¿JMJ? Yo no voy

JMJ Lisboa

Un sacerdote de Madrid nos ha hecho llegar una carta dirigida al obispo Munilla, a quien le pide más contundencia en su denuncia a la JMJ por defender la Agenda 2030.

Esta carta, se suma a la que ya publicamos la semana pasada de un padre de familia preocupado por el mismo tema.

Les ofrecemos la carta de este sacerdote:

Estimado D. José Ignacio Munilla: 

La gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo. 

Este verano, revistiéndonos para celebrar la Eucaristía en la sacristía del Convento de las Mercedarias  Descalzas de Santiago de Compostela, tras mostrarle mi sincero aprecio por su persona, también me  atreví a decirle que a mi pobre parecer -y pese a su otrora probada valentía- se había quedado usted un  poco corto en algunos posicionamientos públicos. Hoy le escribo esta carta abierta para comentarle por  qué considero que sus argumentos respecto a la polémica 2030&JMJ están equivocados. 

Pudiera pensar que la he tomado con usted. Y no le faltaría razón pues visos de ello hay, a primera vista. Sin embargo, examinándolo más detenidamente, si sabemos que es usted uno de los pocos obispos potables que nos quedan en este país -¿y allende?-; si sabemos que no quiere usted ser ni arrogante ni malvado -como marca en su tuit-, y si comprendemos que la mayor exigencia proviene del amor, entonces podremos comenzar a barruntar la posibilidad de que el verdadero propósito de tal ‘persecución’ sea realmente el de preservar la pureza de corazón de aquel niño de primera comunión que muestra en su perfil. Y de paso, con un granito, contribuir al bien de nuestra madre la Iglesia. Esto es lo que hay, lo que veo y entiendo -sujetándome de antemano a todas las correcciones que sean necesarias. 

Pero pasemos al tema, que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Y no hay que cansar en demasía  al personal. 

Resulta que en su programa de radio Sexto Continente afirmó ser un error, por innecesario, que la  página oficial de la JMJ–Lisboa2023 todavía mantuviera a fecha de hoy su apoyo explícito a los  objetivos de la agenda 2030. Y eso pese a las numerosas peticiones de retirarlo. Por el otro lado, tildó de sabotaje el no ir a la misma esgrimiendo precisamente dicha mención. Y argumentaba en  este sentido que dicho apoyo explícito había sido atenuado tras la polémica suscitada. 

Ahora bien, pareciera que los términos error y sabotaje fueran inapropiados para el caso que nos  ocupa. En primer lugar porque el primero exime de toda voluntariedad a quien se empecina en  mantener la dicha mención, y solo se la atribuye al segundo1. Pero en realidad ambas posiciones son  bien conscientes y voluntarias. Como ha de ser entre personas. 

Después, sigue sin parecer atribución apropiada porque no parece haber noticia de ningún acto de  sabotaje a los preparativos de la JMJ. Ni en Portugal ni en nuestro país. Ni tan si quiera tengo noticia  de una sola campaña de información sobre la controversia. Siendo todavía la asistencia a dicho acto,  que yo sepa, voluntaria (tanto para los individuos como para las agrupaciones), no querer ir no encaja  bien con el significado de sabotaje

Y por último, no solo no parece apropiado dicho empleo de términos sino que por la gradación del bien  puesto en cuestión por uno y otro lado -a saber: un macro-evento que fuese reflejo de una supuesta  unidad y la sospecha de faltar a la pureza de la fe-, de atribuírseles, habrían de ser asignados a la  inversa. 

Pero pasemos a cuestión de mayor calado: ¿son por un casual buenos los objetivos de la agenda  2030?  

Por incontrovertible, simplemente recordemos que dichos objetivos realmente incluyen entre otras  ‘bondades’: el aborto como como ‘derecho’ de la madre, su promoción junto con el de la eutanasia y el  del delirio LGTBIQ (que confunde la ‘voluntad’ del individuo con la realidad extrínseca a la misma).  Todos ellos incompatibles con el bien que supone la verdad y por consiguiente en abierta contradicción  también con nuestra fe. 

Estoy absolutamente convencido que usted está por el momento cien por cien de acuerdo conmigo en  todo esto. 

¿Dónde se nos cuela entonces el disenso, el posible error? Muy sencillo. En nombre de un gran bien (entiéndase: supuestamente fomentar la unidad de la Iglesia) acepta usted utilizar como medio algo que  sabe que es un mal. 

Sabemos que lo hace con vistas a evitar algunas desagradables consecuencias -¿mayores?, (entiéndase  la manifestación de la falta de unidad en la Iglesia o incluso su cultivo). Pero no seré yo quien le  enseñe que no se puede cometer un mal para intentar procurarnos un bien. Usted ya lo sabe y lo intenta  practicar. 

Respecto al bien posible que se puede hacer a la juventud a la ocasión de llevarla a la JMJ, la respuesta  es simple: la JMJ no es el único medio para obtener dicho bien. Existen otros. La JMJ no es una  condición sine qua non para ser católico y menos aún para ser santo. Se lo dice alguien que ha ido a  bastantes (ya desde Santiago 1989 en adelante) y ha sido un firme defensor de su idoneidad.  

¿Qué me podría usted decir ahora? Pues supongo que me argüiría que no se está dando apoyo a todos  los objetivos de la agenda 2030 sino solo a los compatibles con la doctrina católica, tal y como  señala la página oficial de la JMJ. 

Mas para ser breves le pongo un contra ejemplo. Imagine que en vez de los objetivos de la 2030 la  organización de la JMJ hubiera puesto la bandera nazi en alguno de sus sitios oficiales. O que en la  próxima rueda de prensa en la CEE cuelgan este signo en la pared justo detrás del portavoz. Eso sí, explicando ‘muy cuidadosamente’ que ellos solo dan apoyo a la inversión en infraestructuras y al  crecimiento del empleo que supuso dicho sistema político. ¡Qué escándalo no se produciría! La  presión sería tal que se verían obligados, muy justamente, a retirar dicho símbolo. Pues bien, ahora yo le digo que si confrontamos el número de asesinatos que justifica cada uno, el  sistema nazi y el sistema comunista juntos pasan a ser unas ‘hermanitas de la caridad’ comparados con  lo que supondrá la defensa del aborto y la eutanasia, tal y como los promueve la ‘agenda 2030’. ¿Por qué hemos de tomar el todo por la parte? Si en algún aspecto secundario coincidimos, ¿por qué  blanquearles sus crímenes? ¿Qué necesidad de nombrar la 2030? ¡¿Qué entre la 2030 y Cristo?! Usted mismo reconoce que es un error y su mención innecesaria. En definitiva, que es un mal.  Aparentemente pequeño, pero… 

La táctica ha dado resultados en nuestro país y en otros: se nos pone ante un gran mal futurible que nos  aseguran evitable si tragamos un pelín de veneno. Por un pelín de veneno, aunque lo sea, no te vas a  morir. Mira el gran mal que tú vas a causar…, nos dicen una y otra vez a los pocos que intentamos  resistir. Y si accedes… Pues una vez que aceptas cometer lo que sabes mal ya te tienen aunque no lo  parezca, pues saben que te han quebrado interiormente. Y su empeño en agrandarlo no tendrá fin. Y nuestra creciente ceguera tampoco… 

Pero así no se puede ser feliz, no se puede ser verdadero hombre, ¡no funciona!… Tampoco es el plan  de Dios para el hombre. Y de todas formas, ¿quiénes son ellos para decirnos lo que hemos de hacer o  dejar de hacer?, ¿para chantajearnos con un mal futuro que ellos mismos provocarán? Usted mismo repite frecuentemente la secuencia de degradación progresiva que estamos viviendo en  nuestra sociedad respecto a la sexualidad y al amor. Sus armas han sido siempre las mismas: el miedo  al (hipotético) sufrimiento inasumible y la inversión de la culpabilidad… 

Entonces, ¿quiénes son los que hieren la unidad de la Iglesia?, ¿los que manifiestan lo que hay o los  que introducen en ella cuerpos extraños? 

Sé que la unidad es un gran bien a defender en la Iglesia. Todavía recuerdo un lúcido artículo suyo  defendiendo la mayor unidad existente en la CEE -sin comentarios-, que en cualquier consejo de  administración de una gran empresa. Lo que decía era verdad y hay que luchar por ello desde la fe,  cierto. De hecho, lo rezamos en cada misa. Pero no se puede mentir, ni cerrar los ojos ante lo  evidente… 

¿Qué unidad se puede cimentar en la Iglesia sobre el asesinato, la exaltación de la voluntad por encima  de la realidad, el miedo a los poderes de esta tierra y la tergiversación de los males que la socavan ante  la mayoría de sus fieles? ¿A dónde nos va a conducir el complejo de ni ser capaces de decir al  mismísimo Diablo: ¡anatema!?… 

Pongamos otro ejemplo pues los linfomas que nos agreden son variados. 

Se contaría que en Palencia hubiera un desdichado ‘sacerdote’ que no creyese en Jesucristo, pues no  creería en la Encarnación. Pero no piense usted que estaría el pobre sufriendo en soledad tan penosa  situación, sino que como llevara la voz cantante en la diócesis, alardearía públicamente de ello e  incluso ridiculizaría a los sacerdotes que tuvieran fe en dicho misterio – a pesar que es requisito  indispensable para poder ser sacerdote.  

Se llegaría a oír que hace ya años, un potable obispo lo hubiera ido a visitar con la intención de fraternalmente reconducirlo. Mas el pobre obispo se hubiera encontrado con tan firme oposición a  aceptar su amable ayuda que se hubiera visto ‘forzado’ a alejarse momentáneamente de él. Pero  resultara que el prelado cambiara y el ‘cura’ allí se quedaría. Y allí seguiría… 

Y ¿en qué podría ‘construir’ la Iglesia este pobre hombre? En nada. Solo se haría mal a sí mismo y a  los demás. 

¿Sería cierto que es así como estamos ‘haciendo’‘Iglesia’? Veamos por ejemplo: ¿Quién es responsable  que permanecieran los abusos o las herejías en la formación sacerdotal? ¿Quiénes han escurrido el  bulto intentando escapar a que las dificultades les salpicaran? ¿Cuándo hubo habitual dejación de  funciones, lenidad, connivencia o complicidad? ¿A qué tenemos miedo, acaso hay unidad fuera de la  verdad? 

Conforme y convencido, en todo caridad. Y libertad en lo accidental. Pero ¿no es esencial la  Encarnación?, ¿la inocencia, la verdad, la justicia, el Evangelio? ¿No es esencial exigir -sí exigir- que  se combata perennemente para erradicar el mal, el pecado, de nuestro verdadero hogar, la Iglesia? ¿No  es esencial que se defienda el bien sin ambages? ¿No es esencia adorar solo al único y verdadero Dios  (cf. Mt 4,10)? A Él solo, sí, excluyendo, sí excluyendo, hasta la ‘dichosa’ 2030… 

El obispo, sucesor de los apóstoles, no solo es pastor, también doctor. Pero doctor no solo de conocimientos -tan añorados en el presente-, sino también de los que operan en quirófano. Siendo  capaz de extirpar el mal que mata a la Iglesia.

Lo que sucede -y a su vista está- es que viéndose las ovejas amenazadas por tan graves peligros y  entendiendo que los ‘veterinarios’se obcecan en negarlos, están decidiendo tener mayor criterio  propio. Las circunstancias obligan. Algunos dirán: divinamente seleccionan, (cf. Ap). Ya solo la lista de enfermedades recientes espanta. La interpretación ‘oficiosa’ de AL, la negativa a  precisar el documento de Abu Dabi, o la presidencia papal del culto público a la Pachamama (con su  consabida bendición del ídolo y su posterior defensa a que campase sobre nuestros altares). Por señalar solo los tres males que quizás sean los más graves. Pero la lista es larga y yo, que no soy bueno para  las compilaciones, le puedo nombrar solo a vuela pluma: China, el Amazonas, Alemania, la liturgia,  Paglia & Inst. JP II, Mr Martin, Ravasi&amigos, Sorondo, McCarrick, Zanchetta, Rupnik, Becciu,  Carlos Castillo, declaraciones Vigano, injusticias Pell, la fraternidad universal sin Padre, la educación  mundial sin Dios, la ‘benigna’ Rothschild’s economía inclusiva, las conejas, los manotazos y puños,  eliminación Vicarius Cristi… 

Y ahora: la 2030&JMJ te la tragas porque sí… Pues ¿qué quiere que le diga?… No solo levanta las  cejas, sino que también las sospechas… 

Tendrán ustedes que convencernos con razones, que no con opiniones. Y por ello, aquí le escribo. Para  que me convenza usted a mí y a los demás disconformes. Que pocas han sido las razones aducidas y yo  intento sinceramente ser razonable. 

Y ya de paso, si alguno hubiera leyendo con tendencias cainíticas dictatoriales, le recuerdo que hasta se  nos ha dado pontifical permiso para criticar… Pudiera ser que hubieran olvidado que antes que nada  nos es un deber (cf. CIC 212.3). Nada, no pasa nada, otro ‘error’. 

Puede ser que le ponga sin querer en un brete, discúlpeme. Pero busco obispo que me responda…  Discurra usted, por favor, que es también parte de su duro oficio. Se lo digo sin ironía. Que de este  entuerto, con la gracia de Dios, hemos que salir victoriosos. 

Y, para ayudarle en el camino, le recuerdo que lo razonable y lo conforme a la salud mental de todos  los tiempos, parece ser no solo retirar la infame mención de la 2030 en una convocatoria en nombre de  Jesucristo, sino designar públicamente a los culpables de cometer tan graves males (sin que nos  engañen con señuelos de subalternos, a ser posible) y permitirles recobrar su dignidad perdida al  reparar -en lo posible y con proporcionadas penas- el mal cometido. (¡Señor!, ¿cuándo se volverá a  afirmar la bondad de la expiación?). 

Solo entonces la plaza fuerte de la JMJ de nuevo  dará garantías de seguridad suficientes para volver a  entrar en ella. Pues: Será aquí pedir conoscimiento de los engaños del  mal caudillo y ayuda de ellos me guardar, SIGNACIO DE LOYOLA, Ejercicios espirituales nº139  (gracia a pedir en la meditación llamada de Las  dos banderasHoy está todavía tristemente tomada por el  Enemigo y ondea en ella su bandera 2030. En estas circunstancias yo no voy, ¿y usted @ObispoMunilla? 

¡Arriadla! 

+P David Rodríguez Cuadrado.