El Vaticano ha presentado el “Instrumentum laboris”, el documento de orientación para los trabajos de la Asamblea General de octubre de 2023 y del 2024 sobre el tema de la sinodalidad. Dividido en dos macrosecciones, es fruto de las aportaciones de las etapas diocesana y continental y da cuenta de la experiencia de las Iglesias de todo el mundo que sufren guerras, desigualdades, pobreza y heridas de abusos.
El documento, de casi 60 páginas, sigue la hoja de ruta disruptiva. Este documento pondrá encima de la mesa en la Asamblea sinodal temas como la acogida a la comunidad LGTB, la ordenación de hombres casados o aceptar el diaconado femenino.
Los padres sinodales se afanan durante toda la Instrucción en señalar que es «el Espíritu» quien está detrás de todo este proceso, aunque las conclusiones en este y otros documentos anteriores nos lleven a pensar distinto.
Cuestiones previas
La ‘Instrumentum laboris’ «articula algunas de las prioridades surgidas de la escucha al Pueblo de Dios, pero no como afirmaciones o toma de posturas. Por el contrario, las expresa como preguntas dirigidas a la Asamblea sinodal, que tendrá la tarea de discernir e identificar algunos pasos concretos para seguir creciendo como Iglesia sinodal, pasos que luego someterá al Santo Padre», se lee en el documento.
Además, reconocen que «los problemas, las resistencias, las dificultades y las tensiones no se ocultan ni se esconden, sino que se identifican y se nombran gracias a un diálogo auténtico que permite hablar y escuchar con libertad y sinceridad». Tampoco dudan en señalar que «esta Iglesia no teme la variedad de la que es portadora, sino que la valora sin forzarla a la uniformidad». El ‘sinodalismo’ ya no habla de verdad dino de variedad.
Según este último documento, «es en la acción litúrgica, y en particular en la celebración de la Eucaristía, donde la Iglesia experimenta cada día la unidad radical en la misma oración, pero en la diversidad de lenguas y ritos: un elemento fundamental en clave sinodal. Desde este punto de vista, la multiplicidad de ritos en la única Iglesia católica es una auténtica bendición, que hay que proteger y promover». A pesar de las tensiones existentes por los ataques de Roma a otros ritos como el tradicional o el siro-malabar, los padres sinodales aseguran que existe «diversidad de ritos» y que ellos mismos ven como «una auténtica bendición», insistimos, a pesar de los constantes esfuerzos de uniformización.
Este documento, recoge también los nuevos sacerdotes que quieren para la Iglesia del futuro. «Los candidatos al ministerio ordenado deben formarse en un estilo y mentalidad sinodales. La promoción de una cultura de la sinodalidad implica la renovación del actual currículo de los seminarios y de la formación de los formadores y de los profesores de teología, de manera que exista una orientación más clara y decidida hacia la formación a una vida de comunión, misión y participación».
Además, insisten en pedir «un esfuerzo similar para renovar el lenguaje utilizado por la Iglesia: en la liturgia, en la predicación, en la catequesis, en el arte sacro, así como en todas las formas de comunicación dirigidas tanto a los fieles como al público en general, también a través de los medios de comunicación nuevos y antiguos».
Preguntas para reflexionar en la Asamblea: LGTB, divorciados o diaconado femenino
La parte final de consta de un apartado que plantea problemáticas varias y donde se desglosa una serie de preguntas para su reflexión, oración y discernimiento.
Por ejemplo, entre los temas a reflexionar, esta Instrucción plantea «pensar en la aceptación de los divorciados vueltos a casar» ya que «la Asamblea sinodal es un foro privilegiado para hacerlo».
En un documento de tal magnitud, no podía faltar la mención al colectivo que todo lo abarca: «¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y rechazados por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres para hacer preguntas? A la luz de la Exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, ¿qué medidas concretas son necesarias para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia a causa de su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?» Aunque el catecismo ya es claro sobre cómo tratar y acoger a las personas homosexuales, este documento deja de manifiesto que sus intenciones van más allá de la simple acogida.
Otro de los temas sobre los que se reflexionará es la cuestión del diaconado femenino. «La mayor parte de las Asambleas continentales y las síntesis de numerosas Conferencias episcopales piden que se considere de nuevo la cuestión del acceso de las mujeres al diaconado. ¿Es posible plantearlo y en qué modo?», se lee en el documento.
Además también se plantearán si «¿es posible, como proponen algunos continentes, abrir una reflexión sobre la posibilidad de revisar, al menos en algunas áreas, la disciplina sobre el acceso al presbiterado por parte de hombres casados?»
Últimas reticencias al Sínodo
Recientemente, en este medio hemos informado como el cardenal Burke ha anunciado que reza para que no se celebre este Sínodo, quizá sabedor de todo lo que se esconde detrás de este proceso cuya hoja de ruta es abiertamente rupturista con la Iglesia de hoy en cuestiones de especial calado.
También el valiente obispo Schneider ha arremetido públicamente contra el Sínodo por «otorgar a los laicos el mismo derecho de voto que a los obispos socava la estructura jerárquica de la Iglesia».