El Papa en Irak: «La ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano»

Vatican Media
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Día histórico en Irak. El Papa Francisco, en el segundo día de su viaje en el país de Oriente Medio, que en los últimos años ha sido golpeado por la peor vertiente islamista, ha visitado la antigua ciudad de Ur, lugar donde nació el patriarca Abraham, una de las figura más importantes del Antiguo Testamento y, por tanto, del catolicismo.

«Este lugar bendito nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones», dijo el Papa en su discurso refiriéndose al cristianismo, al islam y al judaísmo. Abrahán «escuchó aquí la llamada de Dios (…) Nosotros somos el fruto de esa llamada y de ese viaje», dijo Francisco.

«Contemplando el mismo cielo después de milenios, aparecen las mismas estrellas. Estas iluminan las noches más oscuras porque brillan juntas. El cielo nos da así un mensaje de unidad: el Altísimo que está por encima de nosotros nos invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros», expuso el Pontífice.

Si queremos «mantener la fraternidad», indicó, «no podemos perder de vista el Cielo». «Nosotros, descendencia de Abrahán y representantes de distintas religiones, sentimos que tenemos sobre todo la función de ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo», aseguró el Papa.

«La verdadera religiosidad es adorar a Dios y amar al prójimo. En el mundo de hoy, que a menudo olvida al Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la fraternidad», dijo el Sucesor de Pedro.

Desde este lugar, dijo el Papa, «afirmamos que Dios es misericordioso y que la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano. Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión», aseguró Francisco.

«Sobre este país se cernieron las nubes oscuras del terrorismo, de la guerra y de la violencia. Todas las comunidades étnicas y religiosas sufrieron. Quisiera recordar en particular a la comunidad yazidí, que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas y a conversiones forzadas», recordó el Papa.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas:

Este lugar bendito nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones. Aquí, donde vivió nuestro padre Abrahán, nos parece que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia. Nosotros somos el fruto de esa llamada y de ese viaje. Dios le pidió a Abrahán que mirara el cielo y contara las estrellas (cf. Gen 15,5). En esas estrellas vio la promesa de su descendencia, nos vio a nosotros. Y hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abrahán del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la tierra.

1. Miramos al cielo.Contemplando el mismo cielo después de milenios, aparecen las mismas estrellas. Estas iluminan las noches más oscuras porque brillan juntas. El cielo nos da así un mensaje de unidad: el Altísimo que está por encima de nosotros nos invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros. El más allá de Dios nos remite al más acá del hermano. Pero si queremos mantener la fraternidad, no podemos perder de vista el Cielo. Nosotros, descendencia de Abrahán y representantes de distintas religiones, sentimos que tenemos sobre todo la función de ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo. Todos lo necesitamos, porque no nos bastamos a nosotros mismos. El hombre no es omnipotente, por sí solo no puede hacer nada. Y si elimina a Dios, acaba adorando a las cosas mundanas. Pero los bienes del mundo, que hacen que muchos se olviden de Dios y de los demás, no son el motivo de nuestro viaje en la tierra. Alzamos los ojos al Cielo para elevarnos de la bajeza de la vanidad; servimos a Dios para salir de la esclavitud del yo, porque Dios nos impulsa a amar. La verdadera religiosidad es adorar a Dios y amar al prójimo. En el mundo de hoy, que a menudo olvida al Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la fraternidad.

Desde este lugar que es fuente de fe, desde la tierra de nuestro padre Abrahán, afirmamos que Dios es misericordioso y que la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano. Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión. Es más, nos corresponde a nosotros resolver con claridad los malentendidos. No permitamos que la luz del Cielo se ofusque con las nubes del odio. Sobre este país se cernieron las nubes oscuras del terrorismo, de la guerra y de la violencia. Todas las comunidades étnicas y religiosas sufrieron. Quisiera recordar en particular a la comunidad yazidí, que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas y a conversiones forzadas. Hoy rezamos por todos los que han padecido semejantes sufrimientos y por los que todavía se encuentran desaparecidos y secuestrados, para que pronto regresen a sus hogares. Y rezamos para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa; que son derechos fundamentales, porque hacen al hombre libre de contemplar el Cielo para el que ha sido creado.

El terrorismo, cuando invadió el norte de este querido país, destruyó de manera brutal parte de su maravilloso patrimonio religioso, incluyendo iglesias, monasterios y lugares de culto de diversas comunidades. Sin embargo, incluso en ese momento oscuro brillaron las estrellas. Pienso en los jóvenes voluntarios musulmanes de Mosul, que ayudaron a reconstruir iglesias y monasterios, construyendo amistades fraternas sobre los escombros del odio, y a cristianos y musulmanes que hoy restauran juntos mezquitas e iglesias. El profesor Ali Thajeel también nos ha contado sobre el regreso de peregrinos a esta ciudad. Es importante peregrinar hacia los lugares sagrados, es el signo más hermoso de la nostalgia del Cielo en la tierra. Por eso, amar y proteger los lugares sagrados es una necesidad existencial, recordando a nuestro padre Abrahán, que en diversos sitios levantó hacia el cielo altares al Señor (cf. Gen 12,7.8; 13,18; 22,9). Que el gran patriarca nos ayude a convertir los lugares sagrados de cada uno en oasis de paz y de encuentro para todos. Él, por su fidelidad a Dios, llegó a ser bendición para todas las familias de la tierra (cf. Gen 12,3). Que nuestra presencia aquí, siguiendo sus huellas, sea signo de bendición y esperanza para Irak, para Oriente Medio y para el mundo entero. El cielo no se ha cansado de la tierra, Dios ama a cada pueblo, a cada una de sus hijas y a cada uno de sus hijos. No nos cansemos nunca de mirar al cielo, de contemplar estas estrellas, las mismas que, en su época, miró nuestro padre Abrahán.

2. Caminamos en la tierra. Los ojos fijos en el cielo no distrajeron a Abrahán, sino que lo animaron a caminar en la tierra, a comenzar un viaje que, por medio de su descendencia, iba a alcanzar todos los siglos y latitudes. Pero todo comenzó aquí, a partir del momento en que el Señor “lo hizo salir de Ur” (cf. Gen15,7). El suyo fue, por tanto, un camino en salida que comportó sacrificios; tuvo que dejar tierra, casa y parientes. Pero, renunciando a su familia, se convirtió en padre de una familia de pueblos. También a nosotros nos sucede algo parecido. En el camino, estamos llamados a dejar esos vínculos y apegos que, encerrándonos en nuestros grupos, nos impiden que acojamos el amor infinito de Dios y que veamos hermanos en los demás. Sí, necesitamos salir de nosotros mismos, porque nos necesitamos unos a otros. La pandemia nos ha hecho comprender que «nadie se salva solo» (Carta enc. Fratelli tutti, 54). Aun así, la tentación de distanciarnos de los demás siempre vuelve. Entonces «el “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia» (ibíd., 36). En las tempestades que estamos atravesando no nos salvará el aislamiento, no nos salvará la carrera para reforzar los armamentos y para construir muros, al contrario, nos hará cada vez más distantes e irritados. No nos salvará la idolatría del dinero, que encierra a la gente en sí misma y provoca abismos de desigualdad que hunden a la humanidad. No nos salvará el consumismo, que anestesia la mente y paraliza el corazón.

El camino que el Cielo indica a nuestro recorrido es otro, es el camino de la paz. Este requiere, sobre todo en la tempestad, que rememos juntos en la misma dirección. No es digno que, mientras todos estamos sufriendo por la crisis pandémica, y especialmente aquí donde los conflictos han causado tanta miseria, alguno piense ávidamente en su beneficio personal. No habrá paz sin compartir y acoger, sin una justicia que asegure equidad y promoción para todos, comenzando por los más débiles. No habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos. No habrá paz mientras los demás sean ellos y no parte de un nosotros. No habrá paz mientras las alianzas sean contra alguno, porque las alianzas de unos contra otros sólo aumentan las divisiones. La paz no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad. Pidámoslo en la oración para todo Oriente Medio, pienso en particular en la vecina y martirizada Siria.

El patriarca Abrahán, que hoy nos congrega en la unidad, fue profeta del Altísimo. Una profecía antigua dice que los pueblos «de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas» (Is 2,4). Esta profecía no se ha cumplido, al contrario, espadas y lanzas se han convertido en misiles y bombas. ¿Dónde puede comenzar el camino de la paz? En la renuncia a tener enemigos. Quien tiene la valentía de mirar a las estrellas, quien cree en Dios, no tiene enemigos que combatir. Sólo tiene un enemigo que afrontar, que está llamando a la puerta del corazón para entrar: es la enemistad. Mientras algunos buscan más tener enemigos que ser amigos, mientras tantos buscan el propio beneficio en detrimento de los demás, el que mira las estrellas de las promesas, el que sigue los caminos de Dios no puede estar en contra de nadie, sino en favor de todos. No puede justificar ninguna forma de imposición, opresión o prevaricación, no puede actuar de manera agresiva.

Queridos amigos, ¿todo esto es posible? El padre Abrahán, que supo esperar contra toda esperanza (cf. Rm 4,18), nos anima. En la historia, hemos perseguido con frecuencia metas demasiado terrenas y hemos caminado cada uno por cuenta propia, pero con la ayuda de Dios podemos cambiar para mejor. Depende de nosotros, humanidad de hoy, y sobre todo de nosotros, creyentes de cada religión, transformar los instrumentos de odio en instrumentos de paz. Nos toca a nosotros exhortar con fuerza a los responsables de las naciones para que la creciente proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para todos. Nos corresponde a nosotros acallar los reproches mutuos para dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta; demasiados carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad. De nosotros depende que salgan a la luz las turbias maniobras que giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos. A nosotros nos corresponde proteger la casa común de nuestras intenciones depredadoras. Nos toca a nosotros recordarle al mundo que la vida humana vale por lo que es y no por lo que tiene, y que la vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de todos los demás. Nos corresponde a nosotros tener la valentía de levantar los ojos y mirar a las estrellas, las estrellas que vio nuestro padre Abrahán, las estrellas de la promesa.

El camino de Abrahán fue una bendición de paz. Sin embargo, no fue fácil, tuvo que afrontar luchas e imprevistos. También nosotros estamos ante un camino escarpado, pero necesitamos, como el gran patriarca, dar pasos concretos, peregrinar para descubrir el rostro del otro, compartir recuerdos, miradas y silencios, historias y experiencias. Me impactó el testimonio de Dawood y Hasan, un cristiano y un musulmán que, sin dejarse desalentar por las diferencias, estudiaron y trabajaron juntos. Juntos construyeron el futuro y se descubrieron hermanos. También nosotros, para seguir adelante, necesitamos hacer juntos algo bueno y concreto. Este es el camino, sobre todo para los jóvenes, que no pueden ver sus sueños destruidos por los conflictos del pasado. Es urgente educarlos en la fraternidad, educarlos para que miren a las estrellas. Es una auténtica emergencia; será la vacuna más eficaz para un futuro de paz. ¡Porque son ustedes, queridos jóvenes, nuestro presente y nuestro futuro!

Las heridas del pasado sólo se pueden sanar con los demás. La señora Rafah nos contó el ejemplo heroico de Najy, de la comunidad sabea mandea, que perdió la vida intentando salvar a la familia de su vecino musulmán. ¡Cuántas personas aquí, en el silencio y la indiferencia del mundo, han emprendido caminos de fraternidad! Rafah nos relató también los sufrimientos indescriptibles de la guerra, que ha obligado a muchos a abandonar casa y patria en busca de un futuro para sus hijos. Gracias, Rafah, por haber compartido con nosotros la voluntad firme de permanecer aquí, en la tierra de tus padres. Que quienes no lo lograron y tuvieron que huir encuentren una acogida benévola, digna de personas vulnerables y heridas.  

Fue precisamente a través de la hospitalidad, rasgo distintivo de estas tierras, que Abrahán recibió la visita de Dios y el don, que ya no esperaba, de un hijo (cf. Gen 18,1-10). Nosotros, hermanos y hermanas de distintas religiones, aquí nos hemos encontrado en casa y desde aquí, juntos, queremos comprometernos para que se realice el sueño de Dios: que la familia humana sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que, mirando el mismo cielo, camine en paz en la misma tierra.

Oración de los hijos de Abraham

Dios omnipotente, Creador nuestro que amas a la familia humana y a todo lo que han hecho tus manos, nosotros, los hijos e hijas de Abrahán pertenecientes al judaísmo, al cristianismo y al islam, junto a los otros creyentes y a todas las personas de buena voluntad, te agradecemos por habernos dado como padre común en la fe a Abrahán, hijo insigne de esta noble y amada tierra.

Te damos gracias por su ejemplo de hombre de fe que te obedeció hasta el fin, dejando su familia, su tribu y su patria para ir hacia una tierra que no conocía.

También te agradecemos por el ejemplo de valentía, resiliencia y fortaleza, de generosidad y hospitalidad que nuestro padre común en la fe nos ha dado.

Te damos gracias, en particular, por su fe heroica, demostrada por la disponibilidad para sacrificar a su hijo por obedecer tu mandato. Sabemos que era una prueba muy difícil, de la que, no obstante, salió vencedor, porque sin condiciones confió en Ti, que eres misericordioso y abres siempre nuevas posibilidades para volver a empezar.

Te agradecemos porque, bendiciendo a nuestro padre Abrahán, lo has hecho una bendición para todos los pueblos.

Te pedimos, Dios de nuestro padre Abrahán y Dios nuestro, que nos concedas una fe fuerte, diligente en el bien, una fe que abra nuestros corazones a Ti y a todos nuestros hermanos y hermanas; y una esperanza invencible, capaz de percibir en todas partes la fidelidad de tus promesas.

Haz de cada uno de nosotros un testigo de tu cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y los desplazados, las viudas y los huérfanos, los pobres y los enfermos.

Abre nuestros corazones al perdón recíproco y haznos instrumentos de reconciliación, constructores de una sociedad más justa y fraterna.

Acoge en tu morada de paz y de luz a todos los difuntos, en particular a las víctimas de la violencia y de las guerras.

Asiste a las autoridades civiles en la búsqueda y el rescate de las personas secuestradas, y en la particular protección de las mujeres y los niños.

Ayúdanos a cuidar el planeta, la casa común que, en tu bondad y generosidad, nos has dado a todos nosotros.

Sostiene nuestras manos en la reconstrucción de este país, y concédenos la fuerza necesaria para ayudar a cuantos han tenido que dejar sus casas y sus tierras con vistas a alcanzar seguridad y dignidad, y a comenzar una vida nueva, serena y próspera. Amén.

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Comentarios
30 comentarios en “El Papa en Irak: «La ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano»
  1. Este es el desideratum del concilio: una oración común que todos puedan rezar, esta vez en sabor pacha-mama abrahamica.

    Está escrito , Justino hablaba de los profetas que inspiraron a poetas y filósofos y nunca de otras religiones, para este autor hubiese Sido blasfemo el contubernio. Y no es un error menor, un capricho no magisterial. El sujeto lo dice investido plenamente de su figura y en nombre de su religión. No hacen falta formalidades.

    Sin embargo, esta invención de las oraciones comunes no es de el,por supuesto. Solo repite lo que sus antecesores inmediatos se inventaron.

    1. …yendo a la Sagrada Biblia, es el mismo Nuestro Señor Jesucristo quien nos revela con Su Palabra Divina, cuál es la mayor de las blasfemias:
      En San Marcos 3:28-30: “’En verdad les digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen, pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno.»

      En cuanto a negar estas palabras del Salvador aquí reproducidas, quien tenga dudas puede leer Gálatas, capítulo 1, versículos 1-12

    1. jajaja, buena esa de seguro que ahora sale con una nueva linea de ropa para «parecerse a las ovejas y menos a un rigido pastor»

  2. Sin duda, el odiar al hermano es un pecado muy grave, pero equipararlo a la blasfemia que es por definición un insulto, burla o agravio específicamente contra Dios y su Majestad es confuso y erróneo a mi parecer, a menos que cometamos el error de pretender divinizar al hombre creatura y equipararlo al nivel y dignidad de Dios. Por ello, en el decálogo están claramente diferenciados los pecados que ofenden a Dios de los que ofenden al prójimo. La hoy común retórica horizontalista tiende a disculpar con facilidad las ofensas a Dios, absolutizando el valor del hombre e idealizándolo, olvidando que el hombre puede ser ofendido pero también ofender, puede ser santo y glorificado en Cristo, pero también condenado por su rebelión y persistencia en el pecado.

  3. Si, existe un terrorismo católico, que con frecuencia se ejerce a través de palabras y escritos, fomentando la enemistad, lanzando anatemas, juzgando al propio Papa y a los Obispos, sacando punta a cada palabra, retorciendo el mensaje, cizañeando noche y día, auto proclamándose como puro, etc.

    El terrorismo del fariseo, que quizás no aniquila cuerpos pero que sin duda mata el alma y peca contra el Espíritu Santo.

    1. Belzunegui, no te calles!!! La verdad produce escozor y ardor a muchos. Es más fácil hacer loas, como muchos lo hacen con B-lio. Es apenas obvio que las murmuraciones no son sanas; pero anunciar, y denunciar es un deber. Hay algunos a los que no les importa los avances pachamamicos y todo el desmadre por el que pasa esta iglesia, van felices al NOM.

  4. De historia de la religión sabes bien poco: efectivamente de Abraham y su linaje descienden las religiones monoteistas.

    El Papa está en Ur y habla de Abraham y dice lo que considera oportuno; no va a decir ni lo que tu deseas, ni lo que desea tu maestro Viganò. Y menos mal, porque se armaría un buen conflicto; el propio que genera un discurso integrista.

    1. Me imagino el Papa de visita, le montan sus escenarios y sus seguridades, son todos políticamente correctos para recibirlos, va a visitar al ayatolá con barba y cara de velorio y va a un acto público y les espeta en la cara que los asesinos son musulmanes suníes que están persiguiendo a los cristianos y que todos los musulmanes están invadiendo Europa y tal y cual… buenooooo… la que se montaría!!! Otra que guerra santa!!! y lo peor es que el 90% de los gobiernos del mundo se pondrían a favor de los musulmanes y en contra de los católicos. Mientras nos escondemos donde mejor podamos, escucharemos en la portátil que el Papa está con paradero desconocido.

  5. Mahoma nació en el 570 después de Jesucristo, y lo único qee hizo es coger lo que le convino de los escritos Bíblicos y fundó una religión. En Ur Babilonia, eran adoradores de otros dioses, especialmente la luna. Según la tradición judía (no es seguro), parece ser que el padre de Abrahan Tanaj era artífice de ídolos. Decir que somos descendientes de Abraham es como decir que somos descendientes de Adán y Eva, o de los monos como les gusta más decir a los antropólogos. En fin si queremos mezclar, pues está muy bien, al fin y al cabo los hidúes también creen en algo sobrenatural y los incas y los iberos, y los wikingos. Ahora bien, el primero que sacó esta tontería de las religiones del libro, fue el adorado por muchos San Juan Pablo II

  6. ¿Sabes quien es Ismael, hijo de Abraham? De él desciende un linaje hasta Mahoma. Así lo consideran ellos.

    Esto no es un invento de Juan Pablo II. Es historia de las religiones.

  7. Y si, tanto el judaísmo como el cristianismo descienden de Abraham (además del Islam). Los judíos de forma obvia; y el cristianismo lo funda Cristo que era judío por vía materna y por serlo también su padre putativo. Los tres descendientes de aquellos que forman parte de las 12 tribus de Israel.

    Uno:
    Y por eso Pablo VI portaba el Efod (junto a la Cruz); cosa que a ti te escandaliza tanto. Quizás sea porque conoce mejor la historia que muchos de los que le critican por ese detalle.

    Esto no es mezclar; es conocer nuestra historia.

    1. Egge,
      Nuestro Señor Jesucristo NO fundó una religión.
      Y menos aún al estilo de Mahoma. Eso es una falsedad patente. Si te enseñaron eso en el curso de historia de religiones, pide que te devuelvan el dinero.

      Nuestro Señor Jesucristo es la encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, verdadero Dios y verdadero hombre, el Mesías, el Salvador, por quien todo fue hecho y ante cuyo nombre toda rodilla se doble en el Cielo, en la tierra y en los abismos. En la plenitud de los tiempos y dando cumplimiento a las promesas y a los profetas. Por lo demás, lee y relee el Credo Niceno-Constantinopolitano, que te ayudará a saber
      qué es la Fe en Él y la Santa Iglesia por Él establecida.

      No es el fundador de una religión: es Dios que se hace hombre y que se entrega por nuestra salvación. «No hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en podamos ser salvos» (Hechos 4:12), salvo el de Jesús.

      1. Fundo no es la palabra adecuada, estoy de acuerdo. Pero se entiende la idea de lo que he expuesto. Cristo -como hombre- es de linaje judío, por lo tanto, descendiente de Abraham.

      2. No seas pedante. Soy cristiano y se quien es Cristo.

        Por haber usado «fundo», que además puede ser valido por analogía, ya que fundo la Iglesia, no aproveches para poner algo que para cualquier cristiano es evidente, como dando a entender que eres muy listo y lo sabes todo y que me instruyes en mi ignorancia.

        Típicamente farisaico. Te falta el anatema.

        1. Te falta humildad.
          Y no acuses a otros de pedantes.

          Si puse todo esto, es porque me indigna el trato dado al Divino Salvador como fundador de …una…religión. Una de tantas, según se blasfema en los últimas décadas.

          1. A mi no me parece una de tantas. Me parece la verdadera.

            Pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que de Abraham desciendan las tres religiones monoteistas.

            Y a eso se a referido el Papa. A hablado de lo común porque en Ur es donde nació Abraham. Y es algo que se comparte; no ha considerado hablar de lo que desune. Te podrá gustar o no. A mi me parece bien porque trata de evitar guerras, persecuciones y matanzas, resaltando lo común.

            Suficiente sufrimiento hay ya en este mundo para seguir resaltando las diferencias -por todos conocidos- y anatemizar. Eso sería la estrategia de Viganó. Por eso, uno es el Papa y el otro, un fugado que se dedica a cizañear.
            El Espíritu Santo elige el mensaje que desea transmitir; nadie mejor que el Vicario de Cristo.

          2. Egge, no existe un Dios católico; simplemente existe Dios. Eso lo ha dicho el que llegó al vértice por la ruta oscura. Además este hombre, B, no confiesa a Jesús como Dios.

  8. Es decir ¿tu dices la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? ¿Y el Papa en cambio no es Papa tal como escribes con frecuencia citando a Viganó?

    Pues, Belzunegui, te lo digo con todo mi respeto: deberías de hacer un serio autoexámen de tus palabras porque se trata de persistente soberbia espiritual.

  9. Claro que sabemos quién es Ismael. Como también sabemos que la descendencia elegida por Dios va a través de Isaac.

    Que de Ismael descienda Mahoma, no hay quién lo pueda demostrar. Y aún si así fuese, no cambia el hecho. Su conquista violenta, e inmisericorde a los pueblos y ciudades que lo rodeaban y más allá, debería decirte algo.

    Es no mezclar y conocer nuestra historia.

  10. Francisco yerra cuando dice : » Este lugar bendito nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones.» Dicho así da a entender que el nacimiento de esas tres religiones sea obra de Dios, cuando el islam no es obra divina.
    Y como esto, se observan muchos otros errores en su discurso.

  11. No estoy entrando a juzgar lo negativo del islam, sino el hecho de que consideran a Abraham como antepasado de su Profeta.

    De la misma manera que tampoco se puede demostrar que Cristo desciende de Isaac.

    No es demostrable, pero es históricamente factible y probable.

    1. Que Nuestro Señor Jesucristo desciende de Isaac lo puedes hallar en la Sagrada Biblia, más precisamente en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo, capitulo 1, versículo 2.

      Y es Palabra de Dios, que no miente.

  12. La respuesta era para el comentario de María que daba a entender que lo que ha hecho el Papa en Ur no tiene sentido.

    Y lo tiene desde el punto de vista histórico y teológico.

    Si queréis rizar el rizo buscando errores de expresión ( que si fundar no es correcto) u otros detalles, vosotros sabréis. No voy a entrar en juegos de sofistas.

  13. El Islam es una herejía salida del cristianismo , igual que los Mormones , una farsa ….
    Los Árabes eran en gran parte cristianos ( Siria, Líbano , Irak …)
    San Agustín era Bereber ( no árabe )….

  14. No hay constancia de que San Agustín fuera bereber, como tampoco la hay de que Trajano fuera ibero. Los cartagineses fueron vencidos por los romanos pero no se difuminaron en el éter, y, como todo el mundo sabe los cartagineses eran de origen fenicio. La generalogía de San Agustín no se conoce, por lo que sabemos lo mismo podía ser hijo de un romano establecido en África como tener orígenes bereberes o cartagineses. Ciertamente musulmán no coincide con ninguna raza en particular, lo mismo que cristiano. Hay varios Padres de la Iglesia que fueron africanos como Tertuliano o San Cipriano, pero no sabemos de qué raza eran, simplemente estaban romanizados o eran romanos que vivían en África. Lo mismo ocurre con las Santas Perpetua y Felicidad. Santa Perpetua fue una dama ¿romana? ¡vaya usted a saber! y Santa Felicidad una esclava que podía ser de cualquier raza.

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