El cura de Albacete señalado por criticar el aborto: «Es bueno meter el dedo en la llaga para señalar que ese tema sigue abierto»

Francisco José Sevilla Calixto Francisco José Sevilla Calixto
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El pasado viernes, 3 de febrero, informamos desde estas páginas sobre la ofensiva mediática contra un cura de Albacete por denunciar el crimen del aborto.

Francisco José Sevilla Calixto, sacerdote de la parroquia san Juan Pablo II de Albacete fue la diana de numerosos medios de comunicación por denunciar con valentía el crimen del aborto. «Aún piensas que el #aborto puede ser un “derecho”? ¿Aún piensas que el #aborto es “salud reproductiva”? ¿Aún piensas que el #aborto es una “ley de progreso”? ¿No es más bien algo propio del más radical #nazismo que fomenta un genocidio?#SiALaVida», escribió el sacerdote en su cuenta de twitter.

Ahora, este valiente sacerdote a escrito una carta pública titulada “Un grito en el silencio” en la que vuelve a reiterarse en sus palabras contra el genocidio del aborto.

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Compartimos la carta completa del sacerdote:

Desde hace ya muchos años, la sociedad se ha ido acostumbrando a hacer oídos sordos de un grito. Este es un grito silencioso pero no por ello menos real, aterrador y desgarrador por el dolor ocasionado. Además, es un grito amortiguado por las capas de quien es su custodio.
Es un grito que sí resuena en las conciencias rectas, atestiguado por la ciencia y por los más nobles valores éticos y morales. Es un grito que también resuena y ocasiona angustia, más de lo que nos imaginamos, en quienes han sido sus custodios cuando tienen un mínimo aprecio por la vida humana. Todos sabemos quien lanza ese grito y que es lo que lo ocasiona.

Sin embargo, la sociedad sigue mirando a otro lado o ha sido adormecida con términos como “derecho”, “salud reproductiva”…
Es más, en los últimos años, las leyes que amparan, y digámoslo con la palabra exacta, ese crimen, se han radicalizado, apoyadas por organismos internacionales y grupos sociales muy mediáticos.

Ese crimen, en número, ya supera a los más atroces atentados a la vida que ha conocido la historia de la humanidad, atentados a los que podemos ponerles nombre aunque chirríen en los oídos de algunos. Crímenes que, por ejemplo, buscan la eliminación de niños que vienen con “otras capacidades”, como, por ejemplo, los síndrome de Down. La eliminación sistemática de estos niños, en el diccionario, tiene un nombre.

Por eso, siempre es bueno, volver a meter el dedo en la llaga y crear tensión para que repercuta en la esfera pública y, así, señalar que ese tema sigue abierto y que la sociedad, al menos la parte que aún mantiene una buena voluntad, pueda reaccionar. Esto es una exigencia de todo seguidor de Jesucristo, al que hace unos días, se nos presentaba como «signo de contradicción… para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones» (Lc 2, 35).

Meter el dedo en la llaga y crear tensión, como habéis visto, en esta semana, en muchos medios de comunicación. Estos, es comprensible que busquen aquello que les puede dar un poco más de audiencia, pero un buen profesional debe ajustarse a la verdad y no desviar la atención, lo cual es un arte, para “decir lo que no se dijo”. Esos medios inoportunos, exigentes y ávidos de obtener exclusivas que se te presentan y no respetan la labor pastoral de una parroquia, empeñados en interrumpir, por cierto, a una mujer que había acudido precisamente buscando apoyo y asesoramiento ante una situación difícil en su vida.

Por eso hay que reafirmarse en ¿por qué se empeñan en afirmar que los que defienden la vida, condenando el aborto, llamándolo como lo que verdaderamente es, de ahí se deduce que se condena a quienes deciden tomar esa decisión? Sin ocultar la gravedad del hecho, siempre hemos sido comprensivos, acogedores y hemos acompañado a las que psicológicamente han quedado afectadas (que son más de las que nos imaginamos) y de las que se desentienden los que promueven el aborto. Por ello hay que decir que ellas también son víctimas de las presiones sociales, familiares… que les han llevado a tomar tan drástica decisión.

Algunos apelaban al talante del Papa Francisco. Pues bien, hago una reflexión. ¿Qué le diría el Papa Francisco a Francisco José Sevilla, por la forma argumental que ha usado?. Pues contesto con sus palabras: «El aborto es más que un problema, el aborto es un homicidio. Sin medias palabras: quien realiza un aborto, mata. ¿Es correcto matar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es correcto contratar a un sicario para resolver un problema? Por eso la Iglesia es tan dura con este tema, porque si acepta esto es como aceptar el homicidio cotidiano».

Él utiliza la palabra «sicario», yo otra, pero así, como decía antes, la tensión creada pone en tela de juicio y sobre la mesa, la grave realidad del aborto que no se dirige a las mujeres que, para mí, son también, muchas veces víctimas, sino a todos los poderes que saben sacar crédito económico o político de todo ello, los mismos que, tras promover leyes homicidas (siguiendo la terminología del Papa Francisco), luego te exigen caridad cristiana y empatía. Y yo me pregunto: ¿no hay mayor caridad que defender al más débil, al que, por sí mismo, no puede defenderse? En definitiva, esas expresiones definen la realidad del aborto, lo han entendido muy bien y es lo que no soportan oír.
A los feligreses de la parroquia de San Juan Pablo II les digo que no se dejen llevar por la tergiversación informativa y, si alguno, que los habrá, apoyan el aborto, incluso nos han confiado a sus hijos a nuestra labor catequética, imagino sabrán que lo han hecho a una parroquia católica con todo lo que lleva consigo.

Nuestra parroquia lleva poco más de un año en funcionamiento y ya está dando muchos frutos. No cabe duda que, también, hay muchos empeñados en que eso no salga a la luz y aprovechan todo para dañar esa imagen. Doy gracias a todos los que, desde todas partes España y hasta desde el extranjero, se han puesto en contacto conmigo para animar a no desistir en la lucha por la vida.

Sé que, por el poderío de la tergiversación de los medios de comunicación, seré señalado como “el cura que llama «nazis» a las mujeres que abortan” pero los amantes de la verdad saben y mi conciencia así me lo afirma, que eso no es así y que soy un cura, como todos, que defienden la vida desde el momento de la concepción hasta su muerte natural y que no se amedrenta en afirmarlo pese a las consecuencias, consciente, como nos recordaba San Juan Pablo II, que, “la Iglesia no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza. (…) La Iglesia, debe ser consciente también de todo lo que parece ser contrario a que «la vida humana sea cada vez más humana»” (Redemptor hominis 13.14).

Francisco José Sevilla Calixto
Párroco de San Juan Pablo II

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Comentarios
8 comentarios en “El cura de Albacete señalado por criticar el aborto: «Es bueno meter el dedo en la llaga para señalar que ese tema sigue abierto»
  1. El silencio del clero español sobre el aborto y de tantas leyes inicuas es una consecuencia más de la consigna del V II: «No condenad», «Hablad en positivo». Como si los hombres fueran ángeles del cielo. ¿Que puede esperarse de una sociedad que carece del freno de la condena del pecado y del miedo al infierno?

  2. «El aborto es más que un problema, el aborto es un homicidio. Sin medias palabras: quien realiza un aborto, mata. ¿Es correcto matar una vida humana para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es correcto contratar a un sicario para resolver un problema? Por eso la Iglesia es tan dura con este tema, porque si acepta esto es como aceptar el homicidio cotidiano».

    Palabras duras del Santo Padre sobre el aborto.

    1. «El aborto es más que un problema, el aborto es un homicidio»

      ¿Por qué repite usted continuamente esas palabras erróneas (para variar) de Francisco? El aborto NO es un homicidio: es un ASESINATO. Tire de diccionario y no sea pesado. Entre el engaño señalado, su decisión de dejar de reservar la absolución de los abortistas (que están excomulgados por ello) y sus palabras de apoyo al proabortista Biden (y muchos otros, entre los que se incluyen proabortistas que ha nombrado como burla en el Pontificio Instituto para la Vida y la Familia, en uno de sus enésimos esfuerzos por destruir el legado de sus predecesores), y su apoyo a la abortista Agenda 2030, muestran justo lo contrario de lo que usted dice.

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