“No” tajante del Papa a la ordenación de mujeres al diaconado

Papa Francisco Papa Francisco
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¿Qué parte de “no” no entienden los entusiastas renovadores del sínodo que siguen presionando para aprobar el diaconado femenino? Francisco fue, por una vez, expresivamente lacónico y tajante ante la pregunta de si se puede esperar que en el futuro la Iglesia apruebe la ordenación de las mujeres al diaconado.

“No”. Un “no” tajante e insólitamente aislado que dejó perpleja a Norah O’Donell, la periodista de CBS News que entrevistaba al Papa para el programa 60 Minutos y que le había planteado la previsible pregunta: “Una niña que se está criando hoy como católica, ¿tendrá alguna vez la oportunidad de ser diácono y participar como miembro del clero en la Iglesia?”.

En un pontífice que nos ha acostumbrado a los vuelos líricos y a las ambigüedades poéticas, la respuesta sonó como un pistoletazo: “No”. No un “no, pero…”, no un “no” cualificado, acotado, adjetivado. De entrada, simplemente “no”.

O’Donell, naturalmente, no iba a dejarlo ahí. Insisitió, preguntando si el asunto “quedaba abierto” de alguna manera, y Su Santidad ya se explayó algo más pero con igual contundencia: “Si se trata de diáconos con órdenes sagradas, no”.

“Pero las mujeres siempre han tenido, diría yo, la función de diaconisas sin ser diáconos, ¿verdad? Las mujeres están al servicio de gran manera como mujeres, no como ministros dentro de las órdenes sagradas”, continuó el Papa, que subrayó la importancia de las mujeres en la Iglesia Católica, describiéndolas como “las que impulsan los cambios, todo tipo de cambios”.

“Ellas son más valientes que los hombres. Saben mejor cómo proteger la vida. Las mujeres son maestras custodias de la vida. Las mujeres son grandes. Son muy grandes. Y hacer espacio en la Iglesia para las mujeres no significa darles un ministerio, no. La Iglesia es una madre, y las mujeres en la Iglesia son las que ayudan a fomentar esa maternidad”, aseguró. “No olvidemos que las que nunca abandonaron a Jesús fueron las mujeres. Todos los hombres huyeron”, recordó.

Norah O’Donell (y, ya puestos, cardenales como Jean-Claude Hollerich) podrían haberse ahorrado el disgusto leyendo lo que dispuso hace ahora treinta años San Juan Pablo II en Ordinatio sacerdotalis: “Con el fin de alejar toda duda […]. declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.

El único interrogante que queda por despejar en este sentido es por qué Francisco, pese a todo, sigue alentando y promocionando precisamente a aquellos miembros de la jerarquía que siguen mareando esta perdiz, para desconcierto de los fieles.

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