Cardenal Müller: «La reacción negativa mundial de gran parte del episcopado debería dar a los responsables en Roma algo en que pensar»

Cardenal Müller
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El cardenal Müller ha reaccionado a la nueva «aclaración» de la declaración Fiducia supplicans que emitió el Dicasterio para la Doctrina de la Fe hace tres semanas.

En declaraciones al medio alemán Kath.net, el purpurado alemán ha afirmado que «la reacción negativa mundial de gran parte del episcopado mundial y de destacados laicos a la «recomendación de acción» emitida por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe «sobre la bendición privada de personas en relaciones de pareja pecaminosas» debería dar a los responsables en Roma algo en que pensar».

El ex prefecto de Doctrina de la Fe reconoce que para él sigue siendo problemática «la distinción entre bendiciones litúrgicas oficiales y bendiciones pastorales privadas de parejas sexuales no matrimoniales».

El cardenal alemán subraya que «la bendición propuesta de 15 segundos con la señal de la cruz y la invocación del nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo se describe allí como una oración privada pidiendo la ayuda de Dios, que siempre quiere que nos alejemos del pecado y nuestra salvación eterna».

Gerhard Müller sostiene que «el sacerdote debe tener cuidado de que su bendición en nombre de la Iglesia no sea explotada por grupos de presión seculares-ideológicos y eclesiásticos-heréticos que sólo están preocupados por socavar la verdad de la fe revelada».

«No me parece que el punto más problemático sea la (evidente) preocupación pastoral por la salvación y la apertura a Dios de las personas que mantienen relaciones sexuales irregulares o de aquellos que, corrompidos por la ideología LGBT, difaman la teología cristiana del matrimonio como obsoleta y hostil al cuerpo, sino mas bien la pretensión de «un desarrollo real más allá de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia» (Declaración n. 4)», añade el cardenal Müller.

El cardenal germano defiende que «no hay nada que pueda alterar la declaración definitiva del Vaticano II: «El Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino que le sirve no enseñando nada más que lo que ha sido transmitido, porque enseña la Palabra de Dios por encargo divino y con la asistencia de Dios «Escucha al Espíritu Santo con reverencia, lo santifica y lo interpreta fielmente, y porque todo lo que presenta para creer revelado por Dios se extrae de este único tesoro de la fe». (Dei verbum 10)».

Por último, señala que «hay un solo tesoro de la Palabra de Dios, contenido en la Sagrada Escritura y plenamente custodiado y fielmente interpretado en el contexto de la Tradición Apostólica por toda la Iglesia bajo la guía del Santo Magisterio (cf. Dei verbum 1-10; Lumen gentium 25)».

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