Las propuestas sinodales presentadas por la diócesis de San Sebastián, no dejan lugar a dudas de que los opositores a Munilla se han hecho rápidamente con el control de la diócesis vasca.
Mientras esperan la designación de su nuevo obispo, el arzobispo de Pamplona, Monseñor Francisco Pérez, ejerce como Administrador Apostólico de la diócesis de San Sebastián.
La síntesis de la fase sinodal diocesana aborda la visión que tienen ellos mismos sobre la situación de la Iglesia en dicho territorio. «Se ve claramente una acuciante tendencia hacia la secularización del territorio y hacia una pérdida de valoración y de credibilidad de la Iglesia
por parte de cada vez más guipuzcoanos y guipuzcoanas. Esto es debido, en gran parte, a la imagen que la sociedad tiene de la Iglesia universal, pero también a problemas internos de la Diócesis que en muchas ocasiones se han mostrado en el ámbito público a través de los
medios de comunicación, ofreciendo un gran antitestimonio», se lee en el documento.
Además, quien haya escrito esa síntesis no esconde uno de los grandes problemas que existe dentro de la diócesis. «La vida eclesial de la diócesis está marcada por la división interna, debido a una gran diversidad en el modo de entender y vivir lo católico entre los fieles, especialmente el clero. Esta división marca la vida y misión de la Iglesia guipuzcoana, produciendo heridas y gran dolor. Por lo que se hace patente la necesidad de reconstruir puentes para poder restablecer la comunión rota, sin lo cual no se puede vivir la sinodalidad».
Es uno de los frentes a los que ha tenido que enfrentarse Munilla durante su mandato en San Sebastián. La oposición frontal de gran parte del clero nacionalista y modernista que permanece en la diócesis.
Propuestas sinodales «al estilo Barcelona»
El documento presentado por la diócesis de San Sebastián comienza alertando de los problemas que pueden entorpecer vivir plenamente la sinodalidad.
En primer lugar, aborda el problema interno que vive la diócesis donde «existe una herida muy grande que afecta a su comunión interna que poco a poco habrá que ir sanando. Las heridas, si no se curan bien, pueden entorpecer el camino hacia una Iglesia sinodal».
Tampoco se oculta que «existe una fuerte polarización dentro de la Iglesia entre los fieles de diferentes sensibilidades».
También, esta síntesis redactada por el sector más progresista, critica que «se vive como un obstáculo el que algunos sectores de la Iglesia quieran anular el espíritu del Vaticano II, impidiendo así la renovación a la que dicho espíritu llama a su Iglesia».
Celibato opcional y más protagonismo para sacerdotes secularizados
La síntesis sinodal también apunta «al clericalismo de los sacerdotes como dificultad y obstáculo para el caminar juntos en tanto en
cuanto impiden la corresponsabilidad y el co-protagonismo de todo el Pueblo de Dios».
Otra preocupación «para muchos» es que el celibato sacerdotal no sea opcional. «El hecho de que la persona que acceda al sacramento
del orden no se pueda casar si ella así lo desea es, para muchos, algo que no es bueno para Iglesia», dice el documento.
Aunque pueda parecer una broma, otra preocupación que manifiestan es que «para algunos fieles es una gran pérdida para la Iglesia el que los sacerdotes secularizados y casados no tengan un protagonismo más activo en la Iglesia».
Papel de la mujer
Tampoco podía faltar la petición del acceso de la mujer al sacerdocio. Se quejan en numerosas ocasiones de la falta de formación del laicado, por eso, respecto a este tema, les damos la oportunidad de que lean aquí lo que dijo san Juan Pablo II sobre la ordenación de mujeres.
El documento sinodal recoge, que «el que la mujer, por el hecho de ser mujer, no pueda acceder al ministerio ordenado se vive por muchos fieles como una gran injusticia antievangélica que impide el testimonio en medio de esta sociedad en la que la igualdad de género es un compromiso ineludible, incuestionable e irreversible».
Sexualidad, familia y Agenda 2030
En este apartado, preocupan a los participantes del Sínodo especialmente dos aspectos. Por un lado, «el que muchas personas homosexuales, bisexuales y transexuales se sientan marginadas, juzgadas y excluidas de la Iglesia a causa de su doctrina» y por otro, «que muchas familias
que no responden al modelo de familia de la Iglesia se sientan marginadas, juzgadas y excluidas».
Por último, reclaman subirse al carro de la Agenda 2030 «acogiendo e incluso proponiendo transformaciones en los ámbitos económico-sociales. Profundizando en la Doctrina Social de la Iglesia de cara al Desarrollo Humano Integral y Agenda 2030: erradicación de la pobreza, hambre cero, reducción de las desigualdades, acción por el clima, trabajo digno y economía sostenible, consumo responsable y justicia y paz».