El Papa parece dar libertad a los obispos para que bendigan a parejas homosexuales

Papa Francisco (Vatican Media)
|

En su respuesta a las ‘dubia’ originales de los ya famosos cinco cardenales, el Papa parece condonar las bendiciones de parejas homosexuales, siempre que no se confundan con el rito del matrimonio cristiano.

Ya en una de sus incontables entrevistas, el recién nombrado cardenal y prefecto para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, dio a entender que la gran objeción contra la bendición de parejas homosexuales en el seno de la Iglesia es que podrían interpretarse erróneamente como una equiparación de estas uniones con el matrimonio sacramental cristiano.

Es lo que vuelve a repetirse en la respuesta del Papa a las ‘dubia’ originales, donde aclara que “la Iglesia tiene una concepción muy clara del matrimonio: unión exclusiva, estable e indisoluble entre un hombre y una mujer, naturalmente abierta a la engendración de hijos”.

Como sólo esta unión es “matrimonio”, escribe Francisco, “la Iglesia evita cualquier tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción y dar la impresión de que algo que no es matrimonio se reconoce como matrimonio”. Pero añade que “en nuestro trato con las personas, no debemos perder la caridad pastoral que debe impregnar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esta caridad, que también se compone de bondad, paciencia, comprensión, ternura y aliento. Por tanto, no podemos convertirnos en jueces que sólo niegan, rechazan y excluyen”.

¿Entonces? “Por esta razón, la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si existen formas de bendición, solicitadas por una o más personas, que no transmitan una concepción errónea del matrimonio. Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de ayuda a Dios, una súplica para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor”.

Pero como dejó claro el ‘responsum’ de Doctrina de la Fe a esta cuestión, firmada por Francisco, cuando fue planteada la cuestión por los obispos alemanes, la cuestión central no es que la bendiciones de estas uniones sean inconvenientes porque puedan confundirse con el rito del matrimonio, sino, más directamente, porque Dios no puede bendecir el pecado.

Es decir, no se trata de una realidad buena en sí, que para evitar ambigüedades no convenga ritualizar en la Iglesia; por el contrario, estamos ante una relación que la Iglesia ha condenado como gravemente pecaminosa a lo largo de toda su existencia, e incluso previamente condenada en el Antiguo Testamento con toda claridad y solemnidad.