Salvar al obispo Zanchetta

Gustavo Zanchetta Gustavo Zanchetta, obispo emérito de Orán (Argentina)
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Como en la película ‘Salvar al soldado Ryan’, el tratamiento tan especial que se ha dado al obispo emérito de Nueva Orán, Gustavo Zanchetta, ha causado tantas ‘bajas’ en credibilidad que es legítimo preguntarse si valía la pena el esfuerzo.

Estamos a las puertas de un grandioso y muy jaleado ‘sínodo de la sinodalidad’ del que se esperan grandes cambios en la Iglesia, y es realmente desafortunado que la expectativa coincida con la condena a cuatro años de cárcel por abusos del obispo emérito argentino Gustavo Zanchetta. Porque todo lo que rodea su peripecia, desde su propia consagración episcopal hasta el trágico final (por el momento) parece contradecir frontalmente no solo lo que intuitivamente se entiende por sinodalidad, sino también el compromiso de Roma con la política de ‘tolerancia cero’, anunciada en los primeros días del Papado de Francisco, por no hablar de los aspectos deplorablemente ‘clericales’ del asunto.

Aunque el sínodo ahondará, presuntamente, mucho más en la cuestión, se diría que un primer aspecto que evoca la palabra ‘sinodalidad’ es la descentralización del mando, un estilo más colegial y compartido de ejercer la autoridad. Y aquí ha fallado incluso en las formas más habituales y previas a todo este entusiasmo previo al sínodo.

Zanchetta es un gran amigo del Papa Francisco, y cuesta pensar en muchas más razones para haberle nombrado obispo que esa. No era alguien con el ‘cursus honorum’ habitual en un ‘obispable’, ni su nombramiento atravesó las fases habituales de un nombramiento, desde la selección de una terna en la diócesis y la conferencia episcopal nacional hasta la ponderación de la Congregación para los Obispos. El Papa quiso, y sobre él no hay ninguna autoridad que pueda discutir su decisión soberana.

Después vino la disculpa por boca del propio Francisco de Zanchetta en una célebre entrevista televisada, su decisión de acogerle en Roma -incluso en la propia casa del Pontífice- y crear para él un puesto antes inexistente en la APSA, la agencia vaticana que gestiona las vastas propiedades inmobiliarias de la Santa Sede y la nula colaboración con el tribunal que lo juzgaba, incluyendo el retraso en el envío de los documentos del expediente vaticano sobre el acusado.

En todos estos pasos, Francisco ha mostrado una tendencia a actuar y decidir algo alejada de ese ‘responsabilidad compartida’ que ahora se pretende consagrar en un sínodo universal. También ha dañado la credibilidad y eficacia de aquel ‘minisínodo’ que, tras el estallido del caso McCarrick, pretendió dar carpetazo definitivo a la cuestión del encubrimiento episcopal de abusos sexuales clericales.

A día de hoy, Zanchetta, hallado culpable por un tribunal penal argentino, no solo no ha sufrido sanción canónica alguna (más bien al contrario, como hemos visto), sino que ni siquiera se ha abierto una investigación en el seno de la Iglesia sobre los cargos por las que ha sido condenado.

Estamos seguros de que hay una explicación satisfactoria para toda esta manera de actuar tan aparentemente contraria a la renovación que se nos vende, pero sugeriríamos que conviene darla ya, antes de que el sínodo anunciado se abra en falso, con un problema de credibilidad que lo haga ineficaz.

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Comentarios
5 comentarios en “Salvar al obispo Zanchetta
  1. Zanchetta aún tiene la casación, es culpable defitivo (definitivo en la instancia en que ha sido condenado), pero no es culpable en firme, pues aún puede tener la casación y ser declarado inocente o volver a repetirse el juicio, según sea la ley argentina.

  2. Ja, jaaaa a, eso mismo he pensado! Zanquetta, el viejo verde (que ya le valeeee) ya ha sido «salvado» por lo eclesiástico, es decir protegido, bien comido y más que bebido… Ahora le toca el turno al poder civil… El PODER DE DIOS, lo probará en la medida que se arrepienta y se enmiende, como todo hijo de Dios (y de vecino)

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