Gerhard Ludwig Müller es Cardenal, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Comisión “Ecclesia Dei”.
Gerhard Ludwig Müller nació el 31 de diciembre de 1947 en Mainz-Finthen. Hijo del obrero Martin Müller y de su esposa Lioba, creció en su familia junto a tres hermanos: Hildegard, Antonia y Günter. En una entrevista hablaba del lugar donde nació “Nosotros vivíamos cerca, en Mainz-Finthen, una pequeña localidad fundada por los romanos y donde hasta la fecha hay restos de un acueducto construido por ellos. Desde este punto de vista nuestra impronta fundamental es romana. En Maguncia (Mainz) aún se es muy consciente de esta herencia, y estamos orgullosos de ello. Tener un horizonte romano en el corazón de Alemania ha dejado huella. Y cuando se es católico las dos realidades se conectan automáticamente”.
“Mi padre fue durante casi cuarenta años un sencillo operario de Opel en Rüsselsheim” decía el prelado hablando de su familia, “Mi madre era ama de casa. Estoy agradecido a mis padres por habernos educado de forma normal desde el punto de vista humano, sin exagerar en una u otra dirección. Así, hemos crecido en la fe católica y en su práctica, en el justo equilibrio entre libertad y vínculos, con principios claros. Todavía hoy concuerdo plenamente con mis padres”.
Para su decisión de ser sacerdote “fue importante haber seguido encontrando sacerdotes que llevaban una vida espiritual ejemplar, con una exigencia intelectual”, comentó en una ocasión. “Para mí nunca hubo contradicciones entre el ser sacerdote y el estudio. Siempre he estado convencido de que la fe católica corresponde a las exigencias intelectuales más elevadas y de que no debemos escondernos”, concluyó.
Tras concluir el bachillerato en el Instituto Willigis de Maguncia estudió filosofía y teología en esta ciudad, en Munich y en Friburgo de Brisgovia. En 1977 se doctoró con el Profesor Karl Lehmann -más tarde cardenal-, el tema de su tesis fue “Iglesia y sacramentos en una cristiandad sin religión. El aporte de Bonhoeffer para una teología ecuménica de los sacramentos”.
En 1978 fue ordenado sacerdote por el Cardenal Hermann Volk, en Mainz-Finthen. Luego trabajó como capellán en tres parroquias (Klein-Krotzenburg, Bürstadt-St. Michael, Offenbach-St. Josef) y como profesor de religión en los Institutos de Büdingen y Nidda. En 1985 consiguió la habilitación docente discutiendo ante el Profesor Karl Lehmann en Friburgo de Brisgovia una tesis sobre el tema “Comunión y veneración de los Santos. Fundamentación historio-sistemática de la hagiología”.
Un año después fue llamado a la cátedra de Dogmática católica de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich donde es ahora profesor honorífico. Con sus 38 años era, en 1986, uno de los profesores más jóvenes de la universidad de Munich.
Gerhard Ludwig Müller ha sido invitado como profesor visitante por muchas universidades, como las de Cusco (Perú), Filadelfia (EE.UU), Kerala (India), San Dámaso de Madrid, Santiago de Compostela, Salamanca (España), la Universidad Lateranense (Roma), Lugano (Suiza) y São Paulo (Brasil). Durante su actividad como catedrático numerario de Dogmática (1986-2002) era el encargado de colaborar en la pastoral de la parroquia de la Pasión de Cristo en Munich. Ahí celebraba su misa diaria, además de matrimonios y entierros.
Desde 1990 se ha dedicado a la difusión y preservación del depósito de la fe católica como miembro de la Comisión para la doctrina de la fe de la Conferencia Episcopal de Alemania y, desde 1998 hasta 2002, como miembro de la Comisión Teológica Internacional. En 1999 fue nombrado perito de la Segunda Asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos celebrada en el Vaticano.
En 2001 colaboró como consultor teológico en la X Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos que tuvo por tema: “El Obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo”. Y en 2005 participó como padre sinodal en la XI Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos cuyo tema era “La Eucaristía: fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia”.
Después de su nombramiento como obispo diocesano el 1 de octubre del 2002 por el Papa Juan Pablo II, el Profesor Gerhard Ludwig Müller fue ordenado obispo de Ratisbona con una ceremonia solemne en la Catedral, el 24 de noviembre de 2002, fiesta de Cristo Rey.
Presidió la consagración el entonces arzobispo de Munich y Frisinga, el Cardenal Friedrich Wetter. Los concelebrantes fueron el obispo de Maguncia, el Cardenal Karl Lehmann y el predecesor de Müller, el obispo de Ratisbona Manfred Müller. Estaba presente en la ceremonia el Papa actual, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Joseph Ratzinger. Como lema episcopal Müller eligió la frase “Dominus Jesus” (“Jesús es el Señor”) de la carta de san Pablo a los Romanos 10, 9.
Entre sus más de 400 publicaciones científicas destaca “Dogmática. Teoría y práctica de la teología”. Consta de 900 páginas y fue editada por la editorial alemana Herder. Ha sido traducida hasta ahora al español, italiano y húngaro. Actualmente se están preparando las traducciones al checo y chino.
Los temas centrales de sus investigaciones teológicas son el ecumenismo, la teología en la edad moderna, la concepción cristiana de la revelación, la hermenéutica teológica y la eclesiología. Como docente se ha dedicado siempre a promover la formación científica de los jóvenes. Testimonio de ello es el gran círculo internacional de alumnos a los que sigue prestando su atención incluso después de su nombramiento episcopal. No son pocos los alumnos a los que ya ayudado con sus propios fondos. Numerosas cátedras en Alemania y en el extranjero están ocupadas por académicos que se formaron en su escuela.
Su reconocimiento internacional se refleja además en los doctorados honoris causa que ha recibido: El 14 septiembre de 2004 la Universidad Católica de Lublin lo distinguió como doctor honoris causa. Igualmente lo hizo la Universidad Católica Cardenal Stefan Wyszynski de Varsovía el 9 de enero de 2007. La Pontificia Universidad Católica del Perú lo distinguió el 24 de septiembre de 2008 por su obra científica. Ya anteriormente el obispo Müller había escrito un libro con el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez, dando así una aportación importante a la teología de América Latina (“Del lado de los Pobres. Teología de la liberación”, Augsburgo 2004).
Además, el obispo Müller fue nombrado en 2001 miembro honoris causa de la Academia Pontificia Santo Tomás de Aquino de Roma, y en 2002 miembro correspondiente de la sección de teología de la Real Academia de Doctores de España, en Madrid. Desde el 24 noviembre de 2002, día de su consagración episcopal, es Gran Canciller de la Escuela Superior de Música sacra católica y Educación musical de Ratisbona.
Un punto culminante de su carrera académica es sin duda la fundación del Instituto Papa Benedicto XVI. El Instituto diocesano inaugurado en 2008 con sede en Ratisbona ayuda al obispo en la edición de los 16 volúmenes de la Opera omnia de Joseph Ratzinger: “Escritos recogidos de Joseph Ratzinger” (JRGS). El Obispo Müller fue encargado personalmente por el Papa Benedicto XVI de la edición.
Siendo joven estudiante leyó el libro “Introducción al cristianismo” de Joseph Ratzinger, publicado en 1968. “En aquellos años” dijo Müller, “en los seminarios había incertidumbre. En el libro la profesión de fe de la Iglesia se expone de modo convincente, analizada con la ayuda de la razón y explicada con maestría. Se trata de un tema importante que caracteriza toda la obra teológica de Joseph Ratzinger: fides et ratio, fe y razón”. Después conoció a Ratzinger también en persona. “En mi empeño como profesor y como obispo fue para mí un apoyo y un punto de referencia claro. Le definiría un amigo paterno, al ser una generación mayor que la mía”, comentaba sobre el Papa emérito.
Entre 2004 y 2005 el obispo Müller visitó las ocho regiones de su diócesis, dedicando a cada visita pastoral una semana. En las muchas misas que celebró, en sus visitas a escuelas, instituciones caritativas y empresas, así como en sus alocuciones y homilías buscó el encuentro con los hombres de su diócesis y analizó ampliamente las necesidades espirituales y económicas de sus fieles.
Considera de especial importancia el anuncio del Evangelio y las actividades caritativas de la Iglesia para la sociedad alemana. El obispo Müller ha promovido y sostenido numerosos proyectos de ayuda en todo el mundo. Por iniciativa suya se puso en marcha en el centro de Ratisbona el proyecto: “Pastoral en el centro de la ciudad”, como respuesta a las distintas necesidades pastorales de los habitantes del centro y de los turistas. Esa forma de pastoral específica se ha ido desarrollando en cooperación con las parroquias del centro de la ciudad.
Con el proyecto “Misión ciudadana en Ratisbona” el obispo quiso promover la nueva evangelización en su diócesis. Siguiendo esta iniciativa, las parroquias del decanato de Ratisbona realizaron en 2008 y 2009 esta “Misión ciudadana” en colaboración con la Comunidad del Emmanuel. La acción empezó el 3 mayo de 2008 en dos parroquias centrales, luego se fue extendiendo a las demás parroquias y se clausuró con un festival que se celebró del 15 al 24 mayo de 2009, en el que colaboraron las 24 parroquias de Ratisbona. Más de 1.000 voluntarios participaron en este gran proyecto, que además de los encuentros en bibliotecas y en el teatro municipal realizó una gran procesión que saliendo desde distintos puntos de la ciudad convergió en la Plaza de la Catedral.
Fue encargado de la preparación de la visita del Santo Padre Benedicto XVI a Ratisbona en 2006. La planificación y organización del acontecimiento se llevó a cabo en estrecha colaboración con las autoridades y asociaciones laicas. Los momentos más destacados de la visita del Santo Padre a la diócesis de Ratisbona fueron la celebración de una Santa Misa en la explanada de Isling, en la que participaron aproximadamente 250.000 fieles, la celebración ecuménica de las vísperas en la catedral de Ratisbona y una lección magistral en la universidad, conocido como el “Discurso de Ratisbona”, que tuvo una polémica de escala mundial, al sentirse ofendidos los musulmanes.
El 2 de julio de 2012 fue nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, de la Comisión Teológica Internacional y de la Pontificia Comisión Bíblica. Sucedía al cardenal Levada que a su vez había sucedido al cardenal Ratzinger, al ser nombrado Papa en 2005.
Sobre su nuevo cargo decía: “la Congregación para la doctrina de la fe tiene la responsabilidad de aquello que interesa a toda la Iglesia en profundidad: la fe que nos conduce a la salvación y a la comunión con Dios y entre nosotros” y añadió “la Congregación debe, ante todo, promover y hacer comprensible la fe, y es éste el factor decisivo. A ello se añade después el hecho de que la fe debe ser defendida contra errores y desvalorizaciones”.
En el momento del nombramiento, el vaticanista Andrea Tornielli escribía: “La delicada decisión ha sido totalmente del Pontífice y en los meses pasados no han faltado intentos de disuadirlo, recordando su amistad con el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la Teología de la Liberación (que nunca ha sido condenado por la autoridad eclesiástica), como también citando frases y pasajes aislados de los textos del mismo Müller juzgados teológicamente demasiado abiertos”.
Esa amistad comenzó cuando en 1988 fue invitado a participar en un seminario con Gustavo Gutiérrez. “Acudí con algunas reservas como teólogo alemán, también porque conocía bien las dos declaraciones de la Congregación para la doctrina de la fe sobre la teología de la liberación, publicadas en 1984 y 1986” dijo Müller, pero pudo constatar “que hay que distinguir entre una teología de la liberación equivocada y una correcta. Considero que toda buena teología está relacionada con la libertad y la gloria de los hijos de Dios”.
“Ciertamente, en cambio, hay que rechazar una mezcolanza de la doctrina de una auto-redención marxista con la salvación dada por Dios. Por otra parte debemos preguntarnos sinceramente: ¿cómo podemos hablar del amor y de la misericordia de Dios ante los sufrimientos de tantas personas que no tienen alimento, agua ni asistencia sanitaria, que no saben cómo dar un futuro a sus hijos, donde falta verdaderamente la dignidad humana, donde los derechos humanos son ignorados por los poderosos?”.
Lo cierto es que el prelado alemán conoce la situación de pobreza que viven estos países: “Durante quince años siempre he pasado allí dos o tres meses al año, viviendo en condiciones muy sencillas”. “Al principio, para un ciudadano de Europa central, esto implica un gran esfuerzo. Pero cuando se aprende a conocer a la gente en persona y se ve cómo vive, entonces se puede aceptar”, manifestó. También acudió a Sudáfrica acompañando al coro que dirige el hermano de Benedicto XVI.
Sobre las discusiones con los lefebvrianos y con las religiosas estadounidenses comentó: “Para el futuro de la Iglesia es importante superar los choques ideológicos procedan de donde procedan. Existe una única revelación de Dios en Jesucristo que ha sido confiada a toda la Iglesia. Por esto no hay negociaciones sobre la Palabra de Dios ni se puede creer y al mismo tiempo no creer. No se pueden pronunciar los tres votos religiosos y después no tomárselos en serio. No puedo hacer referencia a la tradición de la Iglesia y después aceptarla sólo en algunas de sus partes. El camino de la Iglesia lleva adelante y todos están invitados a no cerrarse en un modo de pensar auto-referencial, sino a aceptar la vida plena y la fe plena de la Iglesia”.
“Para la Iglesia católica es del todo evidente que el hombre y la mujer tienen el mismo valor: ya lo dice el relato de la creación y lo confirma el orden de la salvación. El ser humano no tiene necesidad de emanciparse, o sea, de crearse o de inventarse por sí mismo. Ya es emancipado y liberado a través de la gracia de Dios. Muchas declaraciones respecto a la admisión de las mujeres al sacramento del Orden ignoran un aspecto importante del ministerio sacerdotal. Ser sacerdote no significa crearse una posición. No se puede considerar el ministerio sacerdotal como una especie de posición de poder terreno y pensar que la emancipación existe sólo cuando todos pueden ocuparla”.
“La fe católica sabe que no somos nosotros quienes dictamos las condiciones para la admisión al ministerio sacerdotal y que detrás de ser sacerdote están siempre la voluntad y la llamada de Cristo. Invito a renunciar a las polémicas y a la ideología y a sumergirse en la doctrina de la Iglesia. Precisamente en América las religiosas y los religiosos han hecho cosas extraordinarias para la Iglesia, para la educación y la formación de los jóvenes. Cristo necesita de jóvenes que prosigan este camino y se identifiquen con la propia elección fundamental. El concilio Vaticano II afirmó cosas maravillosas para la renovación de la vida religiosa, así como sobre la vocación común a la santidad. Es importante reforzar la confianza recíproca más que actuar los unos contra los otros”.
El Arzobispo dijo en 2012 a Aciprensa: “nuestra meta y nuestra tarea es clara: promover la unidad de los discípulos de Cristo en la única Iglesia bajo el liderazgo de Jesucristo y en comunión con su vicario, el sucesor de San Pedro”. “El propósito del diálogo es superar las dificultades en la interpretación del Concilio Vaticano II” pero “no podemos negociar asuntos de la fe revelada, eso es imposible. Un Concilio Ecuménico, de acuerdo a la fe católica, siempre es la autoridad de suprema enseñanza de la Iglesia”.
Días antes, los lefebvristas dieron a conocer un comunicado al finalizar su capítulo general en el que rechazaban “todas las innovaciones del Concilio Vaticano II que permanecen manchadas de errores” y “las reformas que de él han salido”.
Al respecto, Muller señaló que “esto simplemente no es posible. Nadie puede decirse católico y tomar tal posición. Esta fue precisamente la posición tomada por Martín Lutero en 1519 quien dijo que ‘incluso los concilios pueden equivocarse’”. “Cualquier cosa dogmatica nunca puede negociarse”, añadió y expresó su esperanza de que los lefebvristas “puedan superar sus dificultades, sus restricciones ideológicas para que podamos trabajar juntos para proclamar a Cristo como la Luz del Mundo”.
En la entrevista el Prefecto precisó que “la afirmación de que las auténticas enseñanzas del Vaticano II contradicen formalmente a la tradición de la Iglesia es falsa”. “Podemos ponernos de acuerdo y evitar posiciones ideológicas si aceptamos la Palabra de Dios presente en la doctrina de la Iglesia Católica”, agregó.
Un mes antes de la renuncia de Benedicto XVI, en enero de 2013, en una entrevista concedida a Radio Vaticana, dijo: “Es uno de los pocos hombres que existen con un horizonte tan amplio: conoce el desarrollo de la filosofía en Europa, a partir de los griegos, de los romanos, y para terminar con los filósofos modernos. Conoce también la historia de la Iglesia, las preguntas y los desafíos que se anteponen ante las ciencias naturales de hoy día. Conozco a pocas personas que tengan esta profundidad de pensamiento, tan necesario hoy día”.
El 12 de enero de 2014, el Papa Francisco mencionó a Gerhard Ludwig Müller como uno de los cardenales a los que nombraría en el primer consistorio de su Pontificado, el 22 de febrero.
‘No me eligieron para ser una copia servil del Papa’
“Tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco, cuando me llevaron a Roma, lo hicieron, no para que fuera una copia servil del Pontífice, sino para servir con mi cabeza, y así lo intento hacer. Yo tengo que hacer mi tarea –afirmó durante una conferencia en Oviedo– esto es, promover y tutelar la fe”.
‘No hay oposición en contra del Papa’
Uno de los temas más discutidos que han surgido a partir del Sínodo de la familia ha sido la filtración de una carta escrita por varios obispos, en la que se criticaban algunas modificaciones dentro de la Iglesia.
Ante esto, el cardenal Müller defendió que “todos los cardenales y obispos tienen derecho de escribir al Papa algunas observaciones”, y se ha manifestado en contra de la filtración de esta carta, alegando que “el único destinatario de estas cartas es el Papa”.
Durante su visita a Chile, se le preguntó acerca de la oposición al Papa por parte de algunos “cardenales conservadores”, a lo que contestó que “entre los vaticanistas hay muchos tontos“, ya que según él, “están interesados en ganar dinero con sus especulaciones”. Además ha asegurado que los que hablan de este tipo de luchas entre conservadores y progresistas, “no saben mucho de la teología católica”.
“Algunos vaticanistas y analistas tienen que estudiar antes el Concilio Vaticano I y II, y después pueden venir a discutir con el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”, declaró el cardenal.
En cuanto a la comunión de los divorciados vueltos a casar, Müller ha destacado que “el interés de los medios de comunicación estaba solo centrado en este tema, pero este no era el tema del Sínodo”. Así mismo ha defendido que “el progreso en el campo del matrimonio será favorecer los matrimonios, y no relativizarlos”. “El sacerdote no puede decir cualquier cosa según su propio placer.