DIÁLOGO ACERCA DE LOS SALMOS

|

El Poder de los Salmos – La Divina Misericordia

DIÁLOGO ACERCA DE LOS SALMOS

Tengo un vecino agnóstico, decente, buen profesor, llamado Marxín que no comparte mi catolicismo “militante” y critica desde la infalibilidad pontificia hasta a la Edad Media, oscura para él, por falta de luz eléctrica.

<

Como una vez proclamó el cardenal Bergoglio, que todo diálogo es bueno, me presté a conversar con él, que a veces lee lo que publico en La Cigüeña de la Torre, Infovaticana, tal vez por curiosidad, tal vez para practicar la buena vecindad.

Pero en esta oportunidad se me vino al humo: ¡Sólo a vos se te ocurre alabar a los Salmos, invocando la autoridad de Ambrosio de Milán, hombre tan antiguo que fue maestro de un tal Agustín de Hipona y a un colonialista desfachatado como Charles de Foucauld, en cuyo honor están levantando una capilla en los cuarteles de la Legión extranjera, nido de reaccionarios!

Y ahora es a vos, papista hasta la médula, el mismo papa Francisco te desmiente cuando “asegura que no todos los salmos pueden ser rezados por los cristianos y menos aun por el ser humano moderno”.

Me alegra que ¡por fin! el supremo jerarca vaticano abra los ojos y que diga que esos salmos, “reflejan a veces una situación histórica y una mentalidad religiosa que ya no son las nuestras. Esto no significa que no sean inspirados, sino que en ciertos aspectos están ligados a una época y a una etapa provisional de la revelación como ocurre también con gran parte de la legislación antigua”.

¡Bien por Francisco! A enterrar de una vez por todas el Syllabus, absurdo y caduco documento, en el cual Pío IX condena la proposición 80 que dice: “El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna, todo lo que se debe alabar como lo hace tu papa Francisco; incluso quien fue el máximo jerarca del Opus Dei en la Argentina, un cura llamado Mariano Fazio, convocó a volver a los grandes principios revolucionarios: Libertad, Igualdad y Fraternidad para superar la actual crisis.

Me contó que se había encontrado con un ex compañero del Colegio, notorio fascista, enemigo del nuevo rito, feligrés de una capilla de la calle Venezuela, que no entendía al papa y menos sus idas y vueltas y que con poco respeto por su investidura dijo que estaba gagá y que respondía al concepto de loco del antiguo Código Civil: “una persona que está en estado habitual de manía, demencia o imbecilidad, aunque tenga intervalos lúcidos o la manía sea parcial”. Incluso, llegó a decir, que a Francisco se lo debía excomulgar y citó el antecedente de la excomunión de su antecesor Honorio I, por su negligencia en combatir la herejía, dictada por el papa San León II y el Concilio Ecuménico IV de Constantinopla.

Como mi interlocutor le expresó sus dudas al reaccionario fascista, éste le recomendó que leyera la Historia de la Iglesia Católica, Tomo II, de la Biblioteca de Autores Cristianos, p. 821 y siguientes y dejara de tocar de oído. 

Como el diálogo conmigo se había vuelto monólogo, intenté retomarlo con lo que enseñó Benedicto XVI en la audiencia del 22 de junio del 2011 respecto a los salmos: “El Salterio se presenta como un ‘formulario’ de oraciones, una selección de 150 Salmos que la tradición bíblica da al pueblo de los creyentes para que se convierta en su oración, en nuestra oración, en nuestro modo de dirigirnos a Dios y de relacionarnos con Él. En este libro encuentra expresión toda la experiencia humana con sus múltiples facetas, y toda la gama de los sentimientos que acompañan la existencia del hombre”.

“En los Salmos se entrelazan y se expresan alegría y sufrimiento, deseo de Dios y percepción de la propia indignidad, felicidad y sentido de abandono, confianza en Dios y dolorosa soledad, plenitud de vida y miedo a morir”.

“Toda la realidad del creyente confluye en estas oraciones, que el pueblo de Israel primero y la Iglesia después asumieron como mediación privilegiada de la relación con el único Dios y respuesta adecuada a su revelación en la historia”.

“En cuanto a oraciones, los Salmos son manifestaciones del espíritu y de la fe, en las que todos nos podemos reconocer y en las que se comunica la experiencia de particular cercanía a Dios, a la que están llamados todos los hombres”.

“Y toda la complejidad de la existencia humana se concentra en la complejidad de las distintas formas literarias de los diversos Salmos: himnos, lamentaciones, súplicas individuales y colectivas, cantos de acción de gracias, salmos penitenciales y otros géneros que se pueden encontrar en estas composiciones poéticas”.

¡No quiero saber nada con ese individuo! estalló mi interlocutor. Traidor al espíritu del concilio, nos ahoga con un mar de palabras y una difícil terminología. Debe ser el único reaccionario de los últimos papas, el único defensor de los salmos.

Te equivocas, le contesté y para probarte que digo la verdad, te muestro un texto de Juan Pablo II en la audiencia del 28 de marzo de 2001, en la cual dijo que podríamos introducirnos en la comprensión de los salmos por diversos caminos. 

“El primero consistiría en presentar su estructura literaria, sus autores, su formación, los contextos en los que surgieron”.

 “También sería sugestiva una lectura que pusiera de relieve su carácter poético, que en ocasiones alcanza niveles altísimos de intuición lírica y de expresión simbólica”. 

“No menos interesante sería recorrer los salmos considerando los diversos sentimientos del alma humana que manifiestan: alegría, gratitud, acción de gracias, amor, ternura, entusiasmo, pero también intenso sufrimiento, recriminación, solicitud de ayuda y de justicia, que a veces desemboca en rabia e imprecación. En los salmos el ser humano se descubre plenamente a sí mismo”.

“Nuestra lectura buscará sobre todo destacar el significado religioso de los salmos, mostrando como, aun habiendo sido escritos hace muchos siglos por creyentes judíos, pueden ser usados en la oración de los discípulos de Cristo. Para ello, nos serviremos de los resultados de la exégesis, pero a la vez veremos lo que nos enseña la Tradición, y sobre todo escucharemos lo que nos dicen los Padres de la Iglesia”. 

Mi vecino dijo: nada de este palabrerío me interesa, prefiero la brevedad de Francisco y tengo que dejarte, porque se me hace tarde para llegar a la comida del Rotary Club. Terminó el diálogo; ni siquiera pude decirle que estoy harto de las vaguedades de Francisco, fuente de confusiones, que hubiera evitado aquí, señalando con su número los salmos que no debemos rezar y sus razones.

Buenos Aires, junio 24 de 2024.            Bernardino Montejano  

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *