El obispo Paprocki sugiere la excomunión de los cardenales herejes

Thomas J. Paprocki, obispo de Springfield Thomas J. Paprocki, obispo de Springfield
|

Thomas J. Paprocki, obispo de Springfield, Illinois, y presidente del Comité de Asuntos Canónicos y Gobernanza de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, ha escrito en First Things un contundente artículo donde señala indirectamente de hereje al cardenal McElroy.

Esta misma semana, informábamos de la ‘jugada’ de este obispo para que se pueda seguir celebrando la Misa Tradicional en su diócesis. Thomas Paprocki, obispo de Springfield, en Illinois, se adelantó a la medida y en enero de 2022, formalmente redesignó el Sagrado Corazón en Springfield, donde se celebra según el usus antiquior, como iglesia no parroquial. Asunto resuelto, ya no tiene que pedir permiso a Roche.

Ahora, este obispo ha arremetido en un artículo indirectamente contra el cardenal McElroy, aunque también podrían darse por aludidos otros purpurados como Hollerich o Marx y todos aquellos que crean confusión doctrinal.

Aumento de declaraciones heterodoxas de altos cargos

«Imagínate que un cardenal de la Iglesia católica publicara un artículo en el que condenara “una teología de coherencia eucarística que multiplica las barreras a la gracia y al don de la eucaristía” y afirmara que “la indignidad no puede ser el prisma del acompañamiento de los discípulos de la Dios de gracia y misericordia.” ¿O qué pasaría si un cardenal de la Iglesia Católica declarara públicamente que los actos homosexuales no son pecaminosos y que las uniones entre personas del mismo sexo deben ser bendecidas por la Iglesia?», comienza diciendo Paprocki en su escrito.

El obispo de Springfield responde que «hasta hace poco, sería difícil imaginar a algún sucesor de los apóstoles haciendo declaraciones tan heterodoxas». «Desafortunadamente, hoy en día no es raro escuchar a líderes católicos afirmar puntos de vista poco ortodoxos que, no hace mucho tiempo, habrían sido adoptados solo por herejes», lamenta el prelado.

«‘Hereje’ y “herejía” son palabras fuertes, que la cortesía eclesiástica contemporánea ha suavizado con expresiones más suaves como “nuestros hermanos separados” o “los fieles cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia Católica”. Pero la realidad es que aquellos que están “separados” y “no en plena comunión” están separados y no en plena comunión porque rechazan las verdades esenciales de “la fe que fue una vez dada a los santos”, agrega con claridad el obispo.

Thomas Paprocki no deja lugar a la interpretación de sus palabras y subraya que «los dos casos mencionados anteriormente implicarían de hecho una herejía, ya que la herejía se define como “la negación obstinada o la duda obstinada después de recibir el bautismo de alguna verdad que debe ser creída por la fe divina y católica”.

La autoexcomunión de los herejes

En alusión a san Juan Pablo II, este obispo estadounidense recuerda que 2enmendó el canon 1371 del Código de Derecho Canónico, añadiendo una referencia apropiada al canon 750, para que ahora diga: “Serán castigados con una pena justa: la persona que… enseña una doctrina condenada por el Romano Pontífice, o por un Concilio Ecuménico, o rechaza obstinadamente las enseñanzas mencionadas en el canon 750 § 2 o en el canon 752 y, cuando es advertido por la Sede Apostólica o por el Ordinario, no se retracta.”

Paprocki explica que «las sanciones canónicas requieren que se siga un proceso judicial o administrativo antes de que se pueda imponer una sanción. Sin embargo, es importante señalar que el canon 1364 dice que “el apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurre en excomunión latae sententiae”.

El obispo remarca que «si bien una sanción automática sin el debido proceso es inaudita en la mayoría de los sistemas judiciales, el derecho canónico prevé tales sanciones, debido al carácter distintivo de los delitos espirituales como la apostasía, la herejía y el cisma, ya que una persona que propugna la apostasía, la herejía o el cisma se ha separado de facto ontológicamente, es decir, en realidad, de la comunión de la Iglesia. Así, los herejes, apóstatas y cismáticos se imponen a sí mismos la pena de excomunión».

Este obispo tampoco se anda con titubeos a la hora de explicar la pecaminosidad de los actos homosexuales. «La verdad que debe creerse con fe divina y católica también se afirma claramente en el Catecismo: Basándose en la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, la tradición siempre ha declarado que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una genuina complementariedad afectiva y sexual. Bajo ninguna circunstancia pueden ser aprobados», zanja el obispo citando el catecismo.

El obispo de Springfield insiste en asegurar que «un cardenal de la Iglesia Católica, como cualquier otro católico que niega la enseñanza católica establecida, abraza la herejía, cuyo resultado es la excomunión automática de la Iglesia Católica».

«Sin embargo, el canon 194 añade esta restricción: “La remoción. . . sólo puede hacerse cumplir si así lo establece la declaración de una autoridad competente”. Solo el Papa puede destituir a un cardenal de su cargo o destituirlo del estado clerical en caso de herejía u otros delitos graves. Si no lo hace, surge la perspectiva indecorosa de que un cardenal, excomulgado latae sententiae por herejía, vote en un cónclave papal», alerta este obispo.

Paprocki  concluye su artículo pidiendo «orar para que el Espíritu Santo no permita que esto suceda, e inspire a cualquiera que adopte puntos de vista heréticos a renunciar a ellos y buscar la reconciliación con nuestro Señor y su Iglesia».