La Iglesia católica del Perú se encuentra bajo un ataque pesado. Eso no sorprende. Lo peculiar ahora, y lo que desconcierta a los fieles es que ese ataque viene desde dentro.
Hace unas semanas el Sodalicio de Vida Cristiana fue disuelto sin proceso adecuado alguno; y ahora el Cardenal Cipriani es calumniado primero por la prensa, pero la calumnia recibe luego el apoyo tanto por la jerarquía peruana como por el Vaticano. ¿Cómo entender lo que está ocurriendo?
Es preciso recordar que Perú sufrió ya un régimen socialista, bajo Velasco Alvarado. Después de eso surgió en su seno una sanguinaria pandilla de maoístas conocida como Sendero Luminoso, responsable de la muerte de 35.000 personas. El corazón del movimiento se encontraba en Ayacucho, ciudad de la que fue nombrado obispo auxiliar en 1988 Juan Luis Cipriani, un sacerdote del Opus Dei, que luego fue administrador apostólico y, más tarde, arzobispo. Desde esa sede, Cipriani desafió el terror rojo. Con una valentía que sólo podía fundarse en una profunda Fe en Cristo, salía por las calles en procesión con el Santísimo Sacramento, seguido por multitudes, a pesar de numerosas amenazas de muerte. Más tarde Cipriani fue nombrado arzobispo de Lima (1999) y cardenal. Se convirtió así en un baluarte de la Fe en el Perú y, por tanto, junto con el presidente Alberto Fujimori, en una poderosa contención contra el asalto comunista chino. Entre las acciones del Cardenal se cuenta el haber velado por la identidad católica de la Pontificia universidad bajo su jurisdicción y, por tanto, el haber prohibido a un clérigo descreído y díscolo dar clases en ella, y le había mandado hacerse cargo de una parroquia. Ese clérigo era Carlos Castillo Mattasoglio, que desobedeció a su obispo abiertamente. Volveremos sobre este clérigo en un momento.
Por su parte, el Sodalicio de Vida Cristiana fue desde su fundación un apoyo importante para el magisterio de Juan Pablo II y del Cardenal Ratzinger, y una contención para la expansión del marxismo y de la teología de la liberación en el Perú. Sin lugar a dudas esta institución fue querida por Dios para cumplir una importante tarea, aún si el tesoro de ese encargo fue recibido en vasijas de barro (II Cor. 4, 7). He conocido personalmente a algunos de los miembros y me consta que son personas de sólida doctrina y de recia vida cristiana.
En cambio, ¿quién es Carlos Castillo Mattasoglio? En los años 70 era un estudiante de sociología en la Universidad de San Marcos, Lima, y miembro del Partido Comunista Revolucionario, que tenía vínculos con Sendero Luminoso, precisamente. Siendo miembro de ese partido, Castillo se afilió a la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, una mezcla frecuente en este tiempo, gracias al liderazgo de Manuel Dammert Egoaguirre. En esa Unión conoció Castillo a Gustavo Gutiérrez, uno de los principales promotores de la infiltración maoísta de la Iglesia católica en Iberoamérica. Fue probablemente Gutiérrez quien animó a Castillo a seguir el camino clerical.
Durante el pontificado de Francisco han sido precisamente los clérigos cercanos a la teología de la liberación (es decir, al marxismo y, en este caso, al maoísmo), los que han ido ocupando las sedes de gobierno en el Perú. El arquitecto de esta revolución silenciosa ha sido un jesuita, Carlos Cardó Franco. Entre los prelados de este sesgo tenemos a Miguel Cabrejo, Pedro Barreto y Carlos Castillo. Este último fue nombrado nada menos que arzobispo de Lima en reemplazo de Juan Luis Cipriani, a quien se había negado a obedecer en materias esenciales para la Fe católica. Una vez nombrado Arzobispo ha causado escándalo tras escándalo, siendo el último su apoyo a una obra blasfema que iba a presentarse en la universidad católica, obra de cuyo nombre no quiero ni acordarme.
Desde el inicio de su gestión ha quedado claro que el objetivo de Castillo es subvertir la iglesia peruana. Naturalmente este trabajo encuentra obstáculos en el prestigio de su predecesor, Mons. Juan Luis Cipriani, su adversario desde que Castillo estableció nexos con Sendero Luminoso. Y naturalmente también encuentra obstáculos en la labor sistemática de preservación de la Fe cristiana que realizan tanto el Sodalicio de Vida Cristiana como el Opus Dei. Por tanto, no tiene nada de raro que los que han promovido a Castillo y Castillo mismo quieran remover esos obstáculos. Me parece indudable que esta es la verdadera razón por la que el Sodalicio ha sido disuelto y Monseñor Cipriani calumniado. No voy a entrar ahora en el tema de la disolución del Sodalicio, sino que me voy a concentrar en la campaña calumniosa contra el Cardenal Cipriani.
Dicha campaña se inició con un artículo de prensa del corresponsal de El País en Roma, y continuó con un artículo del mismo diario en su edición americana en que se califica al Cardenal como “depredador sexual”. No hay sorpresa por acá, porque ese diario se caracteriza por acusaciones falsas y poco fundadas contra clérigos por supuestos abusos sexuales. La perplejidad surge en los cristianos por otra razón, no porque el país ataque a la Iglesia. Surge porque la “información” que publicó el corresponsal romano es información clasificada, secreta, que ni siquiera Cipriani conoce. Todo el modo de proceder vaticano parece responder a un plan de ataque contra la Iglesia peruana. En efecto, cuando se remueve en 2019 a Cipriani a causa de su edad (75 años cumplidos), se le informa que existe una denuncia en su contra y que se ha iniciado un proceso en 2018, pero no se le dan más detalles y no se le permite responder a esa denuncia ni carear testigos o acusadores. Se le imponen además unas sanciones preventivas que él firma por obediencia al papa, pero sin aceptar ninguno de los hechos imputados, que ni siquiera conoce. Seis años después de su remoción, al poco tiempo de disolverse el Sodalicio sin proceso debido, se inicia esta campaña mediática, por una filtración de la información, “orquestada por algún amigo de Francisco” en el Vaticano, según Aurora Buendía.
Pero no se detiene allí el abuso y el atropello de un príncipe de la Iglesia por parte de los enemigos que han infiltrado a la Iglesia misma. En efecto, inmediatamente Carlos Castillo Mattasoglio sale al ataque de su antiguo enemigo, el paladín de los pobladores de Ayacucho contra la opresión de Sendero Luminoso, el guardián de la verdadera Fe. En seguida Castillo declara, sin que haya habido proceso alguno, que “existen personas e instituciones que se niegan a reconocer la verdad de los hechos y las decisiones tomadas por la Santa Sede”, refiriéndose a Monseñor Cipriani y al Opus Dei. Pero ni siquiera aquí se detiene el atropello, la Conferencia Episcopal de Perú, presidida ahora por monseñor Carlos García Camader salió también a apoyar el linchamiento público de Monseñor Cipriani, con estas palabras: “nos sentimos apenados al conocer las recientes noticias acerca del Cardenal Cipriani. […] Lamentamos el dolor sufrido por la víctima de abusos y por la comunidad eclesial y pedimos a todo el Pueblo de Dios que respete la voluntad de la víctima de permanecer en el anonimato”.
Estas declaraciones me llevaron a investigar al nuevo Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Carlos García Camader. Hay poca cosa escrita por él, pero existen alocuciones del obispo a la diócesis de Lurín. En ellas hay material valioso para hacerse una idea de la fe de este obispo. Así por ejemplo, el 19 de abril de 2020, Domingo de la Misericordia, Monseñor García declaró clausurados todos los templos a causa de la “pandemia”. Decía entonces: “nos hemos reunido para celebrar juntos este día” [falso, no se reunieron], “y así fortalecer nuestros lazos de comunión en la sangre y agua [sic] del Señor”. Imagínense los cristianos lo que está diciendo este Obispo. O ignora totalmente las más elemental teología eucarística, o en realidad está subvirtiendo con sutileza la fe, usando imágenes sagradas (como las de I Jn 5, 7-9). Si uno tiene la paciencia de ver todos estos videos, concluirá que la segunda opción es el caso. Monseñor García está intentando subvertir la fe. No menciona a Cristo casi nunca, ni siquiera en su mensaje de Navidad. Habla de “esperanza”, pero nunca es la esperanza cristiana. Y justifica las acciones tiránicas de la pandemia por un supuesto cuidado de la vida que según él es ordenado por el mensaje del Evangelio.
Es claro que hay una acción concertada entre la prensa anti-católica, el Vaticano y el nuevo clero sin fe del Perú. (1) Las acusaciones se refieren a hechos ocurridos en 1983. Monseñor Cipriani no conocía siquiera los detalles. (2) No hay registro de acusación alguna contemporánea a los hechos. Sólo en 2018 el Vicario del Opus Dei recibió una solicitud de audiencia de la supuesta víctima, pero conociendo éste que ya se había iniciado un proceso y que él no era la autoridad competente, no quiso reunirse con el susodicho. Sobre todo, (3) no ha habido proceso alguno, pero astutamente sí que se habían impuesto sanciones “cautelares”, que fueron obedecidas porque el Cardenal tiene el carácter de un santo. Aun los gentiles saben que no puede condenarse a nadie sin que el reo haya careado a los testigos y acusadores (cfr. Hechos 22, 25; 25, 16). Que juzgue el lector.
No es la primera vez que se acusa falsamente de acoso sexual a un cardenal durante este pontificado. Recordemos al Cardenal Pell, a quien la Providencia salvó de esta infamia contra toda esperanza. El testigo falso se arrepintió en el lecho de muerte. Pero, ¿a quién convenía difamar a Pell? A ciertas mafias vaticanas. Tampoco es la primera vez que el Vaticano toma partido por los enemigos de la Iglesia. Que lo diga la iglesia martirizada de China. Viene muy al caso recordar el tormento al que Parolin ha sometido a esa iglesia, porque todo parece indicar que el Perú se encuentra nuevamente bajo asalto maoísta y que ese asalto procede ahora con apoyo de los falsos prelados, en el Perú y en el Vaticano.
Me dirigiré ahora a los católicos verdaderos y en particular al Cardenal Cipriani. Sé que estos acontecimientos son desconcertantes. Pero recuerden que estaban profetizados. San Pablo en II Tes. 2 nos dice que el misterio de la iniquidad, de la ilegalidad, debía manifestarse antes de la Segunda Venida, y que el hombre de la iniquidad debía sentarse en el “Templo santo de Dios”. Es tanta la anomía de no procesar los delitos de personas como McCarrick, como la de condenar a los adversarios sin debido proceso. Los enemigos internos desconocen la dimensión canónica de la Iglesia fundada por Jesucristo. También en esto cumplen las profecías, pues los servidores del diablo deben calumniar a los santos (cfr. Apoc. 12, 10).
Ustedes han soportado todo tipo de peligros y persecuciones, y siempre han estado dispuestos a sufrir por nuestro Cristo. Recuerden, entonces, también las palabras de la epístola a los Hebreos, en el capítulo 10, 37-38: “un poco más, y el que viene llegará sin tardar. Mi justo vivirá por la fe”. Así como los cristianos de Jerusalén fueron salvados de sus perseguidores y de los romanos por las promesas y profecías de Cristo, mientras sus perseguidores perecieron al poco en la guerra romana; así los verdaderos cristianos de hoy serán salvados de quienes los persiguen por intervención divina. Ojalá se arrepientan los adversarios, porque, si no, su castigo será terrible.
Pero, monseñor Cipriani: usted debería demandar a los periodistas, en España y en Perú, si todavía hay jueces confiables. Si no los hubiera, habrá que sufrir, que el fruto que Dios saca de la tiranía es la paciencia de los santos. No sufrir pasivamente, sin embargo, sino tomando medidas serias para preservar la Fe del pueblo de Dios en el Perú, aun en medio de estos salteadores que no han entrado por la Puerta a pastorear el rebaño. Éste es un tema que merece seria reflexión.
Por Antonio Francés
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Hala, cuando se despierte el Carmen y vuelva a amar a su prójimo, llenando esto con sus interminables comentarios de relleno para colchones…
4 de febrero y Cipriani sigue sin querellarse contra El País. Todos sabemos por qué. Por 60 páginas que sabe presentarían ante un juez.
El caso está prescrito pero si hay querella… No parece que le convenga.
Conferencia Episcopal peruana:
«Se aplicaron medidas disciplinares una vez que se comprobó la veracidad de los hechos»
Hecho veraz=hecho cierto.
Precepto penal=castigo tras un veredicto de culpabilidad.
¿Y maniobró para que prescribieran acciones penales contra él por no haber derivado al fuero común como era su obligación 4 acusaciones de víctimas del Sodalicio?
¿Muchos lazos estrechos en la judicatura dispuestos a hacerle favores?
Omisión de denuncia en su calidad de Obispo moderador del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima.
Etc. Hay taanto que contar.
¡Cuánto hipócrita hay por aquí fingiendo escandalizarse con la homosexualidad y en privado en el armario violentamente!
MGLC, otro que… ¡madre mía, madre mía, madre mía! 😱😱
4 de febrero y Cipri sigue sin querellarse contra El País. Ya sabemos por qué. Por 60 páginas que presentarían ante un juez. El caso está prescrito pero si hay querella… No parece que le convenga. Conferencia Episcopal peruana: «Se aplicaron medidas disciplinares una vez que se comprobó la veracidad de los hechos» Hecho veraz=hecho cierto. Precepto penal=castigo tras un veredicto de culpabilidad. ¿Y maniobró para que prescribieran acciones penales contra él por no haber derivado al fuero común como era su obligación 4 acusaciones de víctimas del Sodalicio? ¿Muchos lazos estrechos en la judicatura dispuestos a hacerle favores? Omisión de denuncia en su calidad de Obispo moderador del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Lima. Etc. Hay taanto que contar. ¡Cuánto hipócrita hay por aquí fingiendo escandalizarse con la homosexualidad y en privado en el armario violentamente! MGLC, otro que… ¡madre mía, madre mía, madre mía! 😱😱
El troll pederasta «Carmen», alias «el roba-nicks, sigue sin querellarse contra nadie. Igual por 75 páginas que presentarían ante un juez. No parece que le convenga. Y sigue repitiendo como un loro que la «Conferencia Episcopal Peruana» (que se escribe con mayúscula por ser un nombre propio, aunque este analfabeto no lo sepa), no tiene ni un prueba de nada (por eso no las presenta ni las cuenta). Y encima habla de «armarios»… Salga usted de él, hipócrita, en vez de esconderse tras un nick robado femenino, siendo un tío. Qué troll tan absurdo.
Católipus, el documento de la Conferencia Episcopal es una prueba, aunque tu cráneo relleno de chucrut no te lo haya desvelado todavía.
La 60 pgs son documentos privados, no se pueden publicar, pero aunque se pudiera incluso un 🤡🤡como tú sabe que no se pueden colgar aquí. Aquí ni siquiera se puede poner un enlace, no te publican el comentario si pones un enlace.
Las mentiras patentes de Cipriani diciendo que le levantaron el castigo en 2020 y el Vaticano responde que es falso, que sigue vigente.
Otra mentira notoria de Cipriani: que ha obedecido el precepto penal cuando le hemos visto en público vistiendo ropajes cardenalicios, recogiendo medallas, desobedeciendo repetidas veces…
Que no se querelle contra El País también es una prueba.
Que aceptó el precepto penal es otra prueba. Etc. Etc.
Cipriani miente siempre. Igual que tú. Echas espumarajos de rabia por la boca porque tus pederastas están quedando en evidencia.
Basta ya de las tonterías con las que usted trolea. El País no es una prueba de nada. Ni Castillo Matasoglio.
Veo con verdadero disgusto que tu absurda y estúpida insistencia no ha conseguido los efectos deseados sino todo lo contrario. No te permitas la vana esperanza de que vas a conseguir librarte del castigo acostumbrado; de hecho, confío en que en tus mejores momentos, ni siquiera querrías eludirlo.
Transmítelo también a tus primos Cozumelfobia, Orugario, Babalapo y Tripabilis.
Con todo mi afecto a mi estúpida sobrina Carmenfobia.
Tu tío Escutropo
Señora, señoro o lo que sea. Yo no prejuzgo si el cardenal Cipriani es o no culpable. Solo pregunto: 1) ¿es cierto que se trata de una única supuesta víctima y que los supuestos hechos se remontan a 1983? 2) ¿Es cierto que el Cardenal no ha conocido nunca antes del proceso, ni del expediente que se supone que se le abrió, ni de su contenido, ni de la supuesta víctima, ni ha tenido la oportunidad de un careo con ella, ni se ha contado con él en el procedimiento? 3) ¿Es cierto que ha habido una filtración vaticana a un medio español claramente anticlerical y respecto de un cardenal al que ni el Vaticano ni los que presiden hoy la Conferencia episcopal peruana tienen precisamente afecto? Porque si todo esto es cierto, y usted nunca lo ha negado, me temo que tanto en la condena al Cardenal como en la actitud del Vaticano hay gato encerrado. Eso, por no hablar de que supuestos tocamientos a una supuesta víctima en 1983 difícilmente da para calificar de depredador sexual a alguien.
TH, JB, hablo para gente adulta, con una conciencia formada, discernimiento y criterio propio.
Vosotros no entráis en ninguna de esas categorías.
Juan, no. Nada de eso que dices es cierto, como ya he escrito innumerables veces. Y como sabrías si te hubieras molestado en informarte. Cosa que no puedes hacer leyendo infovat. evidentemente, que ni siquiera os han puesto entero el texto de la Conferencia Episcopal Peruana.
No lo voy a volver a repetir porque ya sé que nunca os vais a dar por enterados de lo que no queréis asumir.
Sé que estáis deseando seguir creyendo todas las mentiras de la propaganda que os cuentan. Y que la Verdad os importa una higa.
«hablo para gente adulta», dice el maromo que ha robado un correo electrónico para usar un nick femenino (entre varios de los que usa). El problema no es la adultez de quien lea su bazofia, sino su infantilismo (el de usted), fruto de un evidente trastorno mental.
Gracias por esta inapelable información
Excelente artículo
Buen artículo. Muy claro.
Excelente artículo.
¡A quién han puesto para pastorear a la Iglesia en el Perú!
Magnifica y valiente defensa del Cardenal Cipriani. Ni en algunos medios próximos al Opus Dei se le defiende como este artículo. Y volvemos a lo mismo que el profesor de Gaztelueta, también numerario del Opus Dei. En ambos casos, hay un sólo demandante. Y nunca nadie ha sido condenado con tan sólo un demandante. Sólo dos numerarios del Opus Dei. No conozco de nada ni a uno (el de Gaztelueta) ni a Cipriani. Pero viendo la injusticia que se les comete, estoy convencido de sus respectivas inocencias. Muchas gracias por este artículo.
Muy interesante e importante. Me parece que el Cardenal Cipriani debería de buscar a un buen abogado y juez para defenderse que es por el bien muchos buenos católicos en el Perú, y también en España. Hay muchos buenos sacerdotes en Lima y por ende las parroquias que rigen. Hay que apoyarles a ellos y los muchos excelentes católicos que hay en Lima y en otras ciudades del Perú. Lo rige es la verdad y la justicia y caiga quien caiga. sea el Senderista Castillo u otros. En los Hechos de los Apóstoles, San Pablo se defendió,
Debería buscarse un juez, dices.
Evidentemente eres del séquito de Cipriani. Conoces sus modos y maneras y ni te molestas en ocultarlo. Listo no eres.
¿Cuándo piensa usted dejar de proyectar en los demás? ¿Cómo se le ocurre a un troll tan incompetente como usted hablar de lo supuestamente poco listo que es otro? Hay que tener pocas luces para perder el tiempo miserablemente como usted lo hace. ¡Qué pedazo de inútil!
Enhorabuena y gracias al articulista.
Muestra el cuadro y los actores del mismo. Del que se deduce que la justicia dentro de la Iglesia hace aguas. Todo es arbitrariedad y manipulación.
Añadiría a su cita del Apocalipsis, otra, 13, 7:»Fuele otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos».Tal vez estemos en este punto, así lo indica muchas cosas de las que vemos y padecemos.
Gracias, de nuevo, por la claridad de lo expuesto.
Viva Cipriani!!!
¡¡¡Y bergoglio y matasoglio, al caraglio!!!
Monseñor Carlos García es obispo de mi diócesis: Lurín. Y puedo dar testimonio de que es un hombre de fe y de recta doctrina. Personalmente, no comparto el comunicado que emitió como presidente de la conferencia episcopal, pero no se le puede meter en el mismo saco que los otros clérigos mencionados.
Pues no lo demuestras. Antes bien, sólo expele detritus tóxicos contrarios la Iglesia
Castillo será todo lo que dices, pero no tiene ninguna denuncia de violácion a niños tal que. Me parece el peor de los crímenes, son un asco.