Cardenal Sako: «No podemos predicar públicamente ni convertir a los musulmanes»

cardenal Sako
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Hace unos días que publicamos en Infovaticana una entrevista de un medio árabe al cardenal Louis Raphael I Sako, Patriarca de la Iglesia católica caldea. También nos hicimos eco del nacimiento de la revista «Cardinalis», que tiene como objetivo entrevistar a los cardenales para que se conozcan entre ellos.

En la edición del mes de abril, la revista de origen francesa entrevista precisamente al cardenal Sako y que compartimos a continuación:

Eminencia, ¿podría presentarse?

Nací en 1948 en una familia numerosa. Mi padre era alcalde de un pueblo y luego nos trasladamos a Mosul. Éramos 11 hermanos y hermanas. Realicé mis estudios en Mosul y luego ingresé en el seminario de San Juan dirigido por dominicos franceses. Fui ordenado sacerdote en 1974, luego obispo en 2003, patriarca en 2013 y cardenal en 2018.

¿Por qué eligió el sacerdocio?

Vivíamos junto a la catedral católica caldea de Mosul. Mi padre era subdiácono. El párroco de Mosul era un hombre muy piadoso y bueno que me inspiró y me atrajo al sacerdocio. Luego, un día me crucé con una monja que estaba rezando el rosario en la calle y eso me impresionó mucho.

¿Cómo era su vida en el seminario?

La disciplina era muy estricta. Hacía frío en invierno y teníamos poca calefacción. Teníamos que correr o ponernos un abrigo para mantenernos calientes, pero esto nos enseñó a tener paciencia y autocontrol. Nos llamaban por números. Yo tenía el 83. Aprendí trabajos manuales, carpintería y otras cosas. Hoy no ocurre lo mismo, pero en aquella época se nos formaba de manera muy sólida. Tengo que admitir que me ayudó mucho cuando era párroco y ahora Patriarca, pues me dio la paciencia y el valor para soportar situaciones difíciles.

¿Y su formación espiritual?

Un padre espiritual nos hablaba todos los días. Un día quise dejar el seminario, pero mi padre espiritual, un rector dominico, me animó a ser fuerte y me quedé. Había 20 seminaristas en mi clase. El seminario menor duró cinco años y yo fui el único que se hizo sacerdote. Era el período del Concilio Vaticano II y lo seguimos a través de los periódicos. Los cambios nos marcaron un poco. Sobre todo me marcó mucho la renovación.

¿A qué se refiere?

La liturgia caldea también se ha reformado. Y se ha revisado la pastoral porque un patriarca debe saber leer los signos de los tiempos. Creo que tenemos que ser fieles a la Tradición por un lado y, al mismo tiempo, saber adaptarnos a la modernidad. Hay cosas hermosas en la Tradición, pero hay que mostrarlas. Antes del Vaticano II, rezábamos en caldeo. Hoy en día, hemos adoptado el árabe. Hay que entender que nuestra situación es diferente a la de las iglesias de Occidente. Tenemos que tener en cuenta la presencia de los musulmanes, que tienen que entender nuestras oraciones. Somos una Iglesia católica en la que hay varias iglesias, lo cual es una gran riqueza. Hay una liturgia que puede formularse de manera diversa y contextual. Hay unidad pero hay diversidad. Lo que hay que mantener es la fe, que debe ser la misma en la Iglesia católica. Con los ortodoxos tenemos una gran proximidad si no la autoridad.

¿Qué significa ser Patriarca de la Iglesia católica caldea?

Es una iglesia muy antigua. La liturgia, la espiritualidad e incluso la teología son diferentes. No tenemos un tratado teológico. Nuestra teología está en la liturgia y en los sermones. La Iglesia se basa en la Gracia y la Resurrección. La Cruz es una cruz vacía. No hay cuerpo de Cristo porque ha resucitado. Además, esto eleva la moral de nuestros fieles que han sido a menudo perseguidos. Nuestra espiritualidad es la del Evangelio, basada en las etapas de la vida de Jesús.

Además, tenemos un derecho especial. El Sínodo elige a los obispos y al patriarca. Fui elegido por los padres en 2013 y el papa confirmó el nombramiento.

¿Qué puede aportar la Iglesia caldea a la Iglesia universal?

La experiencia de las Iglesias orientales puede ayudar a dar más peso a las conferencias episcopales. Se trata de nuevas instituciones nacidas después del Concilio. Pueden ser una especie de sínodo, pero siempre en unión con el sucesor de Pedro. Con Pedro y bajo Pedro. Los obispos podrían tener más responsabilidades, por ejemplo en la liturgia. Pero se necesita tiempo.

¿Cómo se vive la fe en un país musulmán?

No podemos predicar públicamente ni convertir a los musulmanes. La ley lo prohíbe. Pero tenemos la libertad de hacer lo que queramos en las iglesias. La visita del papa ha ayudado a los musulmanes a respetar las religiones. Es un camino que se recorre a diario. Hay que presentar las cosas de una manera que se puedan entender. La Trinidad, por ejemplo, es una riqueza que se puede entender. Podemos evangelizar a través de nuestros testimonios y nuestras costumbres. Le pondré un ejemplo. No hay poligamia entre nosotros. No siempre lo entienden, pero es un verdadero testimonio del Evangelio.

Entrevista publicada en la revista Cardinalis