasará de la sonrisa a la mirada torva?

 

 

 

Comentarios
10 comentarios en “A ver en que termina lo de Omella
  1. Puede haber tenido el Cardenal su legítima aspiración a aparentar la archidiócesis de la que había sido auxiliar. Incluso pudo recurrir a algún medio opinable. Yendo a Barcelona quedó mejorado y su buen hacer y su carácter han sido un aporte positivo para la Sede de San Paciano y San Severo
    Buscarle problemas es un despropósito. Si algo hubo para eso está el sacramento de la Penitencia. Lo demás es canere extra chorum.

      1. Con todo respeto, pero creo que usted esta obviando que un alto cargo de la Iglesia no es un fiel cualquiera y debe de exigirsele bastante mas. O es que para ser cura amazónico hay que ser viri probati, y para ser cardenal puede ser cualquiera?
        Yo no tengo toda la información del caso, y la que dispongo es contradictoria, pero lo que sale no deja en buen lugar a nadie, ni a Omella ni a Ureña, ni a nadie, es terrible. Y lo malo es que conociendo como conozco algo, un poco de como actua la Iglesia, no me extraña este desastre. Unos por otros, es un puto desastre. Si la Iglesia no fuese de Dios, no hubera aguantado ni veinte años, con estos mandriles.

  2. A Omella le quedan dos años para presentar la dimisión. El próximo día 21, dos años menos tres meses. Confío en que para la sede de Barcelona tenga en cuenta al obispo de Tarrasa o al de Vic.

  3. En cuanto a sacerdotes con hijos, hace no mucho salió un decreto de Roma obligándolos a abandonar el ministerio y asumir su responsabilidad por haber traído la criatura al mundo. Si no se les reduce al estado laical, entonces se les suspende a divinis. Esto es lo que hay.

  4. Hay algún cardenal más en entredicho. Ernakulam-Angalamy de los siromalabares ha estado un año bajo administración apostólica por ser el cardenal arzobispo mayor, Alencherry, objeto de investigación por transacciones de propiedades lesivas a la archidiócesis. Los tribunales lo han exculpado y se le ha devuelto el pleno gobierno, pero parte de la diócesis mantiene su oposición al cardenal. Ver, por ejemplo, https://www.ucanews.com/news/priests-oppose-reinstating-of-indian-cardinal-call-for-papal-intervention/85559.

  5. Mejor apocalipsis ,estamos en iglesia de Sardes y llegará la de Filadelfia con el anticristo y con todo para los justos es una consolación y para los injustos aún pueden convertirse es cuestión de días el tiempo pasa deprisa ,pero por supuesto para todos da igual cardenal,obispo,sacerdote o laico

  6. «Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne»

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, n° 675

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