El dictador Daniel Ortega sigue con su hoja de ruta de acabar con los obispos y sacerdotes en Nicaragua, por lo que ni parece que la diplomacia vaticana esté dando buen resultado.
El obispo Rolando Álvarez sigue en prisión desde hace meses; otro grupo de sacerdotes fueron exiliados a Roma y durante estas fechas tan importantes para los cristianos, Daniel Ortega ha intensificado su persecución contra la Iglesia católica.
Secuestros injustificados de sacerdotes
El padre Gustavo Sandino, párroco de Nuestra Señora de los Dolores, fue detenido el 31 de diciembre, después de la misa dominical celebrada en Santa María de Pastasma, en la diócesis de Jinotega, Nicaragua. Así lo informaron fuentes locales y lo confirmó a 100% Noticias la abogada exiliada Martha Patricia Molina.
En Managua, por su parte, el padre Fernando Téllez Báez, párroco de Nuestra Señora de las Américas, fue secuestrado en la madrugada de ayer, y el padre Jader Hernández, párroco de la Madre del Divino Pastor, en la noche del 30 de diciembre.
En los últimos días han sido secuestrados al menos 14 sacerdotes, los dos seminaristas Alester Sáenz y Tony Palacio y el obispo de Siuna, monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, quien fue detenido tras rezar por monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, condenado a 26 años de prisión sin el debido proceso.
Perfil bajo del cardenal Brenes
Ante la palpable persecución que padece el clero católico en Nicaragua, el Cardenal y Arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes, durante la Misa en la Catedral se limitó a expresar su cercanía «a las familias y comunidades que en estos momentos echan de menos a sus sacerdotes», invitando a todos a permanecer «fuertemente» unidos en la oración. «La unidad eclesial», dijo, es «nuestra fuerza». «Con María, nuestra madre, al pie de la cruz», concluyó Brenes, «que el Señor nos consuele y nos muestre su misericordia».
Mientras tanto, la abogada Molina dijo en rueda de prensa que había recibido información de que ayer en algunas iglesias no se celebraron las misas programadas y se pidió a los fieles que regresaran a sus casas. Por el momento se desconoce si los sacerdotes de estas parroquias fueron también secuestrados por el régimen de Ortega.
Hasta el momento, ni el gobierno ni la policía han confirmado ni desmentido la detención de estos clérigos.
Representantes del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos afirmaron que Nicaragua se aleja «cada vez más» del Estado de derecho y de las «libertades fundamentales» al perseguir a «líderes políticos e indígenas, miembros de la Iglesia católica, activistas y periodistas» con «repetidos casos de detención arbitraria».
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
El camarada Padre Jorge hará una llamada al camarada Daniel y arreglao…….
Las acciones tienen consecuencias. El que el estamento eclesiástico, bajo la advocación de «Teología de la Liberación», fortaleciese con su participación activa el primer gobierno comunista de los Ortega, ha creado un monstruo irresistible que ahora no se saben sacudir.
Tranquilos, Bergoglio intervendrá inmediatamente en favor de los derechos humanos tan reiteradamente conculcados por sus amados comunistas.
Que no se quejen. En 1990, ganó la presidencia Violeta Chamorro y no lo ha metido preso, al igual que sus sucesores.
Ahora, aténganse a las consecuencias.
¡Que lamentable! Cosa orquestada. En Brasil todavía no arrestan a sacerdotes, pero ya son muchos los ancianos patriotas, periodistas, comentaristas y diputados arrestados bajo el gobierno de Lula da Silva. Los sacerdotes en Brasil son monitoreados por este gobierno. Lula da Silva parece querer seguir el mismo «modus operandis» que el comunista y su camarada Ortega. Si me equivoco pido disculpas, pero creo que todo esto pasa con la bendición de Bergoglio.
El colega de Paco
Es el resultado de la reciclada Ostpolitik de la que los ancianos jesuitines son tan afectos.
Habrá que ver qué tanto tuvo que ver en este fracaso tiene que ver Rodrigo Guerra. Si él es parte de este fracaso, confirmará el juicio que hacía Ortega y Gasset de los filósofos metidos a políticos: ¡Que los filósofos filosofen y no hagan política!… mucho menos vendiéndole el alma al demonio.