¿Sigue siendo la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica?

Por J. G. L patrimonio inmobiliario vaticano
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La Iglesia fundada por Cristo posee unas características o notas de identidad que confiesa en el Símbolo o Credo. Es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Reflexionemos sobre las notas de la Iglesia, que constituyen aquello que la identifica y define como lo más propio y singular, aquello por la que se pone de manifiesto su esencia. Y veamos si esas notas de identidad se siguen dando o no. Porque parece que la Iglesia fundada por Cristo estuviera derivando en otra iglesia distinta y con unas notas de identidad distintas. Es decir, parece que podríamos estar construyendo una nueva iglesia. Decimos que se trataría de una nueva iglesia precisamente porque sus notas de identidad serían otras.

La Iglesia de Cristo es una. Pero ¿está viviendo esa unidad? ¿Los miembros de la Iglesia están procurando y esforzándose por mantener esa unidad? ¿Dónde está la unidad de la Iglesia? No ya en relación a los que se apartaron de ella y por tanto son cismáticos, sino en relación a los que permanecen en ella. Dentro de la Iglesia, ¿dónde está la unidad? ¿Acaso es una la fe que profesamos? ¿Acaso es una la fe que celebramos, especialmente la celebración de la Eucaristía? ¿Acaso es una la fe que vivimos, es decir, la vida moral de los católicos?

¿Cómo podemos hablar de unidad si las verdades de fe no son comunes? No solo no son comunes sino que hay quienes niegan verdades fundamentales haciendo afirmaciones contrarias. ¿Cómo podemos hablar de un esfuerzo por mantener la unidad si lo que vemos es un empeño en destruir esa unidad apartándonos de la fe que hemos recibido de los apóstoles?

La nueva iglesia no estaría manifestando su ser a través de la unidad. La nueva iglesia se estaría identificando por lo que podemos denominar una «pluralidad virulenta». Una pluralidad bien entendida es buena y deseable. Lo que constituye un grave perjuicio y daño es una pretendida pluralidad que deforma y destruye la fe. Si hay una «pluralidad virulenta» en la fe, entonces es imposible que haya unidad.  Si hay una infecciosa pluralidad en las exigencias morales para seguir a Cristo, tampoco es posible la unidad. Este tipo de pluralidad destruye la unidad en la Iglesia.  De modo, que en vez de afirmar que la iglesia es una, se estaría diciendo que la iglesia no es una sino muchas, cada una con sus propias características propias de una confusa, contradictoria, «virulentamente plural» y diversa.

Segunda nota: la santidad. La santidad de la Iglesia es una nota que la define principalmente por la Santidad de Cristo. Aunque sus miembros somos pecadores, por encima de ello, Cristo que es Dios y cabeza de la Iglesia la hace santa y participe de su santidad. Así como Cristo da gloria al Padre, la Iglesia está llamada a dar esa gloria al Padre unida a Cristo y vivificada por el Espíritu Santo. La Iglesia mira al Cielo, eleva sus plegarias a Dios.

En cambio la nueva Iglesia parece mirar al hombre. Parece buscar la gloria del hombre y en vez de mirar al cielo mira a la tierra. Y en vez de glorificar al Padre parece preocupada más por cuidar de la Madre tierra. Más que la santidad y de la purificación de los hombres, más que la conversión a Dios, parece que se preocupa de la purificación del aire. El pecado viene a ser la contaminación del aire de las ciudades, la contaminación y deterioro de los mares y los ríos, el daño que se está haciendo al planeta. Por eso se insiste más en la «conversión ecológica» que en la conversión del corazón. Hay que cuidar a nuestra madre la tierra. Y para ser ecológicos debemos reciclar y construir un desarrollo sostenible. La nueva iglesia en vez de santa estaría definiéndose como «ecológica».

Tercera nota: la Catolicidad. La Iglesia es Una, Santa y Católica. Decir Católica es decir universal. Está llamada a todos los pueblos y naciones a lo largo de todos los tiempos. La Iglesia es enviada por Cristo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Id y haced discípulos míos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar a los hombres todo lo que yo os he enseñado. El crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará» (Mt 18, 19- 20 y Mc 16, 15-20).

Pero en la nueva Iglesia parece que ya no es necesario hacer discípulos ni bautizar incorporando a los hombres a Cristo y a su Iglesia. Parece que ya no es tan importante enseñar lo que Cristo ha enseñado, su doctrina y el modo de vivir. Da la impresión de que no importa mucho incorporarse a la Iglesia y ser bautizado sino simplemente permanecer cada uno en sus creencias, en su religión y buscar la armonía y la fraternidad universal por encima de credos o conductas. 

Esta apertura, este tender puentes a todos los creyentes de todas las religiones es lo que ahora se entiende por globalismo, una perversión del verdadero ecumenismo. ¡Que anticuado eso de condenarse! ¿Es que acaso un padre misericordioso podría condenar a sus hijos? Y con ese entendida religión global en la que todas las religiones caben es con el que la Iglesia ha de identificarse. De ahí que ahora debemos de decir que esta nueva Iglesia ha de reconocerse, no por ser Católica sino por ser global. La Iglesia de Cristo es Una, Santa, Católica. La nueva iglesia es, diversa, ecológica, globalista.

Y vamos ahora por la cuarta nota: Apostólica. La Iglesia de Cristo es Apostólica porque está fundada sobre los apóstoles. Ellos son los que recibieron el encargo de hacer crecer a la Iglesia. A ellos les fue confiada la tarea de enseñar. A ellos les fue dada la autoridad de hablar en el nombre de Cristo y de representar a Cristo: «Quien a vosotros os escuche a mí me escucha. Quien a vosotros os rechace a mí me rechaza». Los apóstoles y sus sucesores constituyen lo que denominamos los católicos el Colegio apostólico. Ese fundamento que impulsa a proseguir la tarea de los apóstoles y sus sucesores, los obispos. Un colegio, el apostólico, que está llamado a conservar la unidad y la santidad de la Iglesia; a llevar a los hombres a Cristo para identificarse con él; a hacerlos discípulos suyos con el santo bautismo. Sí, la Iglesia Una y Santa es también Católica y Apostólica.

Pero ahora, parece que más que considerar esta nota propia de la Iglesia de Cristo, la nueva iglesia no se siente bien fundada. Las columnas de los Apóstoles y la Roca de Pedro no deberían parecer ser algo fijo e inamovible. Parece que con las otras notas de la nueva iglesia, no concuerda muy bien eso de la apostolicidad, porque ser fijo e inamovible parece algo más semejante a la rigidez, algo contrario a la flexibilidad, al diálogo, a la escucha. 

Los Apóstoles enseñaban con firmeza, con seguridad, con autoridad, con claridad y sin ambigüedades. Son las columnas de la Iglesia. Y las columnas no pueden sostener un edificio si no son firmes, rígidas, inamovibles. Pero ahora, la nueva iglesia, la que se identifica con la diversidad, con la ecología y con el globalismo, prefiere una nueva concepción que sustituya a la nota de la apostolicidad. Nada de seguridad y firmeza porque eso es rigidez. Rígido es el que piensa que está en la verdad —¡que arrogancia!—y no en constante búsqueda. ¿Búsqueda de qué? De toda blandura y flexibilidad, la adaptación a los nuevos tiempos. Y todo eso se ha encontrado en la Sinodalidad. Eso sí. Porque la sinodalidad está abierta a «todos y a todas». Es tan inclusiva que está abierta incluso a «todes». 

La sinodalidad no enseña nada, no dice nada sino que escucha. No enseña con autoridad sino que se cuestiona a sí misma. No pretende ser depositaria de la verdad sino que busca el consenso, escuchando la opinión de muchos y acallando avergonzada la doctrina recibida. Eso de apostólica puede sonar a clericalismo. Por eso en vez de Apostólica, la nueva iglesia se define como sinodal. Algo tan concreto y claro, tan diáfano y poético como «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo».

Así que finalmente la Iglesia de Cristo que es Una, Santa, Católica y Apostólica, no es la nueva Iglesia de los nuevos tiempos. No es la Iglesia que «soberbiamente» se cree en depositaria de la verdad y quiere llevar la luz de Cristo al mundo sino la que humildemente pretende dejarse iluminar por el mundo. Esta nueva Iglesia, acorde con los cambios de la modernidad, acorde con los planteamientos de la sensibilidad de los hombres, con sus constantes y variables paradigmas; esta nueva Iglesia que desea aprender del mundo tiene ahora unas nuevas y esenciales notas o características que la definen. En vez de afirmar la fe en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica, que es algo que suena muy antiguo y medieval, ahora pretende que confesemos: creo en una nueva Iglesia que es diversa, ecológica, globalista y sinodal.

Por J.G.L

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Comentarios
12 comentarios en “¿Sigue siendo la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica?
  1. ¡Cielos…!
    Pues suena muy…
    ¿Esta nueva Iglesia me guiará y ayudará para ir al cielo en vez de al Infierno? ¿O no servirá para lo primero?, o peor, ¿servirá para lo segundo?
    Me parece que ya hay biblias con perspectiva de género (sic)…

    Interesante artículo. Pero a san Francisco le pidieron reformar la Iglesia. ¿Me doy por aludido yo? ¿Ya soy fiel? ¡Ay!, cuánta ayuda necesitamos.
    «¡Ánimo!, yo he vencido al mundo.» Esto es un gran consuelo,y grande esperanza también.

    1. No respondo a nadie solo comento mi parecer con los interrogantes que me genera esta actual corriente de la Iglesia.
      Sin dudas la Iglesia de Cristo es única, católica y apostólica pero hoy generan tantas dudas sus lamentables dirigentes actuales que me pregunto, vale comulgar sin confesarse? Vale ser defensor de la Fe? Si observamos que quienes se arrogan la exclusividad de celebrar y consagrar en la Santa Misa son tan o mas pecadores que yo y por su cargo mas herejes.
      Si los laicos debemos corregirlos a ellos, pero asimismo ellos temen enfrentar a sus superiores, es evidente que pesa mas la verticalidad que la defensa de las enseñanzas, la doctrina.
      Te dicen, pero igual su consagración es valida por la acción de Cristo Jesús; dudo.
      Porque entonces no consagramos los laicos??
      Porque si es grave para unos tambien lo es para otros.
      Conviene vivir la fe a solas con el amparo de Cristo y Maria, en oración hasta que toda esta decadencia cambie.

      1. Eso no puede ser: todos necesitamos los sacramentos, y éstos sólo pueden administrarlos los sacerdotes. Los sacramentos no pierden validez porque el sacerdote sea más o menos pecador, siempre que los administre como manda la Iglesia. Además, créame que sigue habiendo sacerdotes que no son herejes. La situación no es buena, pero hasta ese punto aún no hemos llegado. Non praevalebunt.

  2. Como dice el articulista, la unidad debemos mantenerla «no ya en relación a los que se apartaron de ella (de la Iglesia) y por tanto son cismáticos.» Nosotros no debemos estar unidos a los errores de Francisco, sino al verdadero magisterio pontificio bimilenario.
    El Papa está intentando crear la «Iglesia de Francisco», pero esa no es la verdadera Iglesia fundada por Cristo, por eso no debemos secundar a este Papa en sus errores.

  3. La Iglesia es y será siempre Una, Santa, Católica y Apostólica. Pero dentro de ella existen muchos (entre ellos Francisco) que rompen la unidad, dificultan la santidad, quebrantan la catolicidad y niegan su apostolicidad.

  4. Apostólica significa de tradición apostólica, es decir, tradicional.
    Quien se aparta de la tradición se aparta de la iglesia porque la Tradición es la doctrina con su culto a piñón fijo ¿como va a ser a piñón variable? Entonces deja de ser apostólica como los protestantes. El Papa no puede enseñar gilipolleces, tiene que enseñar el contenido de la Tradición, y llevamos ya seis papas así. No existe el contenido nuevo con el pretexto de un concilio pastoral. Lo pastoral es una forma de hacer las cosas pero no una forma para inventar cosas no tradicionales.
    «Una» significa que no está dividida y no tiene que unificarse con nadie mediante ecumenismo.
    ¿Se puede saber por qué muy poca gente se entera de esto tan simple? Parecen una secta donde está prohibido razonar y preguntar pq se cae el tinglado.

  5. YO SOY EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA…….no hay otro camino, no hay otra verdad, y solo hay vida a través de Cristo. Todos los demás disparates conciliares sobran. Cuando lleguemos al cielo, los que lleguen, allí conoceremos a Cristo y a la Verdad, no habrá otras, los demás caminos que nacieron en el concilio estafador solo llevan a un sitio, a la condenación eterna. El Concilio violó el primero de los mandamientos de la ley de Dios, amarás a Dios sobre todas las cosas, pero estos se han echado en los brazos de los infieles haciéndose cómplices de ellos en alegre francachela. Han sido desleales a Cristo y hasta han adorado a dioses paganos. Como en el caso del becerro de oro el castigo va a ser terrible.

  6. Todo está dicho y se entiende a la perfección.
    No hay que dejar de seguir los pasos de Nuestro Señor Jesucristo. El es el camino, la verdad y la vida y lo demás patrañas. Y ese cambio solo se anda con fe, esperanza y caridad y, por supuesto, los bordes de ese camino que no se deben traspasar para no desviarse de él son los diez mandamientos.Tan difícil es de entender? Yo no creo que necesitemos los católicos ni siquiera un Estado Vaticano, es demasiado terrenal y convierte a sus inquilinos en príncipes. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César y llevamos, no solo ahora sino muchos siglos en una deriva de confusión cada vez mayor. Cristo dijo a San Pedro que el sería la piedra sobre la que se edificaría su Iglesia pero no habló de un Estado. Si dijo que su Reino no era de este mundo y que el que quisiera seguirle a él debería dejarlo todo y a todos, si era preciso, la por la Salvación. Hay que predicar el evangelio de Cristo no solo con la palabra sino con obras (Jn 1,18)

  7. Gracias por este artìculo tan preciso y claro, JGL! Recordando la frase del Señor, cuando dijo «Pero cuando vuelva el Hijo del Hombre, encontrarà esta fe sobre la tierra?» (Lucas 18 1-8), y asintiendo a todo lo expuesto en su nota, resulta profètica la duda de Jesùs,.. Dios nos ayude! Y què pena tan grande, una joya tan perfecta y preciosa como la fe catòlica, desmembrada y llevada a rastras de las ridìculas modas del mundo…!

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