Aunque no puede decirse que se cumpla a rajatabla, en principio la Iglesia prohíbe la ordenación de personas con persistentes tendencias homosexuales, y el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, quiere que el Vaticano levante la prohibición.
Que en torno al ochenta por ciento de los casos conocidos de abusos eclesiales sean de orden homosexual ya debería dar una idea de que la ordenación de personas homosexuales no es exactamente una circunstancia insólita en la Iglesia. O, quizá, conveniente. Pero Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, quiere que se permita oficialmente, abiertamente, admitir al sacerdocio a estas personas.
El obispo de Limburgo realizó estas declaraciones en el programa Tag für Tag de la Deutschlandfunk. A la pregunta de si era correcto excluir del sacerdocio a alguien que se declara gay, pero tolerar la homosexualidad secreta, Bätzing respondió: «En el fondo, las relaciones secretas de un candidato requieren una voluntad seria de aclarar su identidad». Pero no importa si es homosexual o heterosexual. Eso, para el de Limburgo, no debería pesar en absoluto a la hora de juzgar la idoneidad para el sacerdocio.
Las directrices actuales del Vaticano, publicadas en diciembre de 2016, establecen que los «homosexuales practicantes» y los hombres que «tienen tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura homosexual» están excluidos del sacerdocio. Estas directrices confirmaban un documento del Vaticano de 2005, a pesar de que el Vaticano había subrayado después de los primeros debates que los homosexuales no estaban excluidos del sacerdocio en general y que era necesaria una evaluación individual diferenciada.
Durante el camino sinodal ya Bätzing se había pronunciado repetidamente a favor de reformas de la moral sexual católica, incluida una reevaluación general de la homosexualidad. Además, la diócesis de Limburgo, aprobó directrices que afirman que se debe “promover activamente en las parroquias e instituciones de la diócesis” un enfoque apreciativo de las diferencias y la diversidad en materia sexual. Pero al que hay que investigar es al obispo Strickland.
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Que los alemanes apostatas y blasfemos hablen con Bill Clinton o Hillary, ellos cabildean y consiguen con el Papa lo que quieran! Desde denigrar a Trump, dar comunión a Biden y Pelosi, audiencias, visitas papales a la frontera de Mexico con Estados Unidos atacando a Trump, cualquier cosa consiguen.
Verdad. Tiempos increíbles.
Y esto después de todo el tremendo «lío» de los presuntos, supuestos o ciertos abusos sexuales en varias partes del mundo en los que se han visto envueltos miembros consagrados de la Iglesia, como el tal americano éste cuyo nombre no recuerdo al que el Papa JMB nombró negociador con China, la inmensa mayoría de estos casos, creo recordar un 80% (corríjanme…) están vinculados a la homosexualidad de los presuntos culpables… y viene este tío alemán, evidentemente masón, a seguir pudriendo la Iglesia alemana sin que el sumo pontífice JMB le diga nada, enrollado como está con Clinton con el mantra del cambio climático, promoviendo la inmigración ilegal con Macron en Marsella y auspiciando la subida de mediocres al organigrama de la Curia, cuánto daño a la Iglesia Católica están infligiendo estos «hombres de…qué», mientras el principal responsable, obispo de Roma (lo que él dijo que es), divaga en sus palabras, dispersa sus respuestas, enfoca otros asuntos, se entretiene con gentuza.
La propuesta de Blatzig es una locura. Las personas que tienen cierta tendencia hacia la atracción al mismo sexo (así se debería de decir», han de ser ayudados a superarla, `, pues lo que dice el Catecismo es una verdad como una catedral. Dado que no hay ninguna, ningunísima prueba que esta atracción es natural o se nace con ella. Por lo tanto, dentro de lo posible, la Iglesia, practicando la caridad, la virtud madre de todas las virtudes, ha de ejercerla y ayudar a los que padecen de esta atracción a superarla, si es posible. Si no, ayudarles a vivir la vida cristiana como cualquier católico. Colocarlos en un seminario donde lo que hay mayormente hombres no es ninguno ayudar a estas personas. En el caso de que un joven (digo joven, porque superar esta atracción es menos difícil para jóvenes) llega a superar este problema y manifiesta tener una vocación al sacerdocio, creo se debería darle la oportunidad. La Iglesia, en ningún caso, ha de renunciar a los criterios prudentes que ha
El papa Francisco ya dejó claro su oposición a que entraran homosexuales en los seminarios.
Pero no expulsa a sacerdotes, obispos y cardenales que «bendicen » parejas homosexuales (eso sólo lo reserva para quienes son ortodoxos y defienden la fe y moral católicas íntegramente), pese a que incumplen su propia «prohibición» (prohibición boquilla, de cara a la galería). De éstos no dice el Trucho, prefecto puesto a dedo por él en el nuevo «Dicasterio contra la Doctrina de la Fe», que sean herejes y cismáticos. Y tampoco le impide a Francisco dar carguitos a proselitistas de la homosexualidad como James Martin, o tenerlos escandalizando en todos los eventos que organiza, como la JMJ o su inventado «sínodo». El movimiento se demuestra andando.
Gárgola. Y tú nos has dejado cclaro que vives repitiendo siempre lo mismo.
Lo siento Claudio.
«El Santo Padre abordó el tema de la homosexualidad, particularmente cuando se trata de personas con «tendencias profundamente arraigadas» o que practican «actos homosexuales», pero que desean ingresar al seminario.
En estos casos, «si ustedes tienen la menor duda, es mejor no dejarlos entrar», dijo el Pontífice según indica Vatican Insider, debido a que estos actos o tendencias profundamente arraigadas podrían llevar a escándalos o comprometer la vida del seminario, así como al hombre mismo y su futuro sacerdocio.»
Lo dicho más arriba.
Se les ve el plumero.
El Tucho Fernández, tan amigo de Bergoglio, es muy obvio que tiene pluma gay… Y nada menos que colocado en el Dicasterio para la doctrina de la Fe…
La «monja» hereje separata endemoniada, Lucía Caram, compatriota de Tucho y Bergo (son todos cortados por el mismo patrón perverso) confirma muy contenta que Bergoglio es amigo de gays…
No es necesario que la hereje Caram nos diga que, Bergoglio es amigo de los gays (es más cosas, además de amigo). ¡¡¡Es tan evidente!!!, que se lo podría haber ahorrado.
Saludos.
Me parece absurda esta polémica porque, de hecho, en los seminarios tanto de sacerdotes diocesanos como de órdenes religiosas no tienen ningún problema.
Lo que sí me parece es que miembros de la jerarquía, algunos MUY altos, intentan «tranquilizar» su propia conciencia consiguiendo «legalizar» sus propias tendencias sexuales pero los evangelios y escritos de los Hechos de los Apóstoles son muy claros al respecto.
Es evidente que este no lo pide para que cumplan con sus votos y sean fieles a su ministerio, sino para que se entreguen abiertamente a sus prácticas sexuales abominables para Dios, y den ejemplo a los fieles; igual que cuando aboga por la bendición en nombre de Dios de relaciones que el mismo Dios mandó castigar con la muerte (aún no sabía que esa pena era inadmisible…). Y mientras Roma arde, Nerón sigue tocando la lira….
Francisco y Bätzing que se vayan.
El problema de los homosexuales es que son incapaces de guardar la castidad, aunque supongo que alguno sí lo hará. Y según dicen los psiquiatras que osan hablar, estas personas tienen muchos problemas psicológicos también. Mal asunto para ser sacerdote.
Desgraciados satanicos
¿Le parece pocos los curas homosexuales que hay? Si a veces me resulta repulsivo estar en Misa y oirles hablar con esa voz aflautada, amariconada o como la quieran llamar.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzin es un gran hereje, y lo mejor que puede hacer es abandonar la Iglesia Católica. Parece que no ha leído el Catecismo, específicamente los numerales 2357, 2358 y 2359, que indican que a los homosexuales (y a las lesbianas) hay que acogerlos con respeto y delicadeza, pero que los actos homosexuales (o lésbicos) son DEPRAVACIONES GRAVES e INTRÍNSECAMENTE DESORDENADOS. Está tan claro, que no admite confusión. Dios ama al pecador, pero detesta el pecado. Ni siquiera el papa Francisco ni ningún otro ser humano tiene la autoridad para cambiar las enseñanzas de Jesucristo. El que pretenda hacerlo cometerá apostasía.