Ya hemos visto suficiente de esta fantasía, inventada por los altos jerarcas actuales, que dicen ser, como asevera el cuestionable documento denominado Traditiones Custodes, los supuestos “Guardianes de la Tradición”, cosa que con una simple mirada a nuestro alrededor se desmonta por sí sola.
Partiendo de la objetividad, es cierto que ellos tienen ese oficio por realizar como parte de su cargo episcopal, pero la realidad palpable demuestra que han negociado con el mundo para vender todo lo que es sagrado, valioso, inmemorial, y sacrosanto de nuestra fe. Estos impostores, que aseguran ser los custodios, guardianes, o centinelas de la Tradición Apostólica, no son dignos de desatar las sandalias de aquellos que son los fieles e incorruptibles transmisores de la integridad del Depósito de la Fe y dan ejemplo de esto. Ahora bien, ¿quiénes son estos valientes? Son nuestros abuelos y seres queridos mayores.
El perfil de ellos
Nuestros abuelos y seres queridos mayores son los que nos apoyan en nuestro crecimiento espiritual, ya que quienes tienen la obligación principal de enseñarnos la fe son nuestros padres. Hoy en día con la disolución casi absoluta de la Cristiandad y una sociedad neopagana, existe una infinidad de casos donde uno recibe la fe de un amigo, un conocido, un sacerdote reconocido, quizás algún recurso de las redes sociales o internet, entre muchas formas, que dentro del marco de lo determinado como ordinario, que no encajan como tal. Sea cual sea nuestra situación, es probable que tengamos un ser querido que sí recibió la fe dentro de un marco ordinario como son nuestros amados abuelos.
Si nos ponemos a pensar en la vida de nuestros abuelos, ellos han vivido periodos históricos difíciles, tanto en su vida personal como en el mundo, pero aun así se mantuvieron fieles a lo que siempre ha profesado la Santa Madre Iglesia. Imaginemos lo que tuvieron que vivir: las Guerras Mundiales con todos sus efectos, conflictos bélicos de todo tipo, crisis económica impensable para la época, el cambio rápido de las modas, el Concilio Vaticano II con sus frutos amargos, la Revolución Hippie/Sexual, el avance increíble de la tecnología, en suma:
la Revolución tomando pasos agigantados para consolidar el mundo en lo que hoy en día es. El mundo de nuestros abuelos es diametralmente diferente al nuestro, porqué algo de la Cristiandad quedaba, algo de la sociedad orgánica se vivía, un puñado de verdad tenían accesible, con todo eso se mantuvieron firmes en la fe.
Su impacto en nosotros
Seguramente hay alguien leyendo esto recordando todos los consejos de nuestros seres queridos mayores. Como olvidar cuando nos decían que hay portarnos bien en la Iglesia porque “es la casa del Señor, por ende se le debe el máximo respeto”; cuando nos ordenaron a rezar el Santo Rosario con ellos porque “es decirle a la Virgen María que la amamos y va a hacer feliz a Nuestro Señor Jesucristo”; las diferentes instancias donde surgía una discusión teológica y estos nos exhortaron a “leer el Catecismo en el numeral X que dice claramente que la Sagrada Comunión es Cristo vivo y verdadero en su Cuerpo, Sangre, y Divinidad…”; recordar aquellos momentos cuando nos invitaban a hacer actos de piedad diciendo “Te amo Jesús, te amo con todo mi corazón, haz que te ame cada día más y más…”. ¡Oh! ¡Qué alegría esta dulce nostalgia, estos gratísimos recuerdos que llenan nuestro corazón!
Gracias a su ejemplo hay varios aspectos de nuestra fe que practicamos de forma cotidiana, como puede ser la modestia, la debida prudencia, profundizar en las verdades de nuestra fe, y la Presencia Real de Nuestro Señor en la Santa Misa. Le debemos tanto a ellos, no tenemos la más remota idea de cuanto necesitamos agradecerles por sus labores activas y pasivas de apostolado con nosotros. Sus oraciones, sus consejos, sus pequeñas enseñanzas, sus buenos ejemplos, y sus sacrificios (muchos de los cuales solo sabremos cuando lleguemos al cielo) han sido nuestro impulso espiritual para seguir adelante en el camino de la santidad. Hay una imagen que circula en las redes, de una fuente anónima, que dice una enorme verdad: “Si no fuera por las oraciones de nuestros abuelos, ¿dónde estaríamos nosotros?”
Menciones especiales
Particularmente he tenido el honor y el privilegio de tener unos abuelos espectaculares. Empezando por Don Tahsin Taji (Q.E.P.D), y Doña Shawquia de Taji, estos grandes abuelos míos enseñaban con su magnífico ejemplo los valores de una persona educada, como también, la generosidad al prójimo. El ejemplo de mis abuelos paternos, desde la ley natural, constituye algo
sublime tener esta formación que en pocos lugares, escuelas, o familias se imparte hoy en día. Su cariño deleitable y su modelo de gentileza, me han sido una piedra angular para toda mi familia que siempre estará agradecida con ellos. En lo que se refiere a mis abuelos maternos, tengo el enorme privilegio y honor de decir que soy orgullosamente nieto de Don Jaime Narbon (Q.E.P.D) y Doña Beatriz de Narbon. Si les contara todas las hermosas anécdotas de enseñanzas invaluables que he recibido de ellos, tendría que escribir un libro entero dedicado a este fin. Señalando puntualmente a mi amada abuela Beatriz, se constata que la historia de su vida ha sido caracterizada por la eterna misericordia de Dios por medio de una entrega total de sus fuerzas, su tiempo, y su devoción al apostolado. Su trabajo misionero ha llegado tan lejos que, los amigos y familiares que sí la quieren, seguimos descubriendo hasta donde pudo extender su trabajo apostólico. Por años se dedicó a su familia y a su amor perpetuo de Jesucristo Nuestro Señor; ella le ha demostrado su amor desprendido por ir largas distancias para enseñarle a la gente a rezar, predicar sobre la caridad de Dios, la entrega confiada a la voluntad de Dios, y el honor infinito que debemos tener a la Santísima Trinidad. No hay aspecto de mi Fe que no haya sido sedimentado o tenga origen (por más pequeño que sea) en mi abuela y mi abuelo. Se puede resumir mi inmensurable admiración por ella en una sola pregunta: ¿Cuánta gratitud le debo a mis abuelos, en especial a mi abuela Beatriz, por todos sus espléndidos frutos en mi vida y en la vida de muchos?, o ¿Cómo le podré pagar una ínfima parte de todo lo que ellos han hecho por mi vida espiritual?
La Santísima Virgen María, Madre del Apostolado, tiene una forma curiosa de entrelazar en la historia a diferentes personas que están siendo preparados para ser Traditionis Custodes en el futuro. Mis abuelos maternos, en su largo recorrido de re-evangelizar Panamá, tuvieron la dicha de hacer grandes amistades que, en conjunto con ellos, son auténticas fortalezas de la doctrina Católica y esclavos de la Virgen María. Hago la grata mención de una dama ilustre, piadosa, alegre, y recta, quién es Doña Gloria de Céspedes; toda su labor evangélica es digna de elogios, de sus hazañas prodigiosas por propagar la Fe alrededor de este país. Ella dentro de su propio estado de vida pudo ser una patente muestra de la mujer Cristiana, quien es alma del núcleo familiar y catequista admirable. Otra laudable mención de personas que han aprendido de mi abuela, el piadoso Señor Eliseo Pinzón (conocido como el “Tío Cucho”) y su amable esposa, la Señora Edita de Pinzón. Sin lugar a duda, ellos, con sus oraciones incesantes mantienen la ira de Dios templada y apaciguada; ellos que poco a poco están profundizando en las grandes verdades de nuestra fe, a la vez cumplen el mandato de Jesucristo de ser como niños- dóciles y humildes de corazón.
Su legado
Pueden estar en silla de ruedas, en cama, con tratamiento médico de forma semanal, o tienen que depender de un enfermero, pero su historial de batalla es la gran épica que los reviste de respeto. Tantos frutos que han emanado de personas sencillas es la muestra de que el Espíritu Santo suscita a los humildes y devotos para hacer prodigios inesperados. Hay que escribir sobre estos héroes porque merecen un reconocimiento, de la misma forma que a un buen árbol se le conocen por sus frutos, y es un acto de justicia señalar los buenos ejemplos en medio de este mar de indecencia. El mundo celebra a las personas que hacen el mal, promueven la inmoralidad, y fomentan el caos; el Católico debería distinguirse por exaltar el bien y apoyar aquellos que son dignos de ser ejemplos a seguir.
Todas estas menciones particulares con sus enseñanzas personales, son para que nos sirvan para reflexionar si hemos o no apreciado lo suficiente a nuestros seres queridos mayores que nos han propulsado a ser más santos que ellos y para “que el estudiante supere al maestro”- como dice el dicho. Ellos nos han dado un perfil de lo que se espera de nosotros para restaurar el mundo y la Iglesia; cada vez que los veamos rezando o nos quieran dar un cariño, démosle las gracias por ser el fundamento de lo que hoy en día está sucediendo de bueno por obra del Espíritu Santo. El despertar de miles de fieles a la Tradición bimilenaria de la Santa Madre Iglesia, fue impulsada (de una forma u otra) por estos inquebrantables guerreros de Cristo Rey. Se requirió de su sacrificio de sangre, lágrimas, y pesares para este resplandeciente amanecer del Depósito de la Fe en su integridad; se merecen mucho más que este humilde escrito que intenta ser un pequeño detalle para estos “monjes domésticos y religiosas del hogar” que adornan el jardín del Señor por medio de su perseverancia hasta el final. Ellos pueden decir con todo su mérito adquirido, con San Pablo, lo enunciado en II Timoteo 4, 7-8: “He peleado el buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe. En adelante me está reservada la corona de la justicia, que me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día, y no sólo a mí sino a todos los que hayan amado su venida.”
Santa Ana y San Joaquín, rueguen por nosotros.
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Cada dia me cuesta mas esfuerzo intelectual seguir considerandome Catolico cuando padezco una Jerarquia Homosexual, Comunista, Panteista que perdio totalmente la Fe.
Comienza la Semana Santa y JorgeMario y su cohorte del Sauna Gay de Santa Marta predica sobre la Cuaternidad LGTB.
De la Trinidad verdadera, Padre, Hijo y Espiritu Santo nada.
Es tremendo.
Es un artículo estupendo, me hizo recordar y añorar la enseñanza recibida de mis abuelos, QEPD, católicos auténticos, de Misa y Rosario diarios, Cristeros, defensores de la fe. Gracias a ellos nuestra familia permanece fiel a la Santa Iglesia Católica.
Aún recuerdo cuando en el pueblo, siendo un niño de apenas 6 años, me mandó mi madre con una lecherita a por un litro de leche a casa del tío Jesús. Era el tío Jesús un abuelete muy mayor.
Como era costumbre en los pueblos la puerta de la casa, salvo cuando se retiraban a dormir los dueños, estaba siempre abierta, cubierta solamente por una cortinilla para que no entraran las moscas. Al fondo del portal, sentado junto a una enorme lechera, estaba don Jesús.
Al llegar llamé en la puerta y dije: «Don Jesús, ¿da usted su permiso?».
«Pasa, chaval», me contestó.
Entré y le dije: «Buenos días. Quiero un litro de leche».
Al instante le cambió la cara: «¿Qué formas de entrar son esas? !Salte fuera y vuelve a entrar!»
Salí a la calle, volví a pedir permiso para entrar y al dirigirme a él dije: «¡Ave María Purísima! Buenos días, don Jesús, quiero un litro de leche».
«¡Sin pecado concebida!, me contestó. «¡Así sí, chaval!’.
¡No lo olvidaré nunca!
Los pueblos se enlazan con la muerte el mismo día en que se divorcian de su historia. Juan Vázquez de Mella.
Esta frase del prócer carlista aplicada a la España del XIX, es ahora utilizable para la iglesia católica, la cual se ha divorciado de su historia y Tradición, por lo cual está condenada a muerte. A ese término vamos caminando, cada vez mas velozmente, y ciego están quienes no lo vean.
Allá ellos.
La Tradición nunca morirá, lo engloba todo dentro de la Iglesia Católica: engloba las enseñanzas orales de Cristo y los apóstoles, luego el resumen por escrito (Santos Evangelios), los Padres de la Iglesia que heredaron la Tradición de los apóstoles y fueron profundizando y desarrollándola con la gracia de Dios, los Concilios, los documentos de la Iglesia, las costumbres católicas del pueblo llano que, sabía cómo conservar su Fe y pasar el Sagrado Depósito a sus hijos y nietos… Así,durante 20 siglos. Luego, el gran apagón, los tiempos finales, la última prueba, la revolución sexual, el comunismo cultural, como avisó Nuestra Señora en Fátima. Eran los años 60. Todo pareció haberse apagado en el mundo. Quedaron pequeñas luminarias que se escondían para conservar la liturgia que había ido creciendo orgánicamente, semejante a un árbol, y que está comprendida en la misa tradicional. Y un gran campeón de la Fe: Lefebvre. Ahora vuelve con fuerza. «Las puertas del Averno no prevalecerán».