5 octubre 2019, Roma
Largo Giovanni XXII, h.14.30
¡Oremos por la Iglesia!
Fue el Viernes Santo del 2005 cuando el entonces cardenal Joseph Ratzinger, que muy pronto sería Papa, pronunciaba palabras inequivocables: “¿No tendríamos que pensar también cuanto Cristo debe sufir en su Iglesia?… ¡Cuanta suciedad hay en la Iglesia, y justamente entre aquellos que, por el sacerdocio, deberían pertenecer completamente a Él!…”.
Ordenado Papa, Benedicto XVI fue a Fátima el 11 de Mayo de 2010 y respondiendo a los periodistas que pedían luz acerca del mensaje de la Virgen en Fatima dijo: “En cuanto a las novedades que podemos encontrar hoy en este mensaje, está también el hecho que no sólo de fuera son atacados el Papa y la Iglesia, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen justamente desde dentro de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia. Esto siempre se ha sabido, pero hoy lo vemos en modo realmente terrorifico: que la más grande persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino que nace del pecado de la Iglesia…”.
De cardenal y de Papa, Benedicto ha querido recordar una antigua verdad, presente ya en los Padres de la Iglesia: hay personas en la Iglesia que no son “de la Iglesia”, que no pertenecen realmente y que, de hecho, trabajan más que nadie para su destrucción; “los malos y los hipócritas que se encuentran en la Iglesia”, añadía San Agustín en De Civitate Dei, se convertirán un día en la mayoría, según la profecía de San Pablo en la Segunda Carta a los Tesalonicenses.
Nosotros, un grupo de amigos católicos, laicos y consagrados, queremos ahora rezar aquí – junto a quien se quiera unir –, lo más cerca posible de la tumba de San Pedro, donde los papas, con pocas excepciones, han querido residir siempre, pidiendo a Dios la gracia:
- Que cesen los escándalos sexuales y económicos que ensucian la faz de la Iglesia y que los esclesiásticos implicados en estos escándalos no sean promovidos a posiciones de mando sino que, al contrario, sean removidos e invitados al arrepentimiento;
- Que no venga adulterado el depositum fiedi, de quien nadie en la Iglesia de Cristo, ni siquiera el pontifice, es patrón;
- Que las familias religiosas, los obispos, y los sacerdotes, los profesores fieles a Cristo y a la Iglesia no sean perseguidos y destituidos sin causa concreta y verificada, por el motivo de apego a la “fe de siempre”;
- Que la jerarquía eclesiástica sea valiente y audaz en predicar el Evangelio, por incómodo que pueda ser, dejando de buscar el aplauso del mundo, y que muestre como ejemplo para los fieles a sus santos, no a aquellos que la han divido y herido (como el monje Martin Lutero, en el pasado), o quien combate la Vida cada día, sostiendo el aborto, la droga libre, la eutanasia… (como Emma Bonino, en el presente);
- Que la prioridad de quien guíe la Iglesia sea anunciar la fe en Jesucristo Salvador, dejando al “César aquéllo que es del César”, y evitando improvisar sociologos, politologos, climatologos… todologos;
- Que los hombres de Iglesia no cesen de proclamar los “principios no negociables” en particular la defensa de la vida y de la familia, llegando a pactos – si no con las palabras, al menos con los hechos -, con la cultura de la muerte y la ideología gender;
- Que no se confunda más el amor por lo Creado con el ecologismo pagano y panteísta, ni la “misericordia” de Dios con el relativismo moral y la indiferencia religiosa;
- Que se escuche el grito que viene de la Iglesia africana (Card. John O. Onaiyekan, Card. Robert Sarah, Card. Francis Arinze…: “¡Que Occidente no ilusione a nuestros jóvenes con falsos mitos!”) y de las Iglesia de Europa del Este, que repite con Juan Pablo II, en su “Memoria e identidad”, que “también la patria es para cada uno, en un modo muy real, una madre” y que la “defensa de la propia identidad” no tiene nada que ver con el nacionalismo y otras aberraciones;
- Que los católicos chinos, como tantas veces fue denunciado por el cardenal Zen Ze-kiun, no sean sacrificados al régimen dictatorial comunista en nombre de acuerdos imposibles e iniquos;
- Que los cristianos perseguidos en el mundo, que afrontan torturas y muerte en nombre de Cristo, no tengan que escuchar decir, de sus propios pastores, que Allah y Jesucristo son el “mismo Dios”.
Para más información: https://www.facebook.com/Preghiamo-per-la-Chiesa-Lets-pray-for-the-Church-Oremos-por-la-Iglesia-105070657527129/?modal=admin_todo_tour
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El entonces cardenal Joseph Ratzinger clavó el diagnóstico. Años atrás también predijo una Iglesia menguada, más pobre pero con Cristo. Quizá esta sea excomulgada por la falsa Iglesia, la del mundo.
Además de pecado en la Iglesia, que siempre habrá, pues todos los fieles somos pecadores, incluso habituales, hay infiltrados comunistas, masones, protestantes, modernistas, ateos, apóstatas, que la están destruyendo desde dentro, pues han copado los puestos directivos, incluso la cátedra de Pedro, gracias también a una renuncia que ha posibilitado todavía más daño del denunciado en esa fecha. La responsabilidad de Benedicto en la situación actual no es desdeñable. Cristo no se bajó de la cruz, decía Juan Pablo II a quien le planteaba la hipótesis de la renuncia.
La Iglesia NO es pecadora sino Santa e inmaculada debido a su origen divino y tiene una multitud de Santos y mártires. Que los miembros en la tierra seamos pecadores, quien más quien menos es otra cuestión.
El cardenal Sarah afirma en la última entrevista que «son los santos los que cambian la historia», de la Iglesia sobre todo. La verdadera defensa de la fe en su integridad está en una vida que tiende hacia la santidad. Es precisamente el deseo de ser santos lo que mejor reconoce el peligro de los «atajos», que conducen a la perdición, y los hace indomables para defender la verdad, especialmente cuando debe ir en contra de la corriente, incluso en la Iglesia.
No puedo por menos que estar de acuerdo con este artículo que narra los pecados actuales de la Iglesia y origen de su sufrimiento. Ciertamente, no sólo sufre la Iglesia por las desviciones de sus miembros y jerarcas. Obviamente, también existen persecuciones externas a la misma. Y siempre existirán mientras la Iglesia se mantenga fiel a Cristo, porque el seguimiento de Jesús te hace enemigo con el príncipe de este mundo. El reino de Jesús no es de este mundo. Pero, por comentar alguno de estos pecados. Puedo equivocarme, pero el que considera que todos los creyentes adoramos al mismo Dios es, para mi humilde entender, el más odioso, porque deja como verdaderos idiotas a todos los que padecieron por Cristo. Desde los que no quisieron honrar a los dioses de la Roma clásica, a los que se negaron a convertirse al islamismo, a los que no quisieron doblegarse ante baales varios, a los que renegaron incluso del judaismo. ¡Qué inútil fue entonces su sacrificio! ¿Qué más os daba, infelices?
La Esposa de Cristo
Bictima de ENEMIGOS INTERNOS Y EXTERNOS
PERO LAS PUERTAS DEL.INFIERNO NO.PREVALECERAN
Que ha sucedido con nuestra Fe?
La conversión es siempre personal .
Pero muchos no creen en la » Comunión de Los Santos «.