100 años de la muerte de Benedicto XV, el Papa desconocido

100 años Benedicto XV
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Hoy se cumplen 100 años de la muerte de Benedicto XV, uno de los Papas más desconocidos del siglo XX.

El 27 de abril de 2005, el Papa Benedicto XVI, elegido pocos días antes para suceder a Juan Pablo II, explicaba por qué había elegido ese nombre: “He querido llamarme Benedicto XVI para vincularme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV, que guió a la Iglesia en un período agitado a causa de la primera guerra mundial”. Pero, ¿quién fue Benedicto XV y qué hizo?

El 22 de enerode 1922 fallecía en Roma, a los 67 años, il Piccoletto, mote cariñoso con el que era conocido Benedicto XV debido a su pequeña estatura. Un siglo después, queremos que conozcan al Papa número 258 de la historia de la Iglesia que es, posiblemente, el Pontífice del que menos se ha hablado y escrito del siglo XX.

Conocido por su incansable llamamiento a la paz, ya que le tocó vivir la terrible Primera Guerra Mundial, Giacomo Della Chiesa, que así se llamaba, vivió unos años en Madrid -dato poco conocido- y. de la mano del famoso cardenal Rampolla, ingresó en la estructura de poder de la Santa Sede. Hoy intentaremos que conozcan un poco más a Benedicto XV.

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El joven Della Chiesa

Giacomo Della Chiesa nació en Génova el 21 de noviembre de 1854. Fue el tercero de cuatro hijos, del marqués Giuseppe ―perteneciente a una familia patricia cuyos orígenes se remontan a la época de san Ambrosio― y de la marquesa Giovanna Migliorati.

Alumno externo del seminario de su ciudad, a los 15 años expresó el deseo ser sacerdote, pero su padre se lo prohibió: “Volveremos a hablar de ello cuando hayas terminado tus estudios laicos”. El 2 de agosto de 1875, con 20 años, el joven Giacomo se licenció en derecho y, con el consentimiento de su padre, ingresó en el Colegio Capranicense de Roma, donde fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1878, con 24 años.

Admitido en la Pontificia Academia de Nobles eclesiásticos, donde eran formados jóvenes pertenecientes a familias patricias para el servicio diplomático de la Santa Sede, en 1883 fue destinado a Madrid, para ejercer de secretario del Nuncio Mariano Rampolla del Tindaro, a quien conocerán si son lectores habituales de InfoVaticana.

El ascenso al cardenalato

Con Rampolla regresó a Roma en 1887, cuando éste fue creado cardenal y nombrado secretario de Estado de León XIII. Minutante y sustituto de la Secretaría de Estado, primero con Rampolla, y luego con el cardenal Merry del Val ―que fue nombrado secretario de Estado por el nuevo Pontífice, Pío X, cuando éste sucedió a León XIII en 1903―, Della Chiesa se dedicó también a dar clases en la Academia Pontificia de Nobles eclesiásticos.

Consagrado obispo por Pío X en la Capilla Sixtina el 22 de diciembre de 1907, con 54 años, Della Chiesa fue designado para dirigir la diócesis de Bolonia, donde llegó la tarde del 18 de febrero de 1908. El 25 de mayo de 1914, tres meses antes de la muerte de Pío X, éste le creó cardenal.

Eran tiempos convulsos: el 28 de julio el Imperio Austrohúngaro declaró la guerra a Serbia y, por su parte, Alemania hacía lo propio con Rusia el 1 de agosto, y con Francia el 3. El 4 de agosto, las tropas alemanas invadieron Bélgica para atacar a Francia y el mismo día Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania. Prácticamente toda Europa está involucrada en operaciones de guerra: comenzaba la Primera Guerra Mundial.

El cónclave de 1914

En este inquietante contexto moría Pío X el 20 de agosto. El cónclave para sucederle se inició en la Capilla Sixtina el 31 de agosto. Desde el comienzo de éste, se perfilaban tres posibles candidatos a suceder al Papa Sarto: Domenico Serafini, un benedictino y asesor en el Santo Oficio que representaba la continuidad con Pío X en la lucha contra el modernismo; Pietro Maffi, arzobispo de Pisa, cercano a la familia real italiana; y Giacomo Della Chiesa, nuestro protagonista.

Dicen que, en las primeras votaciones, Maffi y Della Chiesa estaban igualados, aunque pronto el segundo fue destacando, convirtiéndose Serafini en su principal oponente. El 3 de septiembre de 1914, en la décima votación, los partidarios de Maffi dieron sus votos a Della Chiesa, lo que le otorgó la victoria sobre Serafini, siendo elegido Papa. Tomó el nombre de Benedicto XV en honor a Benedicto XIV, quien fuera también arzobispo de Bolonia en el siglo XVIII.

Posteriormente, Benedicto XV nombraría a Serafini prefecto para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada el 27 de enero de 1916 y, tras la muerte del cardenal Girolamo Maria Gotti, prefecto de la Congregación de Propaganda Fide, el 24 de marzo de 1916.

El cardenal Merry del Val no fue reelegido secretario de Estado por el nuevo Papa, y fue nombrado secretario de la Congregación del Santo Oficio. El nuevo secretario de Estado fue Domenico Ferrata, pero duró poco, ya que falleció el 10 de octubre de ese año. En su lugar, Benedicto XV nombró al cardenal Pietro Gasparri, quien firmaría en 1929 ―ya con Pío XI― los Pactos de Letrán.

Llamadas a la paz

Benedicto XV fue coronado Papa el 6 de septiembre de 1914 en la Capilla Sixtina. A los dos días, el 8 de septiembre, mediante la exhortación apostólica Ubi Primum, el Santo Padre se dirigía a “todos los católicos del mundo” y manifestaba la amargura que le producía la guerra que asolaba Europa. “Cuando desde esta cima apostólica volvimos nuestra mirada a todo el rebaño del Señor confiado a Nuestro cuidado, inmediatamente el inmenso espectáculo de esta guerra llenó nuestros corazones de horror y amargura, constatando que gran parte de Europa, devastada a hierro y fuego, está roja con la sangre de los cristianos”, lamentaba el nuevo Papa.

El 1 de noviembre firmaba su primera encíclica, ‘Ad beatissimi Apostolorum’, en el que realizaba un apremiante llamamiento a la paz, rogando a los príncipes y gobernantes que consideraran el desgarrador drama de la guerra, quizás “el espectáculo más desolador y lúgubre de la historia de los tiempos”.

La difícil situación de la Santa Sede, “prisionera” en Roma desde el 20 de septiembre de 1870, se agravó cuando el 24 de mayo de 1915 Italia, que había permanecido neutral durante el primer año del conflicto, entró en la guerra: los estados enemigos de Italia retiraron sus representantes diplomáticos acreditados ante el Vaticano y los trasladaron a Suiza.

Al día siguiente, 25 de mayo, en una carta al cardenal Serafino Vannutelli, decano del Colegio cardenalicio, Benedicto XV expresó su amargura por el hecho de que su invocación por la paz hubiera caído sido ignorada:

El 28 de julio siguiente, en el primer aniversario del estallido de la guerra, dirigió una sentida exhortación a todos los pueblos beligerantes y a sus gobernantes para que pusieran fin a la “horrenda carnicería que deshonra a Europa desde hace un año”. Y en la alocución de Navidad de ese mismo 1915, dirigida al Sacro Colegio Cardenalicio, condenó por enésima vez la regresión anticristiana de la civilización humana.

La guerra continuaba, pero Benedicto XV no cedía en su empeño y, el 1 de agosto de 1917, envió a los líderes de los pueblos beligerantes a exhortación apostólica Dès le début, en la que indicó soluciones particulares, adecuadas para el fin de la “masacre inútil”.

La expresión del Pontífice suscitó más protestas que consenso. Mientras las Potencias Centrales la consideraron un instrumento destinado a arrebatarles la victoria, en Italia y Francia hay quienes incluso la juzgaron al servicio de Alemania y sus aliados; tanto es así, que Georges Clemenceau definió a Benedicto XV como el “Pape boche” (Papa alemán).

Del fin del «non expedit» a la preocupación por las misiones

Pero no todo era la guerra. Mediante la Bula Providentissima Mater, del 27 de mayo de 1917, el Pontífice promulgó el nuevo Código de Derecho Canónico, ya impulsado por el Concilio Vaticano I y, especialmente por Pío X.

Con el Motu proprio Dei providenti, del 1 de mayo de 1917, instituyó la Sagrada Congregación para la Iglesia Oriental y, con el Motu proprio Orientis catholici, del 15 de octubre de 1917, fundó el Pontificio Instituto para la Estudios Orientales en Roma.

Benedicto XV, en marzo de 1919, acabó con el famoso “non expedit”, la disposición por la cual, desde 1868, se desaconsejaba a los católicos italianos el participar en las elecciones políticas del país y, por extensión, en la vida política italiana.

Con la carta apostólica Maximum illud, del 30 de noviembre de 1919, Benedicto XV dedicó su atención al trabajo realizado por los misioneros que, a veces con riesgo de su propia vida, están llamados a predicar el Evangelio a toda criatura. Exhortó a los heraldos de la palabra divina a realizar su arduo apostolado con todo el entusiasmo que aconseja la caridad cristiana, comprometiéndose a preparar un clero indígena capaz de autoadministrarse.

El 5 de agosto de 1921, el Papa escribía una carta sobre la condición de miseria en la que se encontraba el pueblo ruso, en plena guerra civil tras el ascenso de los bolcheviques al poder.

La posguerra

El fin de la guerra, invocada incesantemente por el Pontífice, llegó finalmente en el otoño de 1918. Benedicto XV continuó trabajando en favor de los más afectados y, con la Encíclica Paterno iam diu, del 24 de noviembre de 1919, invitó a los que se preocupaban por la humanidad a ofrecer dinero, alimentos y ropa, especialmente para ayudar a los niños, la categoría más expuesta a las consecuencias del conflicto.

Para ser el primero en dar ejemplo, en la encíclica el Santo Padre informaba que había donado a esos niños afectados la suma de 100.000 liras italianas. Esa suma, teniendo en cuenta el poder adquisitivo, serían poco más de 150.000 euros hoy en día.

El Papa dedicó también su atención a los trabajos de la Conferencia Internacional de la Paz, inaugurada en París el 18 de enero de 1919 y destinada a concluir con el famoso Tratado de Versalles, del 28 de junio de 1919.

Benedicto XV escribió la encíclica Quod iam diu el 1 de diciembre de 1918, en la que invitó a rezar a los católicos de todo el mundo, esperando que los delegados adoptaran decisiones basadas en principios cristianos de justicia.

“Ha cesado la lucha. Es cierto que aún no ha venido la paz solemne a poner término a la guerra, pero al menos el armisticio que ha interrumpido el derramamiento de sangre y la devastación en la tierra, en el aire y en el mar ha dejado felizmente abierto el camino para llegar a la paz”, escribió el Santo Padre.

Benedicto señalaba en el documento que aún había que pedir al “benignísimo Dios”, que se dignara a “completar en cierto modo y llevar a perfección el beneficio tan inmenso otorgado a la humanidad”.

“Muy pronto se van a reunir los que por voluntad popular deben concertar una paz justa y permanente entre todos los pueblos de la tierra. Los problemas que tendrán que resolver son tales que no se han presentado mayores ni más difíciles en ningún humano congreso. ¡Cuánto, pues, no necesitarán del auxilio de las divinas luces para llevar a feliz término su cometido!”, exclamaba el Pontífice.

El Papa escribió que los católicos, “sin excepción”, “tienen el deber de alcanzar con sus ruegos la “sabiduría que asiste al trono del Señor” para los referidos delegados. Es Nuestra voluntad que todos los católicos queden advertidos de este deber. Por lo tanto, para que del próximo congreso salga aquel inestimable don de Dios de una paz ajustada a los principios de la justicia cristiana, os habéis de apresurar vosotros, Venerables Hermanos, a ordenar que en cada una de las parroquias de vuestra diócesis se realicen las preces públicas que bien os parecieren, para tornar propicio al “Padre de las luces””. Sin embargo, por desgracia, los frutos del tratado no fueron los esperados y, al no cerrar con acierto el conflicto, serían un caldo de cultivo para el ascenso del nazismo en Alemania.

Nueva llamada a la paz

Benedicto XV, preocupado por las consecuencias del reciente conflicto mundial, escribía en la encíclica Pacem, Dei munus, del 23 de mayo de 1920, una nueva exhortación a la paz y a la reconciliación, y una llamada a reducir los presupuestos militares. “Restablecida así la situación, reconocido de nuevo el orden de la justicia y de la caridad y reconciliados los pueblos entre sí, es de desear, venerables hermanos, que todos los Estados olviden sus mutuos recelos y constituyan una sola sociedad o, mejor, una familia de pueblos, para garantizar la independencia de cada uno y conservar el orden en la sociedad humana. Son motivos para crear esta sociedad de pueblos, entre otros muchos que omitimos, la misma necesidad, universalmente reconocida, de suprimir o reducir al menos los enormes presupuestos militares, que resultan ya insoportables para los Estados, y acabar de esta manera para siempre con las desastrosas guerras modernas, o por lo menos alejar lo más remotamente posible el peligro de la guerra, y asegurar a todos los pueblos, dentro de sus justos límites, la independencia y la integridad de sus propios territorios”, escribió Su Santidad.

La muerte de il Piccoletto

Antes de morir, observaba como los estados acreditados ante la Santa Sede -14 en el momento de su elección- habían pasado a 27. Y también se enteró de que, el 11 de diciembre de 1921, se había inaugurado una estatua dedicada a él en una plaza pública de Constantinopla, al pie de la cual está escrito:

“Al gran Pontífice de la hora trágica mundial Benedicto XV. Benefactor de los pueblos sin distinción de nacionalidad y religión, en señal de agradecimiento del Oriente. 1914-1919”.

A principios de enero de 1922, el Pontífice enfermó de una gripe que pronto se convertiría en bronconeumonía. Producto de ello, el día 22 de ese mes falleció a la edad de 67 años, en compañía de sus sobrinos. Sus últimas palabras fueron: «Ofrecemos nuestra vida para la paz en el mundo». Su cuerpo hoy descansa en las grutas vaticanas.

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Comentarios
34 comentarios en “100 años de la muerte de Benedicto XV, el Papa desconocido
  1. “He querido llamarme Benedicto XVI para vincularme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV, que guió a la Iglesia en un período agitado a causa de la primera guerra mundial”

    Además de lo aducido, creo que también influyó el hecho de que, si quería elegir el nombre de un Papa del siglo XX pero ajeno al CVII, con eso de tender puentes en su «hermenéutica de la continuidad» (lo mismo que trató de hacer en la liturgia con «Summorum Pontificum»), no le quedaba mucha más opción, pues todos los dem´´as fueron «Píos» (Pío X, Pío XI y Pío XII) y a muchos les habría dado un patatús.

    1. Dios no me lleve de este mundo sin ver la elección papal de Pío XIII. Por otro lado, puntualizar que, aunque la mayor parte de su largo pontificado transcurrió durante el siglo XIX, León XIII también puede ser considerado un Papa pre-CVII del siglo XX, al haber muerto en 1903.

      1. Lo sé, pero a mí nunca me ha parecido que León XIII fuera el primer Papa del siglo XX, a pesar de que muriera al poco de comenzar el siglo, sino el último del siglo XIX, en el que fue elegido y transcurrió la mayor parte de su pontificado. Ciertamente, Benedicto XVI podía haber elegido el nombre de León, que no se usaba desde hacía 102 años, o incluso otro anterior. Pero el más cercano en el tiempo, que no fuera Pío, era Benedicto, que no se usaba desde hacía 83 años. A éso me refería.

  2. Gran parte de su poca fama viene del hecho de que durante la Primera Guerra Mundial las potencias de cada bando le acusaron falsamente de partidismo hacia el contrario, lo que hizo que sus propuestas de negociación de paz no fuesen aceptadas. También porque la Europa de la post-guerra era una Europa en la que el socialismo y comunismo, por una lado, y el nacionalismo derechista que pronto emergería en el fascismo, por el otro, estaban en pleno auge y a pesar de que el papa era contrario al nacionalismo (promovía la fraternidad de naciones y la unificación europea) y al comunismo. De modo que nunca fue visto favorablemente por ninguno de ambos.
    Si a ello se añaden sus relativamente pocas reformas en el ámbito religioso, es normal que no haya trascendido mucho en la historia

    1. «la Europa de la post-guerra era una Europa en la que el socialismo y comunismo, por una lado, y el nacionalismo derechista que pronto emergería en el fascismo…»

      ¿Otra vez con sus rollos sobre «derechistas»? ¡Qué obsesión! El partido «nazi» es la abreviación de Nacional-SOCIALISTA (o socialismo nacionalista), y el fascismo, que surgió mucho más tarde, no tenía nada que ver con los partidos «derechistas» o conservadores de entonces. Está claro que el socialismo, en cualquiera de sus vertientes, es la peste.

      «Si a ello se añaden sus relativamente pocas reformas en el ámbito religioso, es normal que no haya trascendido mucho en la historia»

      A los Papas no se les mide por las «reformas» que hacen, sino por su fidelidad a su papel de conservadores y transmisores del Depósito de la Fe, del que son custodios, no dueños, y que no requiere «reforma» alguna.

      1. CATHOLICVS, le señalo donde están sus principales errores:

        1) El partido Nazi no era exclusivamente socialista (aunque, como todos los fascismos, devendría después más hacia el corporativismo), también existe la primera parte del nombre en que se indica que es nacionalista. Es decir, que era una mezcla entre nacionalismo derechista y socialismo (más tarde corporativismo) económico.

        2) El fascismo no surgió «mucho más tarde» ni que el nazismo ni que la PGM. Mussolini ya estaba en el poder hacia 1922, apenas 4 años después de la Gran Guerra y una década antes que los nazis.

        3) Cuando hablo de reformas del papa no me refiero a cambios doctrinales, sino a cambios en la vida interna de la Iglesia para fomentar la devoción religiosa.

        1. 1) ¡Otra vez con los «derechistas»! Su error es equiparar nacionalismo con «derechismo». Como ya no le puede preguntar a Stalin, por ejemplo, pregúntele a los de Esquerra Republicana de Cataluña lo «derechistas» que son.

          2) El fascismo italiano llegó al poder en Italia a finales de octubre de 1922, un año después de muerto Benedicto XV. Y el partido nazi alemán no lo hizo hasta 1933, más de dos décadas después. Claro, que si usted no hablaba de años sino de eones, entonces le tendré que dar la razón: se dio en el tiempo de Benedicto XV.

          3) Cuando una cosa funciona no se necesita «reformar», pues lo que surge suele ser peor. No hace falta que cite recientes ejemplos, ¿verdad?

          1. CATHOLICVS:

            1) Es bien sabido que la mayoría de partidos y movimientos nacionalistas (salvo en el caso de los regionalismos) son siempre de tendencia derechista, sobre todo en sus vertientes más identitarias. Y el de los fascismos históricos evidentemente era el nacionalismo derechista.

            2) Nunca he dicho que el fascismo hubiese llegado al poder bajo el pontificado de Benedicto XV. Si usted lee mi primer comentario verá que yo hablo de «nacionalismo derechista que pronto emergería en el fascismo». Y usted mismo lo confirma: el fascismo llegó al poder tan solo un año después de la muerte del papa.

            3) Nunca dije que Benedicto XV debiese haber hecho ninguna reforma de nada. Simplemente dije que él hizo relativamente pocas y que por esa razón él no es tan conocido y recordado como otros papas de su mismo siglo.

          2. A su primer punto, no es verdad; la mayoría han sido izquierdistas: póngase a contar todos y cada uno de los países que estaban al otro lado del Telón de Acero, nacionalistas a más no poder; o los nacionalistas terroristas: irlandeses (IRA), vascos (ETA), catalanes (Terra Lliure)… Pero es que el fascismo italiano y el nazismo alemán (que son sólo dos casos frente a todos los demás) tampoco eran «derechistas», por más que lo diga la ridícula Wikipedia, o porque odiaran y persiguieran a los comunistas (se disputaban con ellos a los trabajadores, que eran su base).

            Y en cuanto a Benedicto XV, no es tan conocido porque su pontificado duró menos que otros y, evidentemente, le cundió menos en cuanto a documentos, además de haberle eclipsado la guerra mundial, que era una novedad y todo el mundo centró el foco en ella.

    1. ¿Te refieres a que se anule la declaración de libertad religiosa? O sea, que vuelvan las guerras de religión y la quema de herejes.

      1. Supongo que se referirá a las guerras de religión (mejor dicho, contra ella) en las que los rojos (en España, por ejemplo) o los masones (en Méjico, por ejemplo) se dedicaban a quemar iglesias, conventos, archivos, universidades y torturar y asesinar católicos, fueran laicos o curas y monjas (7.000 sacerdotes asesinados en España en apenas unos meses, incluyendo 13 obispos) y destruir todo el Patrimonio histórico-artístico de carácter religioso sólo por odio a la fe. Y no sé qué tendrá que ver la quema de nadie con la religión, pues éso lo hacía el poder civil porque ser hereje era un delito civil, ya que los herejes creaban discordia (y siguen: fíjese usted), rompían la paz social, instaban a la revuelta, provocaban guerras, latrocinios, etc. Me temo que tanto lo uno como lo otro no dejó de producirse por ninguna «declaración», sino porque pararon los pies a sus compinches ideológicos. Pero usted a lo suyo, en su mundo paralelo.

  3. Durante su Pontificado fue promulgado el Código de Derecho de Canónico, en 1917, fruto de varios años de trabajo iniciados durante el pontificado de su predecesor Pío X. Este hecho es considerado el acontecimiento intraeclesial más importante de su Pontificado, dado que el Código se constituyó en el elemento decisivo para la organización eclesiástica.

    Algunos de los documentos más importantes de su magisterio pontificio fueron las Encíclicas Pacem Dei Munus (1920), sobre la restauración cristiana de la paz y Spiritus Paraclitus (1920), sobre la interpretación de la Sagrada Escritura. Es especialmente importante su Carta Apostólica Maximum illud (1919), sobre la propagación de la FE CATÓLICA en el mundo entero.

    1. BENEDICTO XV, UN PAPA PROFÉTICO (PERO OLVIDADO)

      Benedicto XV, Giacomo della Chiesa, murió el 22 de enero hace 100 años. Muy querido por Ratzinger, es recordado por la mayoría por sus palabras sobre la «masacre inútil» de la Primera Guerra Mundial y su compromiso con la paz. Pero tuvo méritos en muchos otros campos, desde las relaciones con los orientales hasta la resolución de la cuestión modernista. Y favoreció la música sacra, impulsando la reforma de San Pío X.

      Máximo Scapin. La Nuova Bussola.

    1. Más que en 100 años, yo diría que en tan sólo 60 años, con especial mención de los últimos (y larguísimos) 8 años y pico.

      Y en algunos aspectos hay más distancia entre ahora y hace 9 años, que desde entonces hasta hace los 1.900 años que usted señala.

      1. No pierda de vista una cosa (la frase la oí hace unas semanas y me dio que pensar): el Concilio Vaticano II lo hicieron todo padres preconciliares. Ya algo se estaba fraguando desde mucho antes.

        Con todo, digo 100 años por el aniversario de Benedicto XV. Uno mira ese pontificado y parece que se tiene que remontar un milenio.

        1. Claro que algo se fraguaba. De ahí las condenas al modernismo de San Pío X medio siglo antes. En cualquier caso, si la mayoría de los padres conciliares del CVII levantaran la cabeza, no se lo podrían creer. Y el ejemplo más paradigmático fue la nueva misa (que sí sufrieron en vida por el trágala pontificio), en la que cualquier parecido con la Constitución sobre la Liturgia «Sacrosanctum Concilium» que ellos votaron, es pura coincidencia.

          1. Pero eso padres conciliares, que efectivamente hoy no reconocerían a la Iglesia, no protestaron cuando se desecharon los esquemas previos, centrados y de doctrina muy tradicional, o plasmaron su firma en la Dignitatis humanae.

  4. Tal fue el compromiso con la paz de Benedicto XV que su sobrenombre fue el de «el Papa de la Paz». Se tomó muy en serio las proféticas palabras de su predecesor, que calificó a la Gran Guerra como «la que acabará con la Civilización Cristiana». Cosa que se cumplió con creces con la liquidación del último imperio católico (el de los Habsburgo) y la toma de la Santa Rusia, la Tercera Roma, por el bolchevismo ateo.
    Por otro lado, me extraña que nadie haya comentado el más relevante suceso acaecido bajo el pontificado del Papa della Chiesa: las apariciones de Fátima, que tan de cera tocaron la figura del Sumo Pontífice.

  5. Como curiosidad, los papados de Benedicto XV y Benedicto XVI duraron prácticamente lo mismo, ocho años cada uno (1914-1922 y 2005-2013).

  6. Lo extraordinario de esta sección -comentarios- es que ni siquiera el recuerdo de un gran papa les sirve a algunos para dejar de insultar y dar cátedra. Sorprendente y triste.

    1. Lo que dice es falso: no hay ni un solo insulto en ninguno de los comentarios. Ni uno. Lo único insultante es, precisamente, su mentira, que cualquiera puede comprobar leyendo comentario por comentario.

      1. Así que no? Revise su propio mensaje que me acusa de mentiroso, y también los que siguen abajo. Para muestra sobra un botoncito. O llamar herejes -como en algún mensaje de más arriba- a los que se me viene en gana no es un insulto? Ya estamos tan acostumbrados, que imputar pecados gravísimos a los demás no solo no está mal, sino que es un derecho, pero que ni siquiera nos damos cuenta que estamos ejerciendo.

        1. En mi comentario no hay insulto alguno, ni siquiera a usted. Decir que su afirmación es falsa no es ningún insulto, sino algo comprobable por cualquiera. Y llamar herejes a los herejes tampoco es ningún insulto. Lo malo no es llamárselo: lo malo son sus herejías. A ver si ahora la obra de misericordia, en vez de corregir al que yerra, va a ser errar y los demás callar.

          1. Pues el que falta a la verdad es Ud. porque esto escribió en su mensaje. «Lo único insultante es, precisamente, su mentira…». Y para terminar, quién es Ud. para acusar a nadie de hereje?, pero esto es un telñefono descompuesto, así, por mi parte lo doy por terminado.

          2. Yo no he faltado a la verdad: usted dijo que había insultos y no los a hay. Yo sólo he señalado éso. Y por segunda vez en el día: en materia religiosa, herejía es el error sostenido con pertinacia. No lo digo yo: lo dice la Real Academia Española (sólo tenía que consultarla si tenía dudas). Por lo cual, cualquier católico que conozca su fe sabe perfectamente qué es una herejía y qué no lo es, pues atenta contra la fe católica que profesa, y es un deber moral combatirla, derivado de la caridad, por el bien del hereje y por el de las personas a quien pueda llevar a error.

  7. ¿Y cómo no va a ser Papa desconocido si vas a cualquier librería católica y te encuentras con que de los Papas anteriores al sacrosanto y ecuménico solamente pastoral vaticano II no publican ni una sóla de sus encíclicas?. Pero libros con her ejías a montones, todos los que quieras. Es evidente la mala intención. ¿Quién da la orden para hacer eso?

    1. No hace falta ninguna orden. Ya están suficientemente ordenadas, por la cuenta que les trae. Hasta las librerías Troa se van sometiendo.

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