Son varias las noticias que han ido apareciendo últimamente en Infovaticana sobre el Papa y Venezuela. He aquí algunas.
- El Papa Francisco evita hablar de Venezuela durante la JMJ
- Veinte expresidentes hispanoamericanos reprochan al Papa sus palabras sobre Venezuela
- ¿Estruendoso silencio del Papa sobre Venezuela?
- La bomba de Venezuela cae sobre Panamá
El Papa ha eludido referirse a la situación de Venezuela en todas y cada una de las alocuciones que ha pronunciado hasta ahora durante la Jornada Mundial de la Juventud (Panamá). Ni un mensaje de apoyo a los sufrientes venezolanos ni una condena del tiránico régimen de Maduro. Nada.
Muchas son las cosas sobre las que gustaría hablar respecto de este tema. De cómo es posible que una democracia haya devenido dictadura. De cómo ha sucedido la pérdida de libertad. De cómo una de las economías más prósperas de Hispanoamérica hace unas décadas se ha convertido a día de hoy en una de las más pobres. De cómo antaño la religión y la moral constituían una “fortaleza privada” (explicaré el término) para los individuos frente al poder político. Del tiranicidio y la moral católica. Y de algunas cosas más. Paso a paso.
¿Cómo es posible que una democracia haya devenido en una dictadura atroz?
Si echamos una rana en una cazuela con agua muy caliente, la rana salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio, si ponemos una olla con agua fría y echamos la rana, ésta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, poco a poco, la rana no reacciona. Y se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, muere achicharrada.
Durante la mayor parte de la historia hemos asistido a numerosísimos golpes de estado violentos, ejército o armas en mano.
Sin embargo, desde los tiempos de Lenin o de Hitler, en numerosos países, el gobernante, una vez elegido democráticamente, empieza a subir lentamente (o no tan lentamente) la temperatura a sus ciudadanos. Por ejemplo, debilitando la separación de poderes, o aumentando el control sobre instituciones esenciales, como son el sistema jurídico o la prensa. Es un proceso que puede durar unos cuantos años. Y cuando se hace lentamente, la rana no salta.
Como muestra, en España eso nos ha pasado con el control del Consejo General del Poder Judicial (Ley Orgánica del Poder Judicial, del PSOE), o del Tribunal Constitucional, por parte de los principales partidos políticos. O en Cataluña con el establecimiento del Consejo Audiovisual de Cataluña, o con las subvenciones a prácticamente todos los medios de comunicación no sólo públicos, sino también privados. O con el intento por parte de Rajoy de controlar los principales periódicos nacionales, mediante el establecimiento de la tasa Google.
En otros países el control del sistema democrático ha sido mucho más fuerte. Baste como ejemplo, el control cada vez más férreo que ejerce Erdogan sobre la prensa y ciudadanía turcas.
Y en el caso de Venezuela, el proceso ha llegado muchísimo más lejos. Empezó tras la elección de Chávez, y ha seguido con Maduro. Es tal la tiranía que sus ciudadanos llevan años achicharrándose (cierre de medios de comunicación, expropiaciones de todo tipo, numerosos paramilitares afines al chavismo a quienes Maduro dota de armas, encarcelamiento de enemigos políticos, falta de medicinas, aumento enorme de la mortalidad infantil, falta de alimentos básicos, etc.), y los que pueden lograrlo, huyen en masa.
Zoe Valdés, cubana en el exilio, escribía hace ya año y medio[1]
No es por predecir, aunque como cubana la experiencia me asiste, pero siento augurar que Venezuela ya se encuentra en sus últimos estertores. Se avecina el fin de ese gran país, o tal vez ya estemos asistiendo al derrumbe inevitable, lento aunque aplastante. Sí, habrá más muertos, muchos más, al igual que en Cuba, y además no quedará nada, arrasarán con la más mínima fuente de vida y de creación.
Ahora comenzará la larga e interminable telenovela… Que si Lilian Tintori está embarazada mientras vuelven a detener a su esposo, Leopoldo López. Que si detienen también al alcalde Ledezma… No habrá paz ni sosiego… [Pero] nadie hará nada. Sólo paripés. Paripés de la Unión Europea, paripés de la ONU, paripés de las diversas ONG. Paripés del gobierno estadounidense. Es comunismo, señoras y señores, y en contra el comunismo nadie mueve un dedo.
Fíjense si nadie hará nada, que la Constituyente de Nicolás Maduro, calcada de la de los Castro en Cuba, ha pasado a pesar del fraude apabullante y con diecinueve muertos en su haber durante una sola jornada, y nadie ha protestado, nadie dice ni esta boca es mía.
Venezuela se perdió. Murió como murió Cuba en 1959.
Ya sé, sé que los venezolanos negarán esa muerte, y probablemente hasta me acusen de exagerar. Lo mismo que allá por el 1998, cuando les dijimos que aquello sería idéntico horror que en Cuba, y no nos quisieron creer
Los venezolanos tenían que haber reaccionado antes, mucho antes. Pero no era fácil, ya que ellos eran, son, las ranas. Están dentro de la cazuela. Quienes estamos fuera, que vemos la temperatura del agua a la que Maduro somete desde hace un lustro a su país, tenemos también nuestra responsabilidad. Muchos líderes políticos se han atrevido a ejercerla, a condenar el régimen de Maduro y a reconocer a Juan Guaidó. Y alguien como Francisco tiene una responsabilidad enorme. Más aún porque el momento es único para salvar a 30 millones de personas de seguir siendo achicharradas por Maduro y sus secuaces.
Miguel Ángel Sanz
Más entradas de TEOLOGÍA, ECONOMÍA Y LIBERTAD.
[1] https://www.libertaddigital.com/opinion/zoe-valdes/el-fin-de-venezuela-82876/

