Christoph Paul Hartmann deplora en Katolische.de que no haya un “enfoque unificado” en el clero alemán sobre la bendición de parejas homosexuales o no unidas por el matrimonio católico.
En el fondo de todo hereje, de todo ‘disidente’, hay siempre un ordenancista que quiere convertir la ortodoxia en disidencia para luego prohibirla. El episcopado alemán ya ha desafiado a Roma y, sobre todo, a la Tradición unánime de la Iglesia universal al bendecir la sodomía regularizada con un rito aún por estandarizar, pese a la prohibición expresa de la Santa Sede.
Pero no les basta. No les parece suficiente con permitir lo que el responsum firmado por Ladaria con el visto bueno del Papa califica de “bendecir el pecado”, sino que pretenden encontrar la forma de obligar a todos los sacerdotes a convertirse en cómplices y perpetradores de este escándalo.
Así, Christoph Paul Hartmann escribe en Katolisch.de, el órgano oficioso del episcopado alemán, que de nada vale que se elabore un ritual unificado para ‘bendecir’ a las parejas irregulares mientras no exista una” aceptación generalizada de este tipo de celebraciones por parte de los líderes de la iglesia”.
Recuerda Hartmann que el sínodo alemán aceptó la bendición de parejas gays o no casadas sacramentalmente por un voto del 81% de los obispos lo que, en esta neoiglesia que tiene la voluntad popular como principal fuente de la Revelación, debería ser definitivo, una especie de “Berlinus locutus, causa finita”. Y, sin embargo, lamenta Hartmann, que realmente se lleven a cabo depende en última instancia de cada pastor.
“Por lo tanto, es muy posible que incluso después de dar la limosna, una pareja que desea ser bendecida en la oficina parroquial tenga que ser rechazada porque vive en la diócesis «equivocada». Pero también puede deberse al pastor «equivocado», señala el periodista. “Porque las directrices también especifican que nadie puede ser obligado a presidir esta celebración”.
Y eso, claro, no puede ser. Hay que imponer la unidad como sea, mientras la unidad con el resto de la Iglesia no parece importar lo más mínimo. Así, sugiere Hartmann, “La iglesia en Alemania necesita una línea clara de lo que funciona y lo que no. Cualquier otra cosa causaría aún más desilusión y dolor de lo que ya sucedió. Las riendas de la acción están en manos de los obispos, deben decidirse a adoptar un enfoque unificado”.
Y así la heterodoxia no será meramente tolerada, primero, y aceptada tácitamente, después, sino obligatoria quizá en no mucho tiempo.
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El verdadero «enfoque unificado» es no bendecir las parejas homosexuales y es el que se deriva de las Sagradas Escrituras, de la Tradición de la Iglesia y del sentido común: No se puede bendecier el pecado y un proyecto de vida en pecado.
Qué cínicos, primero desobedecen las enseñanzas de la Iglesia y luego se quejan de que el resto no se sume a su rebelión contra Dios.
Francisco promociona la ideología lgtbi, y por eso los alemanes díscolos hacen lo que hacen.
Bozales, bendición a lesbianas, todo completo.