La Presidencia de la Conferencia Episcopal del Perú ha respondido al cardenal Juan Luis Cipriani… o más bien, ha evitado responderle directamente.
Tras la contundente carta que el arzobispo emérito de Lima dirigió a todos los obispos del país exigiendo una rectificación por la afirmación falsa de que “se habían comprobado los hechos” que motivaron ciertas medidas canónicas, los tres obispos de la presidencia han publicado un nuevo comunicado que empieza mal… y termina peor.
Comienzan diciendo que “ante la noticia difundida por los medios” hacen algunas precisiones, como si no supieran que la carta les fue dirigida personalmente por el cardenal Cipriani a todos ellos. No hay ninguna respuesta directa a lo que Cipriani pide: no se desmiente ni se rectifica nada, sino que se acude a la estrategia habitual de hablar para la prensa y no para el interlocutor real.
A lo largo del comunicado, toda la argumentación descansa sobre una declaración del director de la Sala de Prensa Vaticana, Matteo Bruni, quien afirma que se impusieron “medidas disciplinarias” aún vigentes. Pero… ¿desde cuándo un portavoz de Sala Stampa tiene autoridad para dictar sentencias morales y jurídicas contra un cardenal? ¿Hablaba Bruni en nombre de alguien? ¿De sí mismo? ¿Del cardenal Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y conocido por su afinidad con el actual arzobispo de Lima, el cardenal Castillo?
La pregunta es inevitable: ¿quién movió los hilos para que Bruni hiciera esa extraña declaración? ¿Quién se beneficia del desprestigio de Cipriani? ¿Por qué callan los cardenales Parolin y Prevost mientras un hermano cardenal es deshonrado públicamente sin juicio, sin defensa y sin pruebas, aprovechando los resortes de poder de Santa Sede?
En esta Iglesia de los “papabili”, algunos deberían ir olvidándose de ese futuro. Porque lo que necesita hoy el Cuerpo de Cristo no son hombres que se acomoden al poder de turno, y que conspiren entre bambalinas, sino pastores con fortaleza, lealtad y amor a la verdad.
La actuación de la presidencia de la Conferencia Episcopal del Perú ha sido, sencillamente, lamentable. No sólo por la falta de rigor jurídico, sino por la cobardía con la que intentan tapar una injusticia sin asumir ninguna responsabilidad, y lucrándose con el resultado. ¿Dirán algo el resto de obispos del Perú? ¿Seguirán dejando que los cardenales Fernández y Castillo jueguen con la verdad y la justicia? ¿O reclamará alguno el derecho a la verdad?
Tampoco se puede ignorar el trasfondo romano. En medio del frágil estado de salud del Papa Francisco, no son pocos los que están cobrando venganzas personales, aprovechando su debilidad para imponer silenciosamente decisiones y castigos. Es un espectáculo triste: la corte vaticana actúa mientras el pastor sufre.
Publicamos a continuación el comunicado completo de la Presidencia de la Conferencia Episcopal del Perú, para que cada lector juzgue por sí mismo:
Conferencia Episcopal Peruana
COMUNICADO
La Presidencia de la Conferencia Episcopal del Perú, ante la noticia difundida por los medios de comunicación de que el Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne le ha dirigido una carta, fechada en Madrid el 28 de marzo del presente año, exigiéndole una rectificación sobre su persona, por lo expresado en el Comunicado emitido por la CEP el 28 de enero del presente año, manifiesta lo siguiente:
Renovamos el reconocimiento señalado en nuestro comunicado, afirmando que el Santo Padre ha tratado al Cardenal Juan Luis Cipriani, con exquisita caridad pastoral y ha procedido uniendo la justicia y la misericordia.
De acuerdo con las declaraciones de la Sala de Prensa Vaticana del 26 de enero de 2025, se puede afirmar que al Cardenal Cipriani le fueron impuestas, según palabras de su Director Matteo Bruni, unas “medidas disciplinarias aún hoy en vigor, relativas a su actividad pública, lugar de residencia y uso de insignias”, la misma que fue “aceptada y firmada” por el mismo.
Por otra parte, aunque el Cardenal Cipriani tiene todo el derecho de afirmar su inocencia, pues la culpabilidad se prueba en un proceso penal, no es menos cierto que existe un precepto penal; por ello no debiera olvidar la exquisita caridad pastoral del Santo Padre.
Lamentamos el dolor que los hechos materia del presente comunicado estén causando y reafirmamos nuestra cercanía a las víctimas de cualquier tipo de abuso, pues como dice el Papa Francisco: “el dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor”.
Que, en este tiempo cercano a la Pascua, todos podamos acercarnos al Señor unidos en la oración, movidos por la conversión y comprometidos con la caridad fraterna.
Lima, 7 de abril del 2025
LA PRESIDENCIA
CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA
Los Obispos de Perú se revuelven (otra vez) contra el cardenal Cipriani
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¿Oler mal? Ya hiede que tumba. «Por otra parte, aunque el Cardenal Cipriani tiene todo el derecho de afirmar su inocencia, pues la culpabilidad se prueba en un proceso penal, no es menos cierto que existe un precepto penal; por ello no debiera olvidar la exquisita caridad pastoral del Santo Padre.». O sea, te empuran sin pruebas y eso es ser «caritativo».
El caso recuerda inevitablememte al caso del cardenal Pell.
Malos tiempos para el rigor jurídico vaticano. Formas bananeras, en este y en otros casos.
Los abusos son patrimonio exclusivo de todos los que se han infiltrado en la Iglesia para su devastación y hacer estragos. Ustedes, en sobre caso concreto, sus insinuaciones y revueltas, tendrán que dar una peligrosa cuenta ante Dios.
me refiero, a este caso en concreto del que van a rendir cuentas.
Tanto hablar de democracia y sinodalidad, para luego someterse a las decisiones injustas y tiranicas, sin rechistar, solo porque lo dice el jefe.
Cuando se renuncia a defender la justicia y verdad, todo se cae por su propio peso.