Adolfo González Montes volvió el pasado fin de semana a Almería junto con su secretario personal para presentar un libro, invitado por una asociación de la ciudad.
González Montes, obispo emérito de Almería que actualmente reside en Madrid, regresó a la que fue su casa durante 20 años tras su salida el pasado mes de diciembre fruto de las presiones del actual obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero.
El obispo de Almería fue invitado por la asociación para asistir a la presentación del libro pero declinó la invitación. En su lugar, envió al vicario general de la diócesis, Ignacio López.
Un centenar de almerienses se reunieron en la tarde del viernes en el salón de actos de la sede de la UNED de Almería para testimoniar la presentación de la obra «Legislación Diocesana de la Iglesia de Almería 2002-2021», de Mons. Adolfo González Montes y D. Eduardo Muñoz Jiménez.
El acto, organizado por la Asociación Socioeducativa y Cultural ‘La Llave de Almería’ y coincidiendo con el aniversario de la fundación de la misma, ha sido presentado por el Mons. Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru, Obispo Secretario del Dicasterio para los Textos Legislativos y el Pof.. Dr. Miguel Campo Ibáñez, SJ, Vicedecano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Comillas de Madrid.
La obra es el resultado de una encomiable labor de los autores en la que se reúne parte del corpus legislativo de la Iglesia de Almería durante veinte años. Sus líneas, elaboradas con sabiduría y una enorme finura, abarcan diversas materias desde cuestiones litúrgicas y económicas, hasta otras relacionadas con el funcionamiento del Seminario, y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, con especial atención a las indicaciones de las cartas pastorales, formularios y protocolos más destacados editados durante estos años, y que «agilizan los trámites pastorales y resoluciones episcopales muy al hilo de la hospitalidad ecuménica de nuestra provincia» como ha señalado D. Eduardo en su presentación.
En palabras de Arrieta, la obra, pone de manifiesto «lo mejor de un buen pastor y la excelencia de un gran canonista». Por su parte, Miguel Campo elogió que esta obra «sirva para comprender la naturaleza pastoral del Derecho Canónico y el bien de las almas».
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