El cardenal norteamericano Raymond Burke, conocido como uno de los cuatro firmantes de los Dubia sobre Amoris laetitia, reza cada día para que no llegue a celebrarse un sínodo, el de la sinodalidad, un concepto tan vago que lo hace, en su opinión, probablemente inválido, confiesa en una entrevista concedida a EWTN y recogida por LifeSiteNews.
“El hecho es que no hay una idea clara de qué es la sinodalidad”, asegura Burke en la entrevista. “Ciertamente no es una marca de la Iglesia. Las marcas de la Iglesia son una, santa, católica y apostólica”. Esa misma ambigüedad, dice, ha permitido a los obispos impulsar una agenda heterodoxa que es todo menos fiel a la enseñanza y práctica constantes de la Iglesia, especialmente con respecto a la moralidad sexual.
“En Alemania, ha sido una etiqueta para proponer doctrinas y prácticas claramente contrarias a la enseñanza y práctica constante de la Iglesia, lo que ha causado un daño tremendo. Y el estado de la iglesia en Alemania, que es francamente alarmante, parece que se convertirá en un programa para la Iglesia universal a través del sínodo”, dice.
Cuenta el cardenal Burke que “el jefe del Sínodo de los Obispos recientemente dio una entrevista en la que parece indicar que no tiene una idea clara de lo que va a pasar o una idea clara de lo que es la sinodalidad. Y, sin embargo, sigue adelante liderando este proceso. Y, por supuesto, el presidente de la sesión del Sínodo sobre la sinodalidad, [el cardenal Jean-Claude] Hollerich de Luxemburgo, ha defendido públicamente enseñanzas y prácticas que son claramente contrarias a lo que la Iglesia siempre ha enseñado en la práctica”.
“Así que estos son asuntos muy preocupantes. Mi oración personal todos los días a nuestro Señor es que de alguna manera haga que el Sínodo no se lleve a cabo porque, francamente, no veo que salga nada bueno de él”.
En respuesta a la reciente afirmación del cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo sobre la Sinodalidad, de que el sínodo no tiene otra agenda que el Evangelio, Burke confiesa que no lo cree, y que con él hay otros sacerdotes y prelados escépticos en este sentido. “¿Para qué reunir a representantes de la Iglesia universal para hablar sobre el Evangelio a menos que haya algún aspecto particular del Evangelio que se quiera abordar?”, se pregunta Burke. “Y el Evangelio no nos llega sino en la Tradición de la Iglesia; nos ha sido transmitido en la Iglesia”.
“Decir que vamos a hablar del Evangelio sin darle a la gente una idea clara… ‘Bueno, ¿de qué parte del Evangelio vamos a hablar? ¿Y qué ha enseñado la Iglesia sobre esto, y cómo podemos aplicar esa enseñanza en nuestro propio tiempo?; todo eso es dañino para las almas y genera falsas expectativas».
A principios de esta primavera, el cardenal condenó de manera similar la agenda herética del Camino Sinodal Alemán, declarando que tal desviación de las enseñanzas de Cristo y la Iglesia por parte de los obispos era un «pecado contra Cristo mismo». “Ya sea una desviación, una enseñanza herética y la negación de una de las doctrinas de la fe, o la apostasía en el sentido de simplemente alejarse de Cristo y de Su enseñanza en la Iglesia para abrazar alguna otra forma de religión, estos son delitos”, dice Burke. “Estos son pecados contra Cristo mismo”.
“Son inventos humanos, ideologías humanas que se están impulsando y la Iglesia está siendo utilizada”, agregó. “Y lo que hace es convertir a la Iglesia en una especie de agencia humana, casi como una agencia gubernamental que está siendo manipulada para fomentar ciertos programas y cierta agenda. Por eso tenemos que darnos cuenta de lo que está sucediendo”.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando