Zonas prohibidas a las mujeres en pleno París

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Varias asociaciones de vecinos luchan contra la discriminación que se produce en estos barrios. Caminar con falda o tomar un café en una terraza son actividades «poco recomendables» para las mujeres.

Arturo García

Restricciones en la vestimenta, discriminación de la mujer y lugares sólo para hombres. Puede parecer que hablemos de alguna ciudad perdida al oeste de Mosul, pero es la realidad que se vive en muchos barrios periféricos de París, donde grupos de musulmanes radicales han tomado las calles y «recomiendan» a los vecinos que ciertas prácticas no son «nada aconsejables». Todo ello con la connivencia de las autoridades galas que han abandonado estas zonas a su suerte, al igual que ocurre en Reino Unido o Alemania.

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En las cafeterías y las calles de estos barrios hay un aspecto común que se repite: las mujeres desaparecen. Dos activistas de la llamada Brigada de las Madres han denunciado los hechos y han mostrado la reacción de los musulmanes gracias a una grabación con cámara oculta.

Cuando Madia y Aziza acceden al establecimiento, los hombres se sorprenden. Las mujeres tienen prohibido «de facto» entrar en estos negocios y su presencia incomoda a muchos musulmanes que admiten sin ambages que «no deberían estar aquí».

«Esto no es París. Aquí tenemos una mentalidad diferente y seguimos las enseñanzas del islam», reconoce otro hombre, ajeno a la cámara que le está grabando. Cuando una de las activistas le pregunta si no estaría mejor viviendo en Arabia Saudí, el musulmán responde: «Francia es un paraíso para nosotros».

Arabia Saudí y el islam francés

Arabia Saudí tiene a Francia en su punto de mira. La evidente islamización que vive el país ha provocado que el régimen de Riad considere el territorio francés como el escenario ideal para difundir su particular visión del islam. Hace unos meses, Pierre Conesa, ex alto funcionario de Defensa francés, desvelaba los 8.000 millones aportados por las autoridades saudíes para difundir la “palabra de Mahoma” por todo el mundo.

Y es que las injerencias saudíes en Francia son más que evidentes. Gran parte de la comunidad musulmana, especialmente en las ciudades más importantes, está influenciada por clérigos pagados por Arabia Saudí y las mezquitas de mayores dimensiones son financiadas con petrodólares. El objetivo no es otro que lograr una “representación real y fuerte” dentro del país.

Riad considera prioritario extender su red de mezquitas. En 2016, diferentes fundaciones relacionadas con Arabia Saudí participaron en la construcción de ocho mezquitas, a razón de entre 200.000 y 900.000 euros por proyecto. El wahabismo es la doctrina que se imparte en estos centros y, no hay que olvidar, que su concepción del mundo es prácticamente idéntica a la del Estado Islámico.

Los investigadores aseguran que Arabia Saudí ha gastado 3.759.000 euros sólo en 2016 para llevar a cabo su proyecto. Catorce imanes a sueldo de Riad ejercen en las mezquitas más importantes de Francia y adoctrinan acerca de la yihad, el sometimiento de las mujeres, la necesidad de castigar a los homosexuales y la expansión del islamismo a nivel mundial.

Financiación

Gracias a la Ley de 1905, que prevé la prohibición de portar símbolos religiosos y promueve la laicidad, la comunidad musulmana goza de unas impresionantes ventajas fiscales y la capacidad de recibir donaciones con una reducción del impuesto equivalente al 66% de la cantidad en cuestión.

Es complicado controlar el flujo de dinero que reciben los centros, pues la mayor parte de las donaciones se hacen a mano. Por ejemplo, en Gennevilliers, la mezquita habría logrado recaudar más de un millón de euros únicamente durante el mes de Ramadán. Una cantidad que denota el poder económico de los mecenas de estas corrientes radicales del islam.

 

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