El obispo de Tortosa y presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe dentro de la CEE, Enrique Benavent, mantuvo ayer un encuentro con los periodistas en relación a la Nota doctrinal sobre la objeción de conciencia de esta Comisión.
Monseñor Benavent comenzó su intervención haciendo referencia a la aprobación de la ley de eutanasia y advirtió que los católicos están llamados a ofrecer otro tipo de ayuda, basada en el acompañamiento.
El obispo de Tortosa también recordó la importancia de defender la libertad de conciencia. «Hay unos principios morales que todo ser humano está obligado a respetar», dijo Benavent al mismo tiempo que hacía hincapié en recordar que el ser humano debe plantearse siempre la moralidad de sus actos.
«El Estado no puede invadir la vida del ser humano y tiene que respetar el principio de subsidiariedad», advirtió el prelado. Además, el obispo especificó que este documento está redactado para abordar las problemáticas de temas que afectan a la cuestión de la vida y de la dignidad humana. Por ello, en referencia a la situación durante la pandemia en la que se limitó el derecho de circulación y de libertad de culto, Enrique Benavent ha confesado que «podemos pensar que hubo ciertas extralimitaciones». De todos modos, el obispo de Tortosa afirmó que «debido a la situación excepcional tampoco parecía razonable llamar a los católicos a la desobediencia civil». Acto seguido matizó que no se produjo «un atentado directo contra la libertad religiosa pero si unas restricciones que, a posteriori, pueden parecer un poco exageradas».
En relación a las leyes sobre las que se pretende avisar a los católicos de su derecho a objetar, además del aborto o la eutanasia, el obispo de Tortosa también mencionó todas aquellas que promuevan la ideología de género en centros educativos. En alusión al tema de la homosexualidad, sentenció que «no se me puede obligar a que asuma los principios de una antropología que es totalmente contraria a la antropología cristiana.
En cuanto a la actuación de los católicos en la vida política, Benavent defendió que «se puede prestar el voto para apoyar aquellas medias que puedan minimizar los efectos negativos que puedan tener esas leyes. Por ejemplo, si hay una ley dela borto que ya está aprobada y se vota una enmienda donde se pueda restringir o minimizar un efecto negativo de estas leyes, evidentemente, un político católico puede prestar su voto favorable a aquellas medidas que atenúen el daño que estas leyes pueden causar».
En último lugar, criticó la medida impulsad por el Gobierno de hacer un listado con aquellos médicos que se declaren objetores a acabar con la vida de la población mediante la eutanasia en la sanidad pública.
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Aplaudo las palabras de monseñor Benavent, aunque difiero en lo que dice sobre que las restricciones durante la epidemia no atentaron contra la libertad religiosa, pues yo creo que sí atentaron.
Por descontado que todo católico mínimamente formado ha de objetar en conciencia contra las leyes basadas en la ideología de género. Pero yo voy más allá: el grado de perversión es ya tan monumental que ni siquiera con la objeción de conciencia ha de bastar. Es necesario subir el siguiente escalón: desobediencia civil, y ponerse en manos del Señor ante cualquier castigo del estamento político, que cuanto más duro sea, más dichosos nos hará ante el Padre Celestial.
¡Con lo fácil que hubiera sido sólo repetir las palabras del Apóstol Pedro ante el Sanedrín!: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». NO, en lugar de ello, se da vueltas y más vueltas a asuntos que han quedado zanjados hace dos mil años. Estos pastores……
Llegan tarde estás declaraciones y tienen sabor a rabieta por el tratamiento que el gob ha dado a la CEE. Hace años que debían haber respondido a todo eso, en vez de estar en los patronatos de los hospitales, quién sabe si pudiendo vetar los abortos y no haciéndolo. La pasividad y el silencio es muy típico de la Jerarquía.