Un corazón que aún late

Milagro eucarístico Sokolka
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(Franco Serafini en Il Timone)-La lección de los milagros eucarísticos en el corazón de Jesús nos habla de un hombre que sufre, por tanto vivo. Estudios científicos recientes han revelado lesiones por exposición a alta energía electromagnética

La historia del cristianismo está llena de milagros eucarísticos: el Cielo siempre los ha concedido con generosa abundancia para sostener nuestra frágil fe (estoy convencido de que los pocos centenares registrados en los anales son solo la punta de un iceberg mucho mayor). 

En los últimos cincuenta años hemos asistido a algo inédito y sorprendente: los milagros eucarísticos, sometidos a estudio científico, nos hablan con el lenguaje de la medicina forense. Para el hombre de nuestro tiempo, tan sensible a los temas científicos y tecnológicos, esto constituye una ocasión excepcional. Los milagros eucarísticos se revelan entonces como un enigma fascinante en su irreductible y sofisticada complejidad, pero desencadenan también un enorme potencial apologético y una capacidad única para hablar al corazón de los simples fieles.

Sí, ¡el corazón! Un aspecto, ciertamente sorprendente, de estas investigaciones científicas, es la demostración de la presencia indefectible de tejido miocárdico humano que brota prodigiosamente y se compenetra a un nivel más que microscópico con la especie visible del pan. El autor de los milagros eucarísticos conoce bien al ser humano y sabe que el corazón no es un órgano como los demás, sino que está dotado de un poderoso simbolismo, reconocido y compartido por los hombres de todos los tiempos y culturas. Este retorno del órgano que constituye el centro vital y espiritual de las criaturas no es casual, como tampoco lo es la referencia a la espiritualidad de su Sagrado Corazón, desgraciadamente tan descuidada por los cristianos de hoy en día.

Sufridor

Como cardiólogo, sin embargo, quisiera atraer la atención del lector a un plano mucho más físico y concreto. El corazón que encontramos en las platinas de Buenos Aires, Tixtla, Sokółka y Legnica (cito cuatro sucesos reconocidos por la Iglesia católica en los últimos años) muestra signos de sufrimiento muy marcados. Estas alteraciones se deben a dos fenómenos: por un lado, la inflamación del tejido del miocardio, que está infiltrado por numerosos glóbulos blancos como macrófagos neutrófilos y, por el otro, las fibras musculares cardíacas muestran fragmentación, segmentación y necrosis con bandas de contracción. Detrás de este lenguaje descriptivo tan técnico es posible leer claramente un diagnóstico muy preciso: se trata del corazón de un hombre que sufre un específico tipo de infarto. No se trata del infarto habitual que resulta de la obstrucción aguda de una arteria coronaria, expresión de la acción de factores de riesgo comunes como la hipertensión, la hipercolesterolemia o la diabetes. Se trata más bien de una cardiopatía debida a un estrés físico o emocional muy intenso. Es el tipo de infarto que hace que un padre al que le comunican la muerte de un hijo, o en el momento álgido de una discusión furiosa, o cuando se ve implicado en un accidente de coche, se desplome y a veces incluso muera. El pobre paciente padece dolor torácico, cambios en el ECG y pruebas de laboratorio como en un infarto clásico, pero en la angiografía (que se realiza con urgencia para desobstruir la coronaria enferma) las arterias están indemnes. La causa de esta cardiopatía devastadora y potencialmente mortal es la liberación excesiva, por nuestros órganos, de adrenalina y otras catecolaminas. Más allá de un determinado límite, estas sustancias son tóxicas para nuestro corazón y producen esas alteraciones que encontramos en las platinas de los milagros eucarísticos.

Me llamó la atención la consonancia entre este diagnóstico y las teorías más recientes sobre la muerte de Jesús de Nazaret, que complementan los pocos pero significativos datos «clínicos» de los Evangelios de la Pasión y las pruebas «fotográficas» de la Sábana Santa de Turín. Existe un consenso cada vez mayor entre los estudiosos de que el mecanismo final de la muerte del Nazareno fue, con toda probabilidad, una rotura del corazón como complicación de un infarto relacionado con el estrés, cuyo inicio debería situarse en Getsemaní. En la cruz, el corazón se lacera, provocando el vertido de sangre en el pericardio, lo que provoca la muerte inmediata. Entre otras cosas, esta teoría explica de manera elegante el posterior derramamiento de sangre y agua tras el golpe de lanza en el costado.

Es evidente, pues, que en la Eucaristía la medicina forense, el dogma de la transubstanciación, la teología de la redención y la mística del Sagrado Corazón doliente y traspasado se encuentran y se remiten de forma admirable. No soy teólogo, pero incluso como simple creyente, siento que puedo añadir que esta realidad tan concreta y objetiva de la carne y la sangre sufrientes llama la atención sobre el aspecto dramático, terrible, en definitiva, sacrificial, de la Eucaristía. Es posible que nos guste más la lectura convival y comunitaria de la Eucaristía que se ha acentuado en las últimas décadas, pero el lenguaje de los milagros eucarísticos parece centrarse en la realidad del sacrificio.

Vivo

Y esto no es todo. En los tejidos extraídos y estudiados de los milagros eucarísticos, a veces años después de su prodigiosa aparición en este mundo, es posible encontrar células inexplicablemente vivas. Por ejemplo, mezcladas con fibras musculares cardíacas ya necrosadas y, por tanto, muertas, puede haber células sanguíneas, como glóbulos blancos, aún vivas en el momento de la preparación histológica. Se trata de un hecho humanamente inexplicable, que atestigua la existencia de un cuerpo humano entero, invisible, vivo y funcionante, del que los tejidos visibles del milagro eucarístico siguen extrayendo sangre y vida… Esta coexistencia de vida y muerte en la misma platina histológica me parece fascinante y al mismo tiempo chocante – un fenómeno disparatado en esta tierra, pero que puede interpretarse como un anticipo de una realidad celestial donde el Hijo de Dios será eternamente adorado como un ser vivo, pero con un cuerpo glorioso que lleva los signos de la muerte por la que pasó (el Cordero de pie, pero eternamente inmolado de Ap 5,6).

¿Resucitado?

Pero aún hay más. Hace unos meses, se pusieron en contacto conmigo dos estudiosos, expertos internacionales en medicina forense y anatomía patológica en el campo ultraespecializado de las lesiones por descargas eléctricas. Me conmocionaron al reconocer en los hallazgos publicados en mi libro la presencia de lesiones por exposición a alta energía electromagnética, de las que nadie se había percatado hasta entonces.

Recuerdo que en la sindonología moderna se plantea la hipótesis de que la formación de la imagen de la Sábana Santa, misteriosa e irreproducible hasta hoy, puede remontarse a algún tipo de descarga instantánea de alta energía, coincidiendo con la vuelta a la vida del Hombre envuelto en el propio sudario.

Al fin y al cabo, en la Eucaristía no hay límite para la abundancia y superposición de significados y esto no puede sino reflejarse en los prodigiosos fragmentos de un tejido humano que nos es dado conocer y estudiar. Si la medicina forense demuestra en los milagros eucarísticos la presencia de un corazón que ha sufrido y sufre, que ha muerto pero que también está increíblemente vivo, ¿por qué sorprenderse si este corazón lleva también los signos de la Resurrección?

 

Publicado por Franco Serafini en Il Timone

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
29 comentarios en “Un corazón que aún late
  1. Enhorabuena a Infovaticana las entradas de hoy se agradecen. Uff, el alma se dilata, el pensamiento se ensancha y nos sacan del pozo de miserias en que nos movemos en la cotidiana realidad de la Iglesia.

    Un infarto por sufrimiento emocional!! De rodillas con el cuerpo y el alma.

    Como tratamos la Eucaristía? Como asistimos a la Sta Misa?. Para llorar, desagraviar y pedir perdón.

    Según leia tb me acordaba de la Stsima Virgen. En Akita, el obispo mandó analizar las lágrimas de Nuestra Señora: lágrimas humanas. En la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, su pupila tiene impresa la visión, que tenía ante sus ojos la Virgen, que se corresponden con el relato histórico.

    La fe y la razón van de la mano.

  2. Precioso! Gracias!

    Un Corazón vivo q ha sufrido y sufre.

    A ver q dice ahora Cathólicvs q me machacó tanto por decir q Jesús sufre.

    Esta entrada es un regalo.
    Doy gracias a Infovaticana por este remanso de luz entre tanta crítica diaria.

    Bendito seas Señor de mi vida.Gloria a ti! 🙏🙏🙏

    1. ¿Cómo que a ver qué digo ahora? Pues lo mismo de siempre. ¿O cree que la verdad cambia con el tiempo? Cristo, que está en las gloria, no «sufre» ni un gramo. De hecho, nadie sufre en el cielo: ni la Virgen, ni los Santos, ni cualguier persona anónima que se haya salvado. ¡Excuso decirle Cristo!

      Debería usted darse un repaso al Catecismo mayor de San Pío X, mucho más didáctico y apropiado para usted que el actual, pues no da lugar a malinterpretaciones:

      244.- […] sólo los cuerpos de los escogidos tendrán, A SEMEJANZA DE JESUCRISTO RESUCITADO, las dotes de los cuerpos gloriosos.

      245.- ¿Cuáles son las dotes que adornarán los cuerpos de los escogidos?

      – Las dotes que adornarán los cuerpos gloriosos de los escogidos son: 1ª., la IMPASIBlLlDAD, por la que no podrán ya estar sujetos a males y dolores de ningún género…»

      1. Si es así con todos los que se salvan, imagínese si no será IMPASIBLE Cristo, que además es Dios, diga lo que diga Franco Serafini, que será muy buen cardiólogo, pero que de Teología no parece saber un pimiento; lo mismo que usted.

        Por cierto, ahora que ya tiene tiempo, a ver si comenta el artículo de hoy sobre los «8 errores». Ahí no se le ha visto prisa alguna en comentar (¿por qué será?).

        1. A ver, yo entiendo que Serafini dice que Cristo sufre en el sentido de que la Misa es el Sacrificio del Calvario. Evidentemente no sufre en cuanto tal, ya que por ser Dios es invulnerable. En todo caso sufre en cuanto que los efectos que Él quiere (la salvación de los hombres) no se realizan plenamente debido al pecado del hombre, que se autocondena. En ese sentido puede decirse que sufre «de amor». Pero obviamente Dios en cuanto sí mismo, no sufre nada, es invulnerable.

          1. Y de ahí que la Santísima Virgen llore en la Salette por la perdición de los hombres, Ella no sufre en esencia sino porque lo que ella desea no se ve del todo realizado. Lo mismo puede decirse de Cristo y su Sagrado Corazón

          2. Bueno, es una explicación de andar por casa, pero se entiende lo que quiere decir sin meterse en berenjenales. Algo muy distinto de lo sostenido por ACS (que toca todos los palos), que en su momento sostuvo una teoría tipo Matrix de que como Cristo está fuera del espacio-tiempo, realmente sufre, porque ahora mismo también está físicamente en el Calvario, al estar fuera del tiempo. Lo cual es un disparate de tomo y lomo. Pero ella es así, y cada vez que encuentra la más mínima excusa para agarrarse como a un clavo ardiendo a sus propios disparates, que aunque se le hayan refutado jamás ha dejado de creer, lo hace. Le vale simplemente que «alguien» (da igual quién) lo diga, con independencia de que esa persona sostenga también un disparate (igual o similar al suyo). Y encima con «mensajito» rencoroso: «¿Lo ve, lo ve?». Pues mire: no, no lo veo. Ni lo veo yo, ni lo ve nadie, porque directamente no es así.

          3. Catolicvs,

            Rencoroso no! jejeje. Si fuera rencorosa haría años q no le dirigiría a usted la palabra jjejeje.Sólo quería saber qué decía.

            Yo le di 2 perspectivas:

            -Q en el presente eterno de Dios todo es » presente» por lo cual sufre hace 2000 años por nuestros pecados de ahora.

            – y q Cristo sufre ahora en nosotros.

            La teología es una cosa. La vivencia otra.

            Seguramente tiene razón teológicamente, ya me he dado cuenta de q no todos vivimos la fe de la misma forma. Pero espiritualmente, o contemplativamente o, dígale como quiera, Cristo sufre en nosotros.

            En fin, el caso es q en la Eucaristia està presente y q la ciencia ha concluído q esos tejidos son carne del Corazón vivo y ahora ,por lo q dice esta entrada, que es un Corazón q sufre.

            Yo me quedo con eso, usted con su teología.No hay problema por mi parte.

            Que Dios le bendiga

          4. «La teología es una cosa. La vivencia otra»

            Claro: y la verdad es una cosa y lo que usted crea es otra. Y las verdades de fe enseñadas infaliblemente por la Iglesia son una cosa y aquello que usted cree contrario a ellas, es otra. Aún no se ha enterado de que sus ideas y sentimientos subjetivos se pueden equivocar (de hecho se equivocan), mientras que verdad hay solamente una (lo que no es verdad no es «otra verdad», sino que es falso).

            Una cosa es que usted no sepa Teología, y otra que ni siquiera sepa cuáles son los atributos de Dios: eternidad, inmensidad, omnipotencia, sabiduría, justicia, simplicidad, unicidad, impasibilidad, etc.

            Y no invente: «la ciencia» no ha dicho en ningún momento que eso sea un corazón que sufre en presente. Ese disparate lo ha dicho ese señor y usted simplemente coincide con él, dándole igual si es cardiólogo, bombero o equilibrista, siempre y cuando coincida con sus «sensaciones».

          5. Por supuesto, Catholicvs, estoy de acuerdo con usted, lo de ACS es modernismo en estado puro, aquello que denunció San Pío X constantemente

  3. Yo no soy teólogo, pero de medicina algo se. Lo descrito por este cardiologo indica un corazón sufriente.

    Sabemos que la Sta Misa es la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz. Sabemos que El en ese momento era consciente de todos los pecados pasados, presentes y futuros.Ahí estábamos todos, con nombre y apellido. Cuando recibimos la Comunion recibimos a Cristo en ese momento concreto. No a Jesucristo en su vida pública o cuando estaba en Nazareth,… aunque toda su vida, sus actos son redentores.

    No se si he puesto una barbaridad. Sino corrección, por favor.

    1. No es que sea una «barbaridad», pero no es así: al comulgar no se toma el Cuerpo de Cristo de un tiempo histórico concreto y pasado, sino al Cristo vivo aquí y ahora, que está glorioso en el cielo, con su Cuerpo resucitado e impasible (en el cielo no se sufre), junto con Su Sangre, Alma y Divinidad.

  4. «El corazón q encontramos en las platinas de Buenos Aires…»
    No sé a qué se refiere.
    Vale que soy ignorante, pero creo que este artículo no se explica bien

  5. He vuelto a leer el artículo,. Entiendo que el punto de controversia es «un corazón que ha sufrido y sufre»

    Yo siempre he entendido que en Dios solo existe el presente, (corrección si estoy errada), por lo tanto no se puede analizar las cosas en relación a El con la cronología humana. Es decir la expresión no sería errada., aunque igual el que escribe el artículo lo hace con una visión temporal del tiempo.

    Da igual, a mi me vale los hallazgos de la anatomía patológica, aunque tb agradecería el enfoque teológico.

    1. Dios al ser impasible no puede sufrir. Cristo, Dios y hombre verdadero, tampoco puede sufrir en cuanto Dios, sino que solo sufrió Su naturaleza humana. Y ésta sí que tiene origen y está sujeta al tiempo (el Verbo se encarnó en un momento concreto, uniéndose al cuerpo y alma humana de Cristo). Pero tras Su muerte y Resurrección, ya no podía sufrir más. Además de la incorruptibilidad y la inmortalidad, el Cuerpo de Cristo resucitado (la Resurrección también se dio en el tiempo, en un momento histórico concreto), gozaba de cuatro cualidades o dotes, de la que también gozarán los justos tras la resurrección de los muertos, y que conocemos por la propia Revelación: la impasibilidad, la claridad, la agilidad y la sutileza. De la primera, Santo Tomás de Aquino, Doctor de la Iglesia, en la «Suma contra los gentiles» explica que por esta cualidad de la impasibilidad, los justos [y Cristo aún menos] no pueden padecer ninguna molestia ni sentir…

      1. …dolor o incomodidad alguna; pues nada les podrá causar daño, ni el rigor del frío, ni la fuerza del calor, ni el furor de las aguas. El cuerpo dice San Pablo ‘se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción’ (1 Cor 15, 42)».

        1. [Las comillas de apertura de la cita de Santo Tomás, que no he puesto, van delante de la frase: «no pueden padecer ninguna molestia ni sentir…». Ahí empieza la cita].

          1. Vale Catholicvs,

            Pero entonces la Teología niega la ciencia?

            o es q la ciencia se equivoca o qué?

            Piense q la teología no lo es todo, que Sto Tomàs de Aquino cuando tuvo la vivencia de Dios quería quemar la Summa…

            -La teología dice q no sufre;
            -la mística dice que sí (ej: sta.Faustina Kowalska).
            -La ciencia dice que si

          2. «Pero entonces la Teología niega la ciencia?»

            No. La ciencia sirve para describir la realidad.

            «o es q la ciencia se equivoca o qué?»

            El señor del que habla la noticia no es «la ciencia». Da su opinión personal, y ésta está equivocada.

            «Sto Tomàs de Aquino cuando tuvo la vivencia de Dios quería quemar la Summa»

            No porque lo que escribiera en ella fuera falso, sino porque se quedó corto: Dios es todo lo que aparece en la Summa… y más (no menos).

            «La teología dice q no sufre»

            No: la Lógica exige que Dios tenga todos sus atributos en grado sumo. Y uno de ellos es la impasibilidad.

            «-la mística dice que sí (ej: sta.Faustina Kowalska)»

            Esa monja polaca fue canonizada, no por los disparates que escribía (condenados por la Iglesia), sino pese a ellos. A ver si se entera ya de que nadie ha canonizado su diario, condenado por el Santo Oficio bajo Pío XII y Juan XXIII, como ya le he referenciado montones de veces citándole la condena.

          3. «La ciencia dice que si»

            Falso: ni lo ha hecho, ni es su campo. De hecho, desde un punto de vista exclusivamente empírico, para la ciencia no puede existir dolor si no hay cerebro y terminaciones nerviosas que lleven a éste la señal de dolor. Este señor, al que nadie ha nombrado portavoz de «la ciencia» ni su representante, dicho sea de paso, ¿ha encontrado también tejido cerebral? Por otra parte, lo que se limita a decir es que se encuentran «signos de sufrimiento muy marcados». Tal afirmación no significa que Cristo sufra. La herida de la lanzada tras la Resurrección también era un «signo muy marcado» que todos veían: hasta Santo Tomás metió sus dedos en ella. Pero Cristo ya no sufría por ella. Evidentemente, tiene razón al decir «no soy teólogo». No lo es y se nota. Y «como creyente» no necesita convencernos de que Cristo está vivo: eso ya lo sabemos. Está vivo y en el cielo, donde goza de impasibilidad: no sufre (ni puede hacerlo).

          4. Aclaración: donde digo que «La ciencia sirve para describir la realidad», me refiero a la realidad del mundo físico o material (Dios, el alma, el pecado, el infierno, etc., son realidades no susceptibles de ser «demostradas» mediante el método científico, que tiene sus límites).

          1. Claro, pero públicamente no es conveniente facilitar direcciones de email ni otros datos personales. Escriba un comentario en mi blog CATHOLICVS , de Blogger (sólo tiene que poner en su buscador de internet «blog CATHOLICVS» y ya le sale), y como tengo activada la aprobación previa de los comentarios, sólo lo leeré yo).

  6. Pues yo rezo la Coronilla de la Divina Misericordia todos los dias, a las tres, desde hace cuatro años.

    La verdad es que la devoción solo me lleva a la Pasión de Cristo, a su Mediación ante el Padre, a la consideración de nuestros pecados:propios y ajenos, a rezar por todos, en especial moribundos o víctimas de la injusticia.

    Sobre los hallazgo médicos , me ayudan a una piedad más profunda y una gratitud más pura. Lo dije en uno de los comentarios:de rodillas en cuerpo y alma.

  7. ¿Y ninguna editorial se va a atrever a publicar en castellano el libro de Franco Serafini? Creo que sería de gran interés. Lo que la ciencia sí ha corroborado es que, por ejemplo, en el caso del milagro eucarístico de Buenos Aires, hay pruebas de que 15 minutos antes ese tejido cardíaco estaba vivo y estaba sufriendo.

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