«Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles»
Con motivo de la Jornada mundial de los pobres, el Papa Francisco ha celebrado una misa en la Basílica de San Pedro junto a cientos de indigentes. Les ofrecemos a continuación la homilía ofrecida por el Papa, publicada en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Homilía del Papa
En el evangelio de hoy, Jesús sorprende a sus contemporáneos, y también a nosotros. En efecto, justo cuando se alababa el magnífico templo de Jerusalén, dice que «no quedará piedra sobre piedra» (Lc 21,6). ¿Por qué estas palabras hacia una institución tan sagrada, que no era sólo un edificio, sino un signo religioso único, una casa para Dios y para el pueblo creyente? ¿Por qué profetizar que la sólida certeza del pueblo de Dios se derrumbaría? ¿Por qué el Señor deja al final que se desmoronen las certezas, cuando el mundo las necesita cada vez más?
Buscamos respuestas en las palabras de Jesús. Él nos dice hoy que casi todo pasará. Casi todo, pero no todo. En este penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, Él explica que lo que se derrumba, lo que pasa son las cosas penúltimas, no las últimas: el templo, no Dios; los reinos y los asuntos de la humanidad, no el hombre. Pasan las cosas penúltimas, que a menudo parecen definitivas, pero no lo son. Son realidades grandiosas, como nuestros templos, y espantosas, como terremotos, signos en el cielo y guerras en la tierra (cf. vv. 10-11). A nosotros nos parecen hechos de primera página, pero el Señor los pone en segunda página. En la primera queda lo que no pasará jamás: el Dios vivo, infinitamente más grande que cada templo que le construimos, y el hombre, nuestro prójimo, que vale más que todas las crónicas del mundo. Entonces, para ayudarnos a comprender lo que importa en la vida, Jesús nos advierte acerca de dos tentaciones.
La primera es la tentación de la prisa, del ahora mismo. Para Jesús no hay que ir detrás de quien dice que el final está cerca, que «está llegando el tiempo» (v. 8). Es decir, que no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente. Sin embargo, cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice “ahora o nunca”. Pero esta prisa, este todo y ahora mismo, no viene de Dios. Si nos afanamos por el ahora mismo, olvidamos al que permanece para siempre: seguimos las nubes que pasan y perdemos de vista el cielo. Atraídos por el último grito, no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado. ¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles. Se va de prisa, sin preocuparse que las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos.
Jesús, como antídoto a la prisa propone hoy a cada uno la perseverancia: «con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (v. 19). Perseverancia es seguir adelante cada día con los ojos fijos en aquello que no pasa: el Señor y el prójimo. Por esto, la perseverancia es el don de Dios con que se conservan todos los otros dones (cf. San Agustín, De dono perseverantiae, 2,4). Pidamos por cada uno de nosotros y por nosotros como Iglesia para perseverar en el bien, para no perder de vista lo importante.
Hay un segundo engaño del que Jesús nos quiere alejar, cuando dice: «Muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy” […]; no vayáis tras ellos» (v. 8). Es la tentación del yo. El cristiano, como no busca el ahora mismo sino el siempre, no es entonces un discípulo del yo, sino del tú. Es decir, no sigue las sirenas de sus caprichos, sino el reclamo del amor, la voz de Jesús. ¿Y cómo se distingue la voz de Jesús? “Muchos vendrán en mi nombre”, dice el Señor, pero no han de seguirse. No basta la etiqueta “cristiano” o “católico” para ser de Jesús. Es necesario hablar la misma lengua de Jesús, la del amor, la lengua del tú. No habla la lengua de Jesús quien dice yo, sino quien sale del propio yo. Y, sin embargo, cuántas veces, aun al hacer el bien, reina la hipocresía del yo: hago lo correcto, pero para ser considerado bueno; doy, pero para recibir a cambio; ayudo, pero para atraer la amistad de esa persona importante. De este modo habla la lengua del yo. La Palabra de Dios, en cambio, impulsa a un «amor no fingido» (Rm 12,9), a dar al que no tiene para devolvernos (cf. Lc 14,14), a servir sin buscar recompensas y contracambios (cf. Lc 6,35). Entonces podemos preguntarnos: ¿Ayudo a alguien de quien no podré recibir? Yo, cristiano, ¿tengo al menos un pobre como amigo?
Los pobres son preciosos a los ojos de Dios porque no hablan la lengua del yo; no se sostienen solos, con las propias fuerzas, necesitan alguien que los lleve de la mano. Nos recuerdan que el Evangelio se vive así, como mendigos que tienden hacia Dios. La presencia de los pobres nos lleva al clima del Evangelio, donde son bienaventurados los pobres en el espíritu (cf. Mt 5,3). Entonces, más que sentir fastidio cuando oímos que golpean a nuestra puerta, podemos acoger su grito de auxilio como una llamada a salir de nuestro proprio yo, acogerlos con la misma mirada de amor que Dios tiene por ellos. ¡Qué hermoso sería si los pobres ocuparan en nuestro corazón el lugar que tienen en el corazón de Dios! Estando con los pobres, sirviendo a los pobres, aprendemos los gustos de Jesús, comprendemos qué es lo que permanece y qué es lo que pasa.
Volvemos así a las preguntas iniciales. Entre tantas cosas penúltimas, que pasan, el Señor quiere recordarnos hoy la última, que quedará para siempre. Es el amor, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8), y el pobre que pide mi amor me lleva directamente a Él. Los pobres nos facilitan el acceso al cielo; por eso el sentido de la fe del Pueblo de Dios los ha visto como los porteros del cielo. Ya desde ahora son nuestro tesoro, el tesoro de la Iglesia, porque nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor.
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«¿Y cómo se distingue la voz de Jesús? “Muchos vendrán en mi nombre”, dice el Señor, pero no han de seguirse. No basta la etiqueta “cristiano” o “católico” para ser de Jesús. Es necesario hablar la misma lengua de Jesús, la del amor, la lengua del tú. No habla la lengua de Jesús quien dice yo, sino quien sale del propio yo. Y, sin embargo, cuántas veces, aun al hacer el bien, reina la hipocresía del yo: hago lo correcto, pero para ser considerado bueno»
Maravillosas palabras de Su Santidad. Qué claro es Francisco tansmitiendo el Evangelio.
¡Francisco el Profeta! ¡Milagro! ¡Milagro!
Cristo dijo que no quedará Piedra sobre piedra. Y si lo dijo a sí es porque así será.
Y aquí quien pueda y quiera entender qué y cómo se encuentra el templo donde el Dios Redentor, día a día, se sacrifica hasta a el último día donde no quedará piedra sobre piedra.
Todo es una far-sa de la nue-va Iglesia LI-BE-RAL, que Usted guía, predica y promociona. Prédicas sen-ti-men-ta-lis-tas, que te conducen a tra-gar-te el rollo, he imaginarte que ayudando a los Pobres serás salvado.
Mientras que por atrás del telón están introduciendo la mor-tal i-do-la-tría, la so-do-mía y sus «dones», el e-co-lo-gis-mo, el pa-ci-fis-mo, el in-di-ge-nis-mos; un nuevo Evangelio, sin MAN-DA-MIEN-TOS, es la nueva Catequesis. «La Caridad SIN conversión del Pecado».
«LOS PO-BRES»…predica el amor a los pobres; el centro de la predicación de N.S. JESUCRISTO es: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia»,…y el Amor al Prójimo, «para eso he sido enviado».
El mayor A-LAR-MIS-MO es la la-xa y fal-sa Mi-se-ri-cor-dia que están predicando, imaginando y creyendo que siembran el Amor de CRISTO N.S.; y en realidad, lo único que Pron-to lograrán, es la Jus-ti-cia de Dios PADRE E HIJO.
«A los pobres los tendréis siempre, a Mí no».
Francisco no es vicario de CRISTO! Lleva lo contrario a su enseñanza! Se puede ver desde muy lejos! Que lo siga quien le guste lo malo, yo soy católico por esto a quien veo es a JESUS! A MARIA! Y sus Santos profetas! No a la falsedad vestida de santidad! Anoten! Traguen! Y a ver quien lleva el rechinar de dientes?
Tiene gracia, mucha gracia, que critique los alarmismos quien se ha vendido al alarmismo climático, elevando a dogma el calentamiento global, propiciador del más férreo control de la natalidad por cualquier medio, incluido el aborto a discreción, erigido en derecho sacrosanto por el pensamiento único.
Tiene gracia, mucha gracia, que critique los alarmismos quien no para de estar alarmado y sembrar alarmismos con Salvini, asimilándolo poco a menos que a Hitler, aunque no a Stalin, una hermanita de la caridad, si bien los católicos no le hacen ni puñetero caso, como debe de ser.
Francis siembra falsas alarmas y descuida las verdaderas: la invasión islamista, que minusvalora, al calificar al islam de religión de paz, las dictaduras comunistas, las más férreas con diferencia, y la dictadura in crescendo del pensamiento único, a la que se ha sometido gustosamente.
Pues sí
Debemos ser un rato pecadores para haber merecido esta mierda de Papa. Sin duda el castigo será justo y para nuestro bien, pero es insufrible. Y estoy de Su ¿Santidad? y sus palmeros, ¡hasta los colgantes!
Tannhauser si,por tal pecado se posesionó alguien que no es vicario de CRISTO! En el vaticano porque lo peitieron quienes descuidaron la sedeientras se prostituyen al anticristo,tal Francisco fue colocado por la mala elección del hombre, sin DIOS! Como ya había Sido anunciado! Todas las parroquias en el mundo se prostituyen al anticristo! Y solo los verdaderos fieles a DIOS! Permanecen en su verdadera iglesia! Acobijados por gracia de DIOS! Junto a MARIA!
Pues yo lo primero que he pensado es en Greta Majareta, en los lobbies LGTBIJKLMNÑOPQ, en la izquierda… pero va a ser que no.