Los consejos de Benedicto a los consagrados

Benedicto XVI
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La Iglesia celebra hoy, 2 de febrero, Jornada de la Vida Consagrada.

Es sabido por todos la grave crisis vocacional -no solo de vocaciones al sacerdocio- que atraviesa la Iglesia. Muchas congregaciones religiosas ven peligrar su futuro debido a la falta de vocaciones. Cada vez hay menos jóvenes que decidan entregarse a Dios por completo en la vida consagrada. Su labor en estos momentos es de vital importancia en el seno de la Iglesia, ya que las comunidades monásticas, congregaciones y demás movimientos sostienen la Iglesia con su oración.

Para celebrar esta jornada, rescatamos el discurso que pronunció Benedicto XVI el 2 de febrero de 2013 dirigido a los miembros de los Institutos de la vida consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica.

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Benedicto XVI invitaba en su discurso «a alimentar una fe capaz de iluminar vuestra vocación. Os exhorto por esto a hacer memoria, como en una peregrinación interior, del «primer amor» con el que el Señor Jesucristo caldeó vuestro corazón, no por nostalgia, sino para alimentar esa llama. Y para esto es necesario estar con Él, en el silencio de la adoración; y así volver a despertar la voluntad y la alegría de compartir la vida, las elecciones, la obediencia de fe, la bienaventuranza de los pobres, la radicalidad del amor».

Ratzinger también animaba a los consagrados a pedir «una fe que sepa reconocer la sabiduría de la debilidad. En las alegrías y en las aflicciones del tiempo presente, cuando la dureza y el peso de la cruz se hacen notar, no dudéis de que la kenosi de Cristo es ya victoria pascual. Precisamente en la limitación y en la debilidad humana estamos llamados a vivir la conformación a Cristo, en una tensión totalizadora que anticipa, en la medida posible en el tiempo, la perfección escatológica. En las sociedades de la eficiencia y del éxito, vuestra vida, caracterizada por la «minoridad» y la debilidad de los pequeños, por la empatía con quienes carecen de voz, se convierte en un evangélico signo de contradicción».

«Por su naturaleza, la vida consagrada es peregrinación del espíritu, en busca de un Rostro, que a veces se manifiesta y a veces se vela: «Faciem tuam, Domine, requiram». Que éste sea el anhelo constante de vuestro corazón, el criterio fundamental que orienta vuestro camino, tanto en los pequeños pasos cotidianos como en las decisiones más importantes», decía el Papa alemán.

Además, Benedicto XVI les dijo a los consagrados que «no os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien revestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz —como exhorta san Pablo—, permaneciendo despiertos y vigilantes».

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