La indignación del cardenal Sarah

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Como informamos ayer, el ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal africano Robert Sarah, envió al Papa Francisco un escrito ―que publicó Sandro Magister en exclusiva― en el que el purpurado guineano protestaba ante la decisión de suprimir las misas individuales en la Basílica de San Pedro.

Sarah se unía así a las quejas de otros cardenales: Raymond L. Burke, Gerhard L. Müller y Walter Brandmüller; hoy tenemos que añadir un quinto, Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong.

Y es que es difícil entender esta decisión que se toma, según el texto de la Secretaría de Estado, queriendo «asegurar que la Santa Misa en la Basílica de San Pedro se realicen en un clima de recogimiento y de decoro litúrgico». ¿Antes no era así? ¿Con la celebración de misas individuales no había un clima de recogimiento y de decoro? ¿Ese recogimiento si lo aportaban las miríadas de turistas que recorrían la basílica día si y día también?

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De todas formas, a pesar de la desconcertante frase a la que acabo de referirme, me asalta una duda releyendo el documento vaticano: ¿Se tratará de una medida temporal encuadrada simplemente en el tiempo de Cuaresma? El encabezado de la directiva podría dar a entender eso:

«El Tiempo de Cuaresma nos invita a volver al Señor con todo el corazón (cfr. Gal 2, 12) dando mayor centralidad a la escucha de la Palabra de Dios y a la celebración Eucarística. En ese sentido, queriendo asegurar que la Santa Misa en la Basílica de San Pedro se realicen en un clima de recogimiento y de decoro litúrgico, de aquí en adelante se dispone lo siguiente».

Aunque es cierto que ese «de aquí en adelante» puede, efectivamente, referirse a una decisión indefinida. Como aquí nadie explica nada nos quedamos con las dudas.

Después de la repercusión de la respuesta del cardenal Sarah al documento, vamos a desengranar los argumentos esgrimidos por el purpurado a la hora de dirigirse al Santo Padre pidiéndole la retirada de las nuevas normas.

Sarah recuerda que, aunque el Concilio Vaticano II manifestó la preferencia de la Iglesia por la celebración comunitaria de la liturgia, la Misa, aunque la celebre solo un sacerdote, “nunca es un acto privado, y menos aún es en sí misma una celebración indigna”.

El decoro de la liturgia “no se obtiene en forma automática prohibiendo simplemente la celebración individual de la Misa e imponiendo la concelebración”, recuerda el que ha sido, hasta hace poco más de un mes, encargado de custodiar la Liturgia en la Iglesia.

“No sólo se confirma aquí que, incluso cuando el sacerdote celebra sin el pueblo, la Misa sigue siendo un acto de Cristo y de la Iglesia, sino que se recomienda también su celebración diaria”, añade el purpurado de 75 años. Sarah resume que, siempre que sea posible, “se prefiere la celebración comunitaria, pero la celebración individual por parte de un sacerdote sigue siendo obra de Cristo y de la Iglesia”.

“El Magisterio no sólo no la prohíbe, sino que la aprueba, y recomienda que los sacerdotes celebren la Santa Misa todos los días, porque de cada Misa fluye una gran cantidad de gracias para el mundo entero”, añade.

A nivel teológico el cardenal recuerda dos posiciones que sostienen los expertos: una que dice que el don de la gracia que Dios ofrece con la celebración es la misma si los sacerdotes celebran individualmente o concelebrando y otra, que “no debería ser ignorada”, que defiende que “al concelebrar una sola Misa”, en lugar de que los concelebrantes celebren cada uno una individualmente, “se reduce el don de la gracia”.

“No pretendo resolver aquí la cuestión de cuál de las dos tesis es más creíble”, reconoce el purpurado. Sin embargo, apostilla, hay que “tener presente que existe como mínimo la seria posibilidad de que, al obligar a los sacerdotes a concelebrar y reducir así el número de Misas celebradas, se verifique una disminución del don de la gracia hecho a la Iglesia y al mundo. Si así fuera, el daño espiritual sería incalculable”.

Sarah escribe que, a causa de esta nueva directiva, los sacerdotes que deseen celebrar la Misa “se verán ahora obligados a concelebrar”. “Los sacerdotes pueden concelebrar si lo desean, ¿pero se les puede imponer la concelebración? La gente dirá: ¡si no quieren concelebrar, que se vayan a otro lado! ¿Pero es éste el espíritu de acogida de la Iglesia que queremos encarnar? ¿Es éste el simbolismo expresado por la columnata de Bernini delante de la Basílica, que representa idealmente los brazos abiertos de la Madre Iglesia que acoge a sus hijos?”, se pregunta el cardenal africano.

Muchos sacerdotes vienen a Roma en peregrinación, dice Sarah recordando una realidad indudable. Muchos de ellos, aunque acudan sin un grupo de fieles, “alimentan el sano y hermoso deseo” de celebrar la Misa en San Pedro, “quizás en el altar dedicado a un santo por el que tienen especial devoción”. Durante siglos San Pedro ha acogido a estos curas, “¿Y por qué ahora no quiere acogerlos más, si no aceptan la imposición de la concelebración?”, se pregunta.

Las misas concelebradas, por otra parte, serán en italiano, con lo que el cardenal se cuestiona que harán los sacerdotes que llegan a Roma y no saben italiano, que son muchísimos. “Por otra parte, incluso si se hiciera una corrección en este sentido, permitiendo el uso de tres o cuatro idiomas, esto nunca podría cubrir el gran número de idiomas en los que sigue siendo posible celebrar la Santa Misa”, añade el purpurado.

Sarah recuerda, además, que el Código de Derecho Canónico da preeminencia al latín. “Pero esto no puede hacerse ahora en la Basílica, salvo la celebración en forma extraordinaria, sobre la cual volveré más adelante”, afirma el cardenal. “La Basílica de San Pedro debería servir de ejemplo para la liturgia de toda la Iglesia, asegura Sarah, pero con estas nuevas normas “se imponen criterios que no se tolerarían en ningún otro lugar, porque violan tanto el sentido común como las leyes de la Iglesia”.

Sarah señala que la celebración en forma extraordinaria queda relegada a las Grutas que están debajo de la Basílica. “Pero en base a las nuevas normas, ¿qué debería hacer un sacerdote que deseara legítimamente seguir celebrando la Misa en forma individual? No tendría más remedio que celebrarlo en la forma extraordinaria, ya que se le impide celebrarla individualmente en la forma ordinaria”, explica.

Sobre la “singular” decisión respecto a la forma tradicional del rito romano dice que -en número máximo de cuatro celebraciones diarias- se permite exclusivamente en la Capilla Clementina y “queda totalmente prohibida en cualquier otro altar de la Basílica y de las Grutas”. El decreto también estipula que serán realizadas únicamente por sacerdotes “autorizados”.

Sarah afirma que esto no respeta las normas que dictó Benedicto XVI. “¿Quién debería autorizar a esos sacerdotes? ¿Por qué razón no se puede volver a celebrar la forma extraordinaria en la Basílica? ¿Qué peligro representa para la dignidad de la liturgia?”, son las preguntas lanzadas por el cardenal africano.

El cardenal indica que el hecho de que los sacerdotes se alternen en los altares de la Basílica para ofrecer misas por las mañanas “es una antigua y venerable costumbre”. “¿Era realmente necesario romperla? ¿Tal decisión produce realmente un mayor bien para la Iglesia y un mayor decoro en la liturgia?”, se pregunta. “¡Cuántos santos han perpetuado, a lo largo de los siglos, esta hermosa tradición!”, exclama el ex prefecto. “¿Por qué negar a los santos de hoy -que gracias a Dios existen, están entre nosotros y visitan Roma al menos de vez en cuando- así como a todos los demás sacerdotes una experiencia similar, tan profundamente espiritual? ¿En base a qué criterio y por qué hipotético progreso se rompe una tradición más que centenaria y se niega a muchos la posibilidad de celebrar la Misa en San Pedro?”, pregunta visiblemente indignado.

“Con la nueva normativa, los altares de San Pedro están destinados a servir, salvo un día al año, sólo como tumbas de santos, si no como meras obras de arte. Esos altares, en cambio, deben vivir y su vida es la celebración diaria de la Santa Misa”, asegura, refiriéndose a los más de 40 altares que pueblan el gigantesco templo.

Por todo ello, el ex prefecto suplica “humildemente” al Papa que disponga la retirada de las nuevas normas, “las cuales faltan tanto a la justicia como al amor, no corresponden a la verdad ni al derecho, y no facilitan, sino que más bien ponen en peligro el decoro de la celebración, la participación devota en la Misa y la libertad de los hijos de Dios”.

El cardenal explica así, razonadamente, los motivos por los que la extraña norma no tiene mucho sentido y muestra de esta manera su indignación -ya son cinco los cardenales que se han mostrado desconcertados- ante ella. ¿Recibirá respuesta? ¿Francisco revocará esta decisión emanada, en principio, de la Secretaría de Estado del Vaticano? ¿Contestará, en caso de que él esté de acuerdo con la medida, razonadamente, explicando el por qué?

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Comentarios
21 comentarios en “La indignación del cardenal Sarah
    1. Claudio, a usted no se le atasca la poca educación. Mire, cada uno que escriba lo que quiera, fíjese que simple. También ya puestos, le voy a regalar una idea : lea el marca.es

  1. Éste es el paso previo: la «nueva normalidad» será la concelebración. Y así se abre paso a que concelebren «otros» aunque no sean sacerdotes, aunque no sean católicos, aunque no sean varones.
    Exagero? Al tiempo… (que según se afirma ahora, es mayor que el espacio…. despacio)

  2. La nueva normativa de la Secretaría de Estado (con el apoyo del Papa Francisco), rompe con la tradición de siglos, constiuye un desprecio arbitrario a la liturgia eucarística, y es una falta de caridad hacia los sacerdotes.

  3. Se echa en falta que no haya una carta abierta firmada por los curiales y sacerdotes varios que supliquen al papa, la continuidad, con la práctica anterior, es cierto que es de gran ayuda el pronunciamiento de los cardenales, (falta Pell), sin embargo, quienes han logrado celebrar en el pasado, podrían unirse o ya que estamos en tiempos de experiencias, podrían algunos de estos sacerdotes, narrar algunas de estas experiencias acontecidas en la Basílica.
    ¿O es que los basiliscos van a dominar también allí?

    1. En efecto, eso es lo que quieren y adoptan medidas conducentes al efecto.

      Es de notar que:
      1) atacan especialmente la Misa tradicional existente hasta poco después de la finalización del CVII.
      2) promueven la misa concelebrada, y como siempre se traen algo entre manos, coincido con quien decía aquí que buscan que en el futuro haya cualquiera colado alrededor del altar «concelebrando».

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