Es portada hoy en la prensa generalista tras una entrevista en Il Corriere della Sera: el sacerdote Krysztof Charamsa asegura que el porcentaje de homosexuales en la Iglesia (no será la Iglesia Católica…) es más alto que en la sociedad. Este sacerdote salido de su armario con su pareja, añade que no acepta el celibato impuesto (¿acaso alguien le obligó a ser sacerdote célibe?) que le obligaría, dice a una cierta «asexualidad». No quiero debatir con Charamsa, a quien deseo la luz para volver a la comunión en la Iglesia, donde las puertas las tendrá siempre abiertas; se trata de ver la cuestión a fondo, si es que es posible con la prensa sensacionalista. Primero, el dato. Uno se niega aceptar datos sin fuentes, como el dato que asevera este señor, al que quizá sus árboles próximos han tintado su visión del bosque. Segundo, recordarle que la Iglesia es precisamente lugar para pecadores, los que reconocemos nuestra herida y el perdón, y que siempre estará, como decía, abierta al regreso de Charamsa. La Iglesia no es la asamblea de los puros, sino el hospital de los pecadores, decía Chesterton. ¡Qué cosa más digna es ser un buen pecador!… Tercero, que es pues rotundamente falso que, como dice, «los homosexuales son personas odiadas» en la Iglesia, donde siempre encontrarán un aliento para vivir plenamente su humanidad de forma natural y digna. No lo puedo evitar. Mientras usted lee estas líneas hay cristianos (hombres, mujeres, ancianos, niños, sanos, enfermos… pecadores) que están siendo asesinados por su fe, sean o no homosexuales, que también. Mientras Charamsa defiende la honestidad de su pecado burgués que no estaría en ser homosexual, sino en su comportamiento sexual públicamente manifiesto y mantenido contra el celibato. Parece ahora que ser homosexual es garante de honestidad… y no hay nada más cool y burgués y famoso. Pero, como decía Peguy, las personas honestas no se dejan tocar por la gracia. Nunca el hombre caído habría podido ser salvado por el buen samaritano si no hubiese caído. Un enorme tortazo, un error como en el que se ha caído Charamsa, a quien le deseo volver, como hacemos todos en este hospital de los pecadores.
La homosexualidad como espectáculo
| 07 octubre, 2015
Si alguien niega que en la Iglesia hay una media de homosexuales más alta que en la sociedad es que miente o que no ha ido mucho a misa.
El comentario sobre el buen samaritano de Francisco Pou es correcto. No dice en su escrito que el samaritano cayese ni que fuera ayudado, sino que si no hubiera habido un caido, el samaritano no hubiera podido ayudar (o salvar) a nadie.
Así que, Don Francisco, no necesita usted disculparse por un error inexistente. En cuanto a Charamsa, parece clara su intención lesiva al anunciar su condición y estado en el momento en que lo ha hecho, pero como usted reitera, siempre tendrá las puertas de la Iglesia abiertas.
Felicidade y les recomiendo leer el libro LGBT Preguntas y Respuestas que recomiendan en uno de sus blogs. Esta excelente.
Todo esto está muy bien. Pero me gustaría conocer los últimos movimientos de la cuenta corriente de Charansa. Es una movida para envenenar el Sínodo. Y habría que desacreditarla
El buen samaritano no cayó ni fue ayudado. Es el que ayudó al caído. Hay que corregir eso para que no pierda fuerza el artículo.
Muchas gracias por su claro y conciso escrito
Para quien desee saber más acerca del nefasto efecto de la homosexualidad en el sacerdocio, le recomiendo leer «With the Pope against the homoheresy» del sacerdote polaco Dariusz Oko: http://www.bishop-accountability.org/news2013/01_02/vort-2013-02-22.pdf
Excelente artículo. Que la Gracia del Señor ilumine al mundo de hoy, y nos haga fieles y eficaces instrumentos de su Plan salvífico!