Condenan a obispo argentino por “violencia de género” contra monjas

Mario Antonio Cargnello, arzobispo Salta Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta
|

Las apariciones de la ‘Virgen del Cerro’, no aprobadas, han sido el desencadenante de un conflicto abierto entre el ordinario del lugar, el arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello y un convento de carmelitas descalzas, que ahora ha desembocado en la condena por “violencia de género” del prelado.

Un tribunal de la provincia argentina de Salta ha hallado culpable de violencia de género a un arzobispo, un obispo emérito y dos sacerdotes en perjuicio de unas monjas y les ha ordenado someterse a un tratamiento psicológico y a una capacitación en cuestiones de género. Además, ratificó que deben seguir cumpliendo una orden de alejamiento.

La juez Carolina Cáceres Moreno consideró probados los hechos de violencia de género ejercidos por Cargnello contra las carmelitas descalzas del convento San Bernardo, con las que venía manteniendo diferencias desde hace años. También, por el obispo emérito Martín de Elizalde, el vicario judicial Loyola Pinto y de Sancristóval y el sacerdote Lucio Ajalla.

Todo comenzó con unas supuestas apariciones marianas, la ‘Virgen del Cerro’, a una inusual vidente, doña María Livia Galliano, una seglar de la alta sociedad salteña. Galliano, que realiza imposiciones de manos sobre los devotos de la nueva advocación, atrajo a su movimiento a las hermanas de San Bernardo, que se convirtieron así en foco de un fenómeno que atrae a multitudes.

Así empezaron las tensiones entre la archidiócesis y las monjas, que culminaron en 2020, en plena pandemia, tras la muerte por covid de una monja del Convento San Bernardo. Al momento del velatorio, las monjas pusieron en el ataúd una imagen de la Virgen del Cerro, lo que habría enfurecido a Cargnello, quien ordenó que sacasen la imagen, orden que nadie obedeció, dando paso a que fuera Cargnello el que intentara sacarla, instancia en que una monja, que intervino para evitarlo, forcejeara con monseñor, quien la habría agredido.

Eso llevó a una denuncia ante los tribunales civiles por violencia de género, que fue admitida, y a la intervención de la Congregación para la Vida Religiosa y Sociedades de Vida Apostólica del Vaticano. La citada Congregación determinó que la comunidad de las Hermanas Carmelitas de Salta “no debe en ningún modo involucrarse en actividades ligadas a la así conocida ‘Obra yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús’ y sostener esta actividad”. La mencionada “obra” se refiere a unas supuestas apariciones de la Virgen María y Jesucristo a la feligresa salteña María Livia Galliano de Obeid desde 1990 y que continuaría hasta hoy.

La jueza concluye ahora que “aquellas (las Carmelitas Descalzas) han padecido hechos de violencia de género en el ámbito institucional del tipo religiosa, física, psicológica y económica (el arzobispo nunca les devolvió un préstamos que les pidió), por un lapso de más de 20 años».