El obispo Munilla critica los «pronunciamientos» y «silencios» de las iglesias nacionales ortodoxas con la guerra entre Rusia y Ucrania

Obispo Munilla Obispo Munilla
|

Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante ha dedicado el grueso de su mensaje de Pascua a reflexionar sobre el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

Monseñor Munilla recuerda en su escrito que a comienzos de marzo el Papa Francisco dijo en una entrevista que sería bueno «levantar la bandera blanca en la guerra de Ucrania». Munilla reconoce que las palabras del Papa «fueron muy criticadas en Ucrania, por entender que les estaba conminando a la rendición».

«La inmensa mayoría de la opinión pública mundial -incluyendo la Iglesia Católica- condenó la invasión de Ucrania, como una acción injustificable. Y, partiendo de este juicio moral, los estados europeos entendieron que no existía otra respuesta posible que la de ayudar a Ucrania en su resistencia armada«, expone el obispo de Orihuela-Alicante.

Dos años después del estallido de la guerra, el prelado vasco expone como «destacados dirigentes de Europa comienzan a afirmar que la victoria no es posible en el escenario actual, y que es necesario concienciarse de la necesidad de afrontar una guerra en una escala mayor, implicando abiertamente a los estados europeos».

Tal es así que Munilla piensa que «los tambores de guerra total están sonando en nuestros oídos desde hace semanas, sin que nadie se atreva a decir lo que es obvio: es imposible una victoria militar frente a una Rusia con un imponente arsenal nuclear; y, en consecuencia, es necesario buscar una paz negociada«. Por ello, Munilla reconoce que «es posible que la imagen de la ‘bandera blanca’ no fuese acertada desde el punto de vista comunicativo, pero el contenido del discernimiento vaticano es prudente, justo y audaz».

Munilla explica que para que una guerra sea «aceptable» desde un punto de vista moral «no basta con que la causa sea justa, sino que es necesario que se den “condiciones serias de éxito”». Es por ello que el obispo lanza las siguientes consideraciones: «¿qué sentido tiene prolongar una guerra que está generando la muerte de decenas de miles de personas inocentes, cuando no existen posibilidades reales de éxito? ¿Estamos seguros de que la implicación directa de la OTAN en la guerra garantizaría una victoria? ¿Es esperable que Putin asumiese una derrota sin recurrir a su arsenal nuclear? ¿Hemos pensado en la posibilidad de que a algunos les interese que esta guerra se siga prolongando como método para desgastar a su enemigo, sin verdadera voluntad de liberar a Ucrania?»

El ex obispo de San Sebastián tampoco se ahorra la autocrítica «ya que resulta especialmente decepcionante que la inmensa mayoría de los ciudadanos de los dos países contendientes sean cristianos y formen parte de la misma religión ortodoxa».

Munilla señala que es algo que «debe cuestionarnos» ya que «deja de manifiesto que la evangelización de las culturas cristianas dista mucho de ser profunda». El obispo lamenta que «llegado el momento del conflicto, los sentimientos nacionalistas parecen tener más peso que el discernimiento evangélico, como ha quedado patente en los pronunciamientos y en los silencios de no pocas de las iglesias nacionales ortodoxas».

Como colofón final, Munilla también dedica unas líneas a la guerra en Gaza. El obispo afirma que «la Iglesia Católica ha denunciado con contundencia, tanto el cruel ataque del terrorismo islámico, como la respuesta desproporcionada del Estado de Israel, que ha acabado con la vida de decenas de miles de mujeres y niños, además de estar provocando una emergencia de hambruna sin precedentes». El obispo Munilla ha recordado que «el fin no justifica los medios».