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Hoy les ofrecemos este extracto del libro Objetivo África, de Obianuju Ekeocha. «Hay una nueva colonización en nuestro tiempo, no de las tierras o de los recursos naturales, sino del corazón, la mente y el alma de África. Es un colonialismo ideológico».
Aquí la advertencia que hace Obianuju Ekeocha en las páginas de este libro, en el que denuncia con valentía los ardides de quienes tratan de imponer en el continente africano su agenda sobre la sexualidad, el matrimonio o la familia. Estos «nuevos amos coloniales», con todo su poder económico y mediático, suponen una seria amenaza para la cultura de la vida en África y los principios que la sustentan. Las élites y líderes occidentales que han legalizado el aborto, promovido la anticoncepción, minusvalorado la maternidad y redefinido el matrimonio, esas mismas élites asuelan un continente donde la mayoría aún estima y respeta el valor de la vida humana, la belleza de la feminidad, el don de los hijos y la importancia de la familia.
Apuntando a la infancia: educación sexual integral
En los últimos años, los activistas de los derechos sexuales han centrado gran parte de sus esfuerzos en los niños promoviendo, principalmente, la educación sexual integral (ESI) como un derecho internacional tipificado por la ley. Si tienen éxito en su ambiciosa campaña propagandística, la próxima generación estará completamente formada según una ideología radical de la sexualidad.
He participado en numerosas reuniones internacionales en las cuales algunas naciones occidentales han tratado, vehementemente, de señalar la ESI como una parte clave del desarrollo humano. Su descripción de la ESI hace que no suene ni ofensiva ni controvertida, puesto que la plantean como un componente fundamental de la solución a algunos problemas más complejos a los que se enfrentan los países en desarrollo. Con educación sexual, aseguran, los países en desarrollo serán capaces de garantizar la salud y el bienestar de las familias, se promoverá la igualdad de género, se abolirán los estereotipos masculinos y femeninos, se empoderará a las mujeres, se reducirá la mortalidad infantil, se combatirá el VIH/SIDA, se acabará con las prácticas abortivas de riesgo, se reducirá la tasa de embarazos adolescentes, se erradicará la violencia contra las mujeres e, incluso, se crearán gobiernos plurales y democráticos. La plataforma base de la que la ESI forma parte aparece como el cumplimiento del sueño común.
La visión de la sexualidad humana que se representa en el tan aprobado currículo de la ESI, sin embargo, sería considerado como errado, rupturista y cuestionable por la mayoría de los países de África. Esta visión asume que el propósito fundamental de la sexualidad humana es el placer físico, tal y como se puede ver en el currículo propuesto por el Population Council, Un solo currículo, para jóvenes en torno a los quince años y mayores (los autores del documento también animan a los educadores que trabajen con menos de quince años a ceñirse a los contenidos del documento). De acuerdo con las líneas fundamentales del documento, «organizaciones de salud pública y derechos han emitido declaraciones relacionadas con los derechos de todas las personas a la expresión sexual. Estos derechos incluyen el de buscar el placer en el contexto de la seguridad y del consentimiento mutuo y consciente».
Este currículo bien podría ser la guía oficial de los activistas sexuales occidentales. Entre sus temas se incluyen los derechos sexuales, la diversidad sexual, la expresión de la sexualidad y su disfrute, el bienestar sexual y su defensa y la identidad de género. Se presentan, únicamente, como triunfos desde la perspectiva del placer y con el único objetivo en mente de difundir la revolución sexual entre los jóvenes africanos.
El programa dice a los jóvenes: «Lo sexualmente placentero varía según la persona». Promueve la masturbación, los actos homosexuales y la pornografía: «Las personas pueden experimentar el placer sexual tocándose a sí mismas o a través de una experiencia compartida (con alguien del mismo o de otro sexo). También, pueden experimentar placer sexual en ausencia de caricias. Las fuentes de placer sexual pueden incluir fantasías, palabras, lecturas, ver un filme, caricias, besos o contacto genital». Enseña, directamente, a masturbarse a los niños: «Tocarse o acariciarse uno mismo (especialmente los propios genitales) para obtener placer sexual se llama masturbación… La masturbación es una forma importante en la que la gente aprende acerca de su cuerpo y sexualidad. La masturbación es un comportamiento sexual seguro. No es dañino ni física ni mentalmente».
El programa presenta como derechos lo siguiente: la negociación del uso del condón, las relaciones sexuales con una persona del mismo sexo, la capacidad de decisión sobre si quedarse embarazada y tener hijos, la adquisición de información sobre medios anticonceptivos y, por último, el derecho a procurarse un aborto. Esta lista de derechos es aún más chocante cuando consideramos que se supone que son derechos infantiles.
Respecto a la prevención de enfermedades de transmisión sexual, el currículo se refiere al condón como una «protección segura» hasta en setenta y seis ocasiones. La abstinencia tan solo se menciona dos veces. Este documento es coherente con otros materiales y publicaciones de educación sexual, incluyendo las directrices internacionales sobre educación sexual publicadas conjuntamente en 2009 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (UNAIDS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Con apoyos de este tipo no es ninguna sorpresa que la ESI este en lo alto de la lista de prioridades que las Naciones Unidas intenta universalizar. Si esta propaganda se convirtiese en un derecho humano universal, tal expansión sería un triunfo de los mayores y más ricos activistas del mundo.
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Este fragmento ha sido extraído del libro Objetivo África (2019) de Obianuju Ekeocha, publicado por Bibliotheca Homo Legens.
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